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Doctrina monroe vs. doctrina bolivariana


Enviado por   •  29 de Octubre de 2020  •  Documentos de Investigación  •  1.454 Palabras (6 Páginas)  •  1.432 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela

Universidad Bolivariana de Venezuela

Eje Geopolítico Regional General Cipriano Castro

Programa de Iniciación Universitaria

Eje Municipal el Tamá

Sede Táchira

Análisis comparativo entre la Doctrina Monroe y la Doctrina Bolivariana

José Gregorio Sánchez García

     C.I. 17.107.992

San Cristóbal, 03 de julio de 2020

Los pueblos a lo largo de sus generaciones han contado con el liderazgo de algunos o algunas de sus integrantes en el desarrollo de las normas o acuerdos de convivencia que le han otorgado esa paz anhelada por sus habitantes, de manera interna como externa en relación a los pueblos vecinos.

En el devenir histórico dichos liderazgos atravesaron circunstancias religiosas en el que la figura de “Dios” era el que tomaba las decisiones inherentes al desarrollo de la nación, siendo interpretadas por uno o varios delegados conocidos como sacerdotes, profetas. A esto se le ha conocido como Teocracia. Otro sistema conocido y vivido por muchos pueblos es el de la Monarquía, en donde una persona es quien ostenta el poder de un territorio y decide las políticas a ser aplicadas para dicho territorio en beneficio o perjuicio de su pueblo.

En nuestro caso Americano, ya es conocido nuestro “desarrollo” fruto de la invasión española que desde el siglo XV hemos recibido, personeros enviados por un monarca de otro continente que de forma arbitraria mantuvo oprimido a casi todo un continente bajo un vasallaje cultural, social, religioso, económico y político. Todo ello para mancillar la identidad de un pueblo y obtener los beneficios que generalmente han sido de carácter agrícola, mineral, hídrico.

Es el objetivo de este análisis abordar dos propuestas que se desarrollaron en este escenario colonizante, en el que se confrontaron diversas líneas del pensamiento ya entrados los siglos XVII y XVIII a raíz de unos ciudadanos que de manera férrea se oponen a las políticas hegemónicas que por siglos nos tenían azotados como pueblos de un mismo continente.

Por un lado encontramos a la doctrina Monroe, conocida como una corriente de pensamiento encabezada por su fundador: James Monroe, presidente de los Estados Unidos entre 1817 y 1825, época en que Europa ha expandido sus dominios territoriales y Norteamérica se ve amenazada frente a su reciente independencia de Inglaterra y quería mantenerse al margen de cualquier conflicto armado. Dicha doctrina establece que “los continentes americanos, por la libre e independiente condición que han asumido y que mantienen, no deberán ser considerados ya como susceptibles de futura colonización por cualquiera de las potencias europeas”.

Asimismo indica: “(…) La sinceridad y relaciones amistosas que existen entre los Estados Unidos y aquellas potencias, nos obligan a declarar que consideraríamos peligrosa para nuestra paz y seguridad cualquier tentativa de parte de ellas que tenga por objeto extender su sistema a una porción de este hemisferio, sea la que fuere. No hemos intervenido ni intervendremos en las colonias o dependencias de cualquier potencia europea; pero cuando se trate de gobiernos que hayan declarado y mantenido su independencia, y que después de madura consideración, y de acuerdo con justos principios, hayan sido reconocidos como independientes por el gobierno de los Estados Unidos, cualquier intervención de una potencia europea, con el objeto de oprimirlos o de dirigir de alguna manera sus destinos, no podrá ser vista por nosotros sino como una manifestación hostil hacia los Estados Unidos”.

Dicha doctrina será patentada entre los historiadores como: “américa para los americanos” en la que contempla que por esta doctrina Monroe será posible intervenir cualquier país que represente una amenaza para los norteamericanos. Idea que en la mente de los estadounidenses sigue fortaleciéndose ya que en 1786 Thomas Jefferson dice: “Nuestra confederación debe ser considerada como el núcleo del cual saldrán los pobladores del norte y del sur de las Américas”[1]. Es muy evidente como la doctrina Monroe quiere sostener un carácter independentista, pero dicha posición a lo largo de nuestra historia entró en una confrontación ideológica directa, al quererse imponer en nuestra américa a propósito de ese carácter expansionista que Jefferson señala en esta temprana intervención de 1786.

Por esta misma época se gestaba en Venezuela una serie de precursores de un pensamiento liberador, herederos de una corriente conocida como la Ilustración y que llegó a nuestro continente de manos de Francisco de Miranda y junto a Simón Rodríguez encabezan un movimiento que converge en una sola persona, el llamado Libertador, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, un caraqueño de clase social reconocida y que será el protagonista de nuestra siguiente doctrina: El Bolivarianismo.

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