Woodstock: El rock como movimiento político-cultural del siglo XX.

Woodstock: El rock como movimiento político-cultural del siglo XX.

El presente ensayo pretende dar a conocer una visión global del rock, su influencia, su auge dentro del festival de Woodstock y su madurez como movimiento  político-cultural del siglo XX. Se puede destacar al rock como un elemento cultural importante para el proceso de transformación que vivió la sociedad, principalmente norteamericana, en los años 60 y comprender cómo éste puede ser considerado como un elemento catalizador de los deseos y pensamientos de los jóvenes que fueron partícipes del cambio en este período de la historia.

Para la sociedad estadounidense el período de la posguerra fue muy importante en lo que se refiere al crecimiento demográfico, la estabilidad económica y el florecimiento del capitalismo como abanderado de la democracia. En paralelo, el rock apareció como una práctica cultural antagónica que se constituyó como un aparato de identidad, catalizando los sentimientos de inconformidad frente a la cultura desarrollada durante este período. Al igual que la literatura y las artes, la música es un factor de cambio e identidad en las sociedades y lo fue muy especialmente en la transformación de los años 60 en dicho país.

  Los comienzos del rock pueden rastrearse hacia 1955, momento en que se populariza en los Estados Unidos el denominado “Rock and roll”. Este género musical fue la fusión de distintos géneros de música afroamericana (principalmente el rhythm and blues) y la vieja música country, de raíces irlandesas y escocesas.  

 El rock and roll aglutina a un gran número de jóvenes negros postergados por la sociedad que no tenían cabida en esta, posteriormente expandiendo su influencia al resto de los estamentos sociales. Entre los factores que ayudaron a este género musical a ser popularmente masivo y ser considerado como un elemento cultural y político, está la tecnología, sobre todo la televisión. Esta jugó un papel importante en el desarrollo de la difusión no solo de la música en sí, sino que además del estilo de vida que llevaban  aquellos que seguían al movimiento, es decir, su lenguaje, forma de vestir, la interacción entre sus pares, su visión del mundo, etc.

 Durante la década del 60, la guerra de Vietnam se presentó como un elemento que significaba todo lo malo del sistema conservador de ese tiempo y unió a todos los estamentos sociales de Estados Unidos (negros, estudiantes, mujeres, pacifistas, izquierdistas, intelectuales y músicos) movilizados por un objetivo común.   El poder de los movimientos de los sesenta radicó en la masificación de un sentimiento generalizado de descontento frente a las acciones políticas del gobierno, encontrando en la movilización un poder lo suficientemente fuerte para enfrentarse a lo político. Es aquí donde el rock and roll asume un papel clave en la defensa de los derechos civiles, la paz y el anti-imperialismo.

Se puede afirmar que el rock es quizás la forma musical que en el contenido de sus letras “se dice lo que otros callan”, motivo por el que llegó a considerarse este como una contracultura, en particular por la constante referencia crítica al mundo social en el que se desenvolvían: discriminación racial, guerras, pobreza, derechos humanos, corrupción, etc. Los jóvenes tan solo en un par de décadas, se enfrentaron con el fin de generar profundos cambios en la estructura social, y en cierta manera, desafiaron los hilos de poder de las instituciones establecidas.

La contracultura da como resultado la ruptura de los jóvenes con las generaciones predecesoras. El choque de los jóvenes y el movimiento con las instituciones hizo que a finales de los sesenta muchos adoptaran una lucha más individual para lograr el apartarse de lo que representaba la cultura estadounidense. Ese es el caso de las comunidades “hippies”, que nacieron en San Francisco donde intentaron establecerse como grupos pertenecientes a una nueva sociedad. Las formas de vestir, la barba, el pelo, hacer el amor y no la guerra, eran una declaración de “independencia”. Las drogas y la música establecían el escape al sistema y connotaban una lucha contra las desigualdades y la doble moral.

Mientras el movimiento “anti-guerra” crecía, lo hacía también el rock como ente aglutinador de toda esa pléyade variopinta sin cabeza conductora. La contracultura se expandía a pasos agigantados, el rock se había implantado no sólo como la música de la protesta, sino que además como una forma de vida. Sus figuras se habían convertido en ídolos y símbolos de la resistencia juvenil. La droga y el amor libre se habían proclamado como las fuerzas liberadoras de la generación de adolescentes rebeldes. En agosto de 1969, en la pequeña aldea de Woodstock en el estado de Nueva York, cerca de medio millón de jóvenes se congregaron durante tres días para oír a los principales rockeros del momento. El Festival de Woodstock fue el evento más grande e importante de la contracultura de los sesenta y se convertiría en el símbolo del idealismo y sueños de toda una época.

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