Una reflexión sobre la locura de la
Enviado por valentinaaa • 15 de Octubre de 2012 • Trabajo • 1.370 Palabras (6 Páginas) • 352 Visitas
Los reflejos de la locura.
Matilde Burgos S·nchez, Guadalajara, 1986. Estudiante. Soltera. Sin religión. Constitución mediana. Sabe leer y escribir. Desarrollo normal durante la niñez.
La interna es tranquila y de pocas palabras. Según ella está enferma de sueño. Duerme la mayor parte del día, escribe de forma incoherente y tiene una fijación por el mar. Cree que en algún momento todo el cielo estuvo pintado de rojo y su perro le habla. Además, tiene lagunas mentales acerca de su pasado y poca retención de información a corto plazo. Se describe a sí misma como una mujer que piensa más rápido de lo que puede hablar y se encuentra actualmente confundida por su porvenir. Tiene una obsesión que a su vez se convierte en su misma adicción a la soledad. En una de sus pláticas da a conocer que uno de los peores sentimientos que podrían existir es el de extrañar a alguien o algo, algún recuerdo del pasado. Sufre de una imaginación extensa que puede ser el inicio de una serie de alucinaciones incoherentes. Muestra interés por la música clásica y las pinturas impresionistas. Suele quedarse horas en el jardín observando las hojas de los árboles moverse. Locura intermitente. Libre e indigente. Tranquilas. Primera sección.
Un manicomio, La castañeda, espacio creado a principios de la época revolucionaria en México para solucionar el problema de pocos hospitales con capacidad de albergar pacientes con trastornos mentales, adictos y violentos. Espacio que contiene sentimientos olvidados y sombras que no descansan en paz, es un hospital que aunque enmarca miles de historias, personas, sentimientos y emociones de las cuales ya sólo el pasado tiene memoria. Cristina Rivera Garza logra desenterrar a una paciente, llevándola a la vida para poder contar su historia y la razón de su locura. Cómo es que una persona que vivía con su familia en el campo y llegó a la ciudad capitalina en algún momento cruza la delgada línea que la convierte en una persona que vive tras las puertas de La castañeda con una enfermedad mental.
Yo tengo un pasado único, unos ojos únicos y una composición de piel única, cada quién ve los colores bajo diferentes tonalidades, escucha los sonidos a diferente paso, encuentra la luz en diferentes esquinas y percibe las olores con diferente intensidad. Por esto, nuestro propio esquema de color del mundo es un reflejo de nuestros sentimientos y esa pequeña variación que cada persona encuentra en una nota musical es el ritmo que cada quien lleva en su vida. Somos entes y personas por naturaleza únicos, por lo que al igual que nosotros nuestra locura es única y cada quien la vive con diferente intensidad.
La locura manejada en Nadie me verá llorar, es única, es el resultado de la compilación de ideas del pasado, es una plática personal e interna de los personajes que expresan sin más un dolor intermitente que nace de los recuerdos. Es la historia en la que dos personas cruzan el delgado límite que separa a las personas de un mundo en el que se hace lo correcto y el otro en el que se hace exactamente lo que se tiene en la cabeza, de un mundo en el que se visualiza el futuro como una meta y otro en el que las historias del pasado son el futuro mismo. Los protagonistas, Joaquín Buitrago y Matilda Burgos son dos personas que se unen por la necesidad de contarle a otro sus recuerdos más dolorosos, sus ganas de seguir viviendo se limitan a lo que les puedan otorgar sus palabras y como todo tiene un límite, las palabras se terminan, se agotan las historias del pasado y se expone el dolor. Una vez que todo el dolor queda expuesto, por un momento nos quedamos vacíos, se desentierran pedazos de historia que se convierten en reflejos de nuestro presente.
Estas son las imágenes en las que encuentro la locura, el insomnio hasta el amanecer, el eco de una explosión que se
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