Unidad De Trabajo

Unidad de trabajo

Se refiere a la forma en que el coordinador trabaja con el grupo y los efectos que genera en él.

Se compone de tres elementos: el existente, la interpretación y el nuevo emergente.

Primeramente el coordinador recoge datos y trabaja sobre lo que ocurre en el grupo. Observa e interpreta lo que sucede. Su intervención se basa en el comienzo en todo lo que paso anteriormente a su intervención, el existente. Aquí el coordinador encuentra elementos explícitos e implícitos que va a intentar explicar luego.

Luego de su intervención el coordinador observa lo que sucede. Los nuevos acontecimientos se van denominar nuevo emergente, emerge algo diferente a lo que había antes, a lo cual podría denominarse a su vez nuevo existente. Debido a que apareció algo nuevo y a que surge un acontecimiento en el grupo próximo.

A partir de lo mencionado el coordinador haga una lectura operativa y adecuada de lo que ocurre en el grupo y así observar el efecto que tuvo la intervención en el grupo, lo cual desembocara en un nuevo emergente.

Este nuevo emergente no siempre depende de la intervención del coordinador, hay veces que los cambios en el grupo se producen por la intervención de portavoces.

Todo esto tiene como fin hacer un análisis a posteriori sobre de qué paso en una reunión en el vínculo entre el coordinador y los integrantes.

La unidad de trabajo de da cuando el coordinador, en su intervención, apunta al punto de urgencia, que tiene que ver con poseer una sintonía con lo que está pasando en el grupo y a su vez debe tener un timing, que es una cuestión táctica de saber qué decir y en qué momento.

El punto de urgencia se produce cuando el coordinador se da cuenta de algo que está ocurriendo y puede hacer una hipótesis que cree adecuada, busca la posibilidad de que se produzca un insight (límite entre lo explicito e implícito). Este último significa “mirar para adentro” y proviene de la teoría de Gestalt. Esto tiene que ver con una operación psicológica, con la actitud psicológica, que es la disposición que se supone que debe tener un psicólogo social en relación a los seres humanos con que trabaja y en relación a sí mismo. Se apunta a crear o favorecer las condiciones necesarias para que se pueda dar un clima de confiabilidad y de compromiso de los sujetos que están inmersos en el campo.

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