EL DISCIPULADO
Enviado por Juan Camilo Romero Alzate • 28 de Noviembre de 2019 • Síntesis • 5.654 Palabras (23 Páginas) • 361 Visitas
EL DISCIPULADO
Es común decir que un cristiano es discípulo de Cristo, Maestro y Salvador, es importen por lo tanto conocer a fondo el sentido que toma la palabra "discípulo, cuando se usa para definir al cristiano, habrá que buscarlo en los escritos que dieron origen al cristianismo, que son los libros del Nuevo Testamento. Es el Evangelio de San Juan, el libro de toda la Sagrada Escritura, que más veces emplea la palabra "discípulo", que en griego se dice (μαθητής) MATHETES.
Todos conocemos la espiritualidad y la teología elevada de este evangelio por eso es considerado como el Evangelista Teólogo, en él encontraremos, sin duda, el verdadero significado teológico del término "discípulo", que hay que aplicar a la definición del cristiano, si queremos ser exactos en su interpretación.
Recordemos que San Juan escribió su Evangelio aquellos que no habían conocido personalmente a Jesús, y así pudieran llegaran a tener con él las mismas relaciones, que tuvieron los hombres, que convivieron con el Maestro de Nazaret durante su vida terrena. Por eso este Evangelio puede guiarnos a nosotros, cuáles son las auténticas características de los discípulos de Jesús aplicables a todos los hombres de todos los tiempos.
- LOS DISCIPULOS EN LA LITERATURA GRIEGA Y JUDIA EXTRABIBLICA
- Origen de la palabra griega μαθητής (discípulo)
San Juan designa al discípulo de Jesús es la palabra griega MATHETES, derivada del verbo MANTHANO, que en su significado original equivale a: "dirigir el espíritu hacia algo", que equivale su empleo ordinario al castellano como “aprender” que ha adquirido un significado predominantemente intelectual. Pero el verbo en griego MANTHANO es especialmente una actitud, que se reflejaba en toda la vida y persona del que "dirigía su espíritu" hacia algún modelo o hacia alguna persona.
En la literatura griega en el libro cuarto de las Historias de Heródoto habla de un hombre llamado Anakarsis se le llama "discípulo" éste hombre en su propia región asimiló e hizo propia la cultura extranjera griega, que se reflejaba de un modo notable en su vida por los "gestos y costumbres" que manifestaba. Esto le llegó, incluso, a costar la vida a manos de sus conciudadanos, que se sentían ofendidos por la manera de comportarse de aquel compatriota suyo que se había "convertido" a la cultura y modo de vivir de los griegos.
Aquí vemos que no era una relación puramente intelectual la que mediaba entre el discípulo y el maestro en los orígenes del vocablo MATHETES dentro de la cultura griega, sino la idea de un compromiso vital, que tenía sus consecuencias en una actitud, que incluso, podía llegar a costarle la vida al verdadero discípulo.
Por lo tanto, si hay un discípulo también existe un DIDASCALOS (maestro), entonces no sólo se aprendían teóricamente sus enseñanzas, sino que se asimilaba, incluso en el modo de comportarse en la vida, toda la sabiduría del "maestro". Para ello el discípulo no sólo asistía a la escuela del maestro, sino que convivía con él a lo largo de toda su vida.
Así aparece en la actitud que tomaban con sus maestros los discípulos de los filósofos griegos, sin embargo en los diálogos de Platón, por ejemplo las relaciones entre los discípulos y los filósofos de su época aparecían llenas de notas peyorativas: los maestros consideraban la ciencia como una simple mercancía, mientras que los discípulos sólo buscaban la sabiduría como un medio de influir políticamente en la sociedad.
Por eso, Sócrates, cuando aparece en los Diálogos de Platón, nunca emplea la palabra MATHETES (discípulo) para nombrar a sus seguidores, sino que a éstos les da el título de "compañeros". El no quería ocupar la cátedra de "maestro", sino ser un "amigo", que quería ayudar a los jóvenes a encontrar la sabiduría en sí mismos. A pesar de todo, la palabra MATHETES no desaparece de la literatura griega. Siguió siendo la palabra clásica para indicar que una persona pertenecía a una determinada escuela de filósofos.
Por otro lado tampoco es absolutamente necesario el haber convivido materialmente con el maestro para ser llamado su discípulo, sólo bastaba tener con él un vínculo espiritual de ideas o gustos literarios. En este sentido el orador y filosofo Dión Crisóstomo llega a decir que Sócrates fue verdadero discípulo de Homero, muy anterior a él en el tiempo, solamente porque fue "aficionado" a él.
Posteriormente, entre los discípulos de Pitágoras y Epicuro la idea de discípulo llegó a adquirir un sentido casi religioso. Los discípulos de Pitágoras no sólo reverenciaban la persona de su maestro, sino que también veneraban sus mismas palabras, que eran respetuosamente repetidas bajo el famoso adagio de "magister dixit" (el maestro dijo), seguían al pie de la letra sus normas de vida.
Estos matices que ya contenía la palabra "discípulo" en la literatura griega nos ayudará a comprender el significado que dicha palabra fue tomando en la literatura judía y cristiana anterior al cuarto Evangelio.
- Los TALMIDIM judíos, fieles reflejos de los discípulos griegos
En toda la literatura del Antiguo Testamento, en su traducción griega de los Setenta (LXX), no aparezca la palabra griega MATHETES, a esta falta del término MATHETES corresponde también la falta de la palabra y también casi nula de DIDASKALOS (maestro). Que si se empleaba quizás en algunos textos era para referirse a alguien fuera del marco del pueblo de Israel.
Por consiguiente, vemos que en el mundo judío del Antiguo Testamento falta la relación discípulo-maestro, que se daba en la literatura griega. El pueblo elegido de Yahwé, no conocía otro maestro que su Dios y Señor (Dt. 6,4), ni otra ciencia, que su voluntad manifestada por unos hombres, que siempre se consideraron como meros portavoces suyos. Tal fue el caso de Moisés y los Profetas, que siempre que actuaban y enseñaban lo hacían de un modo reflejo y manifiesto no en nombre propio, sino en el nombre de Yahwé, el Señor.
Sin embargo, en tiempos de Jesucristo sí abundaban en Israel las personas doctas, el título de "RABBI", que a la letra significaba "mi señor", pero que por un uso especial fue tomando el significado de "maestro". Este título distinguía Doctores de la Ley y a cualquier persona, que reuniese en torno a sí "discípulos", para instruirlos en la única ciencia que se estudiaba en Israel: la Ley de Yahwé expresada en los libros de Moisés, la Thorá.
El ideal religioso en Israel era que todo judío de tal modo se imbuyera en el conocimiento de la Thorá y su interpretación, incluso el Mesías deseado el gran modelo de esta dedicación se esperaba, que el mismo Yahwé sería el que enseñara su Ley al pueblo. Mientras tanto, para aprender la Thorá, no se podía prescindir de los maestros humanos. De tal modo era imprescindible la labor del "RABBI", que, para llegar a obtener el título de Doctor de la Ley, necesariamente había que hacerse discípulo de algún "RABBI"
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