Doctrina Monroe
Enviado por nanzzz • 11 de Noviembre de 2012 • 2.477 Palabras (10 Páginas) • 1.118 Visitas
LA DOCTRINA
MONROE
Los Estados Unidos hicieron, en 1823, la famosa declaración llamada "Doctrina Monroe", obra del Secretario de Estado Adams, durante la administración del presidente James Monroe. Londres la respaldó porque con ello imponía el monopolio financiero anglo a las nuevas Repúblicas que habían surgido de las cenizas del imperio español; así entraban resueltamente los Estados Unidos en la política internacional.
La causa inmediata de la declaración “ Monroe “ fue el temor de que la Santa Alianza interviniera en América, tratando los aliados de restituir otra vez las colonias españolas al despotismo de Fernando VII, como había ocurrido en sus dominios europeos. El ejemplo de Norteamérica y la Revolución Francesa había soliviantado a las colonias de la América Latina y se habían formado allí repúblicas reconocidas por los Estados Unidos, quién no obraban por motivos de pura filantropía. Es verdad que no veían peligro para ellos en que una restitución de los americanos del sur a la corona española sirviera de estimulo para la reconquista por Inglaterra de sus colonias ya emancipadas; pero por el oeste empezaban a aparecer los rusos y el zar Alejandro imponía restricciones a la navegación por el Pacifico a partir del paralelo 55.
Hostigado por la impertinencia rusa y animado por la misma Albión, que declaró que no consentiría el restablecimiento de la soberanía española en la América Latina, Monroe realizó su famosa declaración en 1823.
Asimismo propició el fracaso de los sueños de Bolívar y de su Congreso de Panamá.
No obstante el apoyo de Londres a la “ Doctrina Monroe “, los ingleses pusieron límite al expansionismo de los Estados Unidos de América, no permitiéndole, inicialmente ir más allá del Río Grande. Por esto pudieron sobrevivir las repúblicas centroamericanas, y no procedieron los intentos anexionistas haitianos y yucatecos, y México sobrevivió a la ocupación Americana durante la guerra del ‘47.
Con el crecimiento industrial y demográfico de los Estados Unidos de América, las contradicciones imperiales angloamericanas se resolvieron en favor de los americanos; con el consiguiente cumplimiento del " destino manifiesto ", que se fue formulando con la conquista del Oeste (Far West), la liquidación de la esclavitud de los negros, la apertura del Japón feudal al comercio americano tras el embate de los cañones del comodoro Perry, la Declaración de la Política de Puertas Abiertas en Asia, y la determinante influencia que se ejercía sobre los pueblos al sur del Río Grande.
No se puede escapar el que todo esto tenía que gravitar sobre los destinos de lo que quedaba del viejo imperio español, Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
En 1895, los anti-británicos Estados Unidos de América mediaron a favor de Venezuela en la mencionada querella, en tales términos e invocando la Doctrina Monroe, por lo que Londres tuvo que rechazar airadamente los planteamientos de Washington.
Ante la actitud británica, el secretario de estado Richard B. Olney, haciendo uso de la Doctrina Monroe, envió con fecha 20 de julio una nota al primer ministro Lord Salisbury en la que le decía: …" Los Estados Unidos son hoy, prácticamente, soberanos en América, y su flota es la ley en los asuntos en que intervienen… A causa de que sus infinitos recursos y su aislamiento los hacen dueños de situaciones, y prácticamente invulnerables contra cualquier poder aisladamente o contra los demás poderes juntos "….
La crisis entre ambas potencias fue hecha pública por el presidente Cleveland, mediante un mensaje presidencial al Congreso de los americano, el 17 de diciembre de 1895, diez meses después del Grito de Baire. El Presidente respaldó a Olney, y afirmó que la Gran Bretaña tenía que resolver la disputa a satisfacción de los Estados Unidos, ya que de no hacerlo así, se consideraría como una acción deliberada contra los intereses y derechos americanos. El Congreso lo apoyó, no obstante las protestas de los comerciantes y especuladores de la costa este.
Mientras se substanciaba la crisis, surgió una grave complicación para la Gran Bretaña. Guillermo II de Alemania envió un mensaje a Johannes Paulus Kruger, presidente de la república de Transvaal, felicitándolo por haber derrotado a fuerzas británicas sin apoyo exterior. Lo crítico de la situación forzó a Londres a zanjar sus problemas
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