EL SENTIDO DE ACOGIDA Y DE PERDÓN EN LAS RELIGIONES ANTIGUAS
Enviado por mbateko1973 • 8 de Marzo de 2018 • Reseña • 4.425 Palabras (18 Páginas) • 158 Visitas
CURSO DE TEOLOGIA SOBRE LOS SACRAMENTOS DE
LA RECONCILIACIÓN Y LA UNCIÓN.
DIRIGIDO POR EL DOCENTE
FRAY HECTOR EDUARDO LUGO GARCIA. SACERDOTE FRANCISCANO
FACULTAD DE TEOLOGIA DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD
JAVERIANA DE BOGOTA
15 DE MARZO DE 2012
Muy apreciados estudiantes de Reconciliaicón:
Reciban mi fraternal saludo.
Les estoy enviando el material que introduje sobre la concepción de perdón, reconciliación y los dioses en otras religiones. Me interesa cómo comparan ustedes el tema con lo nuestro.
Amplío el tema con unas reflexiones que he hecho en relación con la concepción de “Dios o Dioses” en las grandes religiones.
EL SENTIDO DE ACOGIDA Y DE PERDÓN EN LAS RELIGIONES ANTIGUAS
Los antropólogos de la religiosidad y los especialistas en historia de las religiones, entre otros, han afirmado que la religión en general provoca sentimientos de culpa, provoca igualmente angustia y desarrolla una permanente zozobra producida por una serie de fantasmas religiosos creados por las mismas estructuras institucionales.
Ahora bien, es cierto que el hombre se percibe frágil pero con deseos irreprimibles de totalidad, de comunicación y de propiedad de todo lo que lo rodea. El hombre quiere ser “Dios” pero se estrella con sus propias limitaciones, con sus fracasos, con el dolor y la muerte y esto no lo quiere aceptar y por esto termina buscando su inacabamiento, bien sea en la magia o si no en las religiones que le ofrecen plenitud y totalidad o en las religiones para las cuales no existe ninguna clase de pecado ni culpabilidad.
Hay quienes, conscientes de tener un déficit existencial, buscan las religiones teístas en donde la comunicación con el Otro es fundamental y en donde se establece un diálogo con ese Otro apareciendo la oración, el sacrificio y los ritos, cargados de signos y de símbolos. Por lo anterior la oración puede ser dervirtuda en su enfoque verdadero, convirtiéndola en un medicamente que cura la relación con el Otro.
Se hacen alabanzas y acciones de gracias y la ritualidad tiene una enorme carga de interés pues también busca la fertilidad, la fecundidad, la purificación y la expiación, fuera del bienestar y la tranquilidad de conciencia.
Es como una obsesión ante la culpa; es como un permanente reproche ante la fragilidad y la limitación.
Y para aproximarnos a nuestro asunto, veamos cómo se multiplican los ritos de purificación y de lsacrificios, que con palabras, gestos y ofrendas, son el medio para comunicarse con la divinidad obteniendo así la reconciliación con Dios o con los dioses, como lo afirma Antoine Vergote.
Así pues el sacrificio establece la diferencia entre el hombre y dios pero al mismo tiempo une al hombre con su dios, reconoce su dependencia pero no quisiera depender de ese Otro ya que esa resistencia provoca el sentimiento de culpa frente a Dios (dios) y crea la necesidad del perdón.
Podríamos decir que en las grandes religiones teístas y también en las monotesitas, el hombre necesita del perdón permanente de Dios.
Más aún, cuando el hombre opta por reconocer abiertamente a Dios y le expresa su agradecimiento por sus beneficios, quiere y necesita “reparar” el rechazo que había experimentado, restableciendo el vínculo que se había roto.
Por todo lo anterior, las religiones procuran solucionar el problema del mal en el hombre, para renovarse y reconciliarse consigo mismo, mediante gestos, palabras y ritos que respondan a la exigencia de toda reconciliación vista desde la antropología teológica.
En primer lugar se trata del reconocimiento de la transgresión o de lo que llamamos pecado. En segundo lugar, el deseo de mejorar y de cambiar de actitud o de lo que llamamos conversión y en tercer lugar, la esperanza de obtener el perdón o lo que llamamos reconciliación.
Los tres aspectos se hacen realidad mediante una “confesión” ritual que está presente en las grandes religiones con una carga de emoción, de temor y de angustia.
Pero la confesión depende de la idea que se tenga del mal, la cual va desde pensar que el pecado es una mancha que contamina, hasta creer que se trata de rebelarse, de ser infiel, de ser adúltero, de ser sordo a un llamado o incluso el sentirse perdido.
Y por esto aparecen los símbolos de lo puro y de lo impuro que se hacen patentes en la ritualidad, como bañarse, quemar cosas, expulsar demonios, esconder objetos, alejarse de personas o cosas o incluso escupir y trasbocar.
Pero el tema de la impureza o suciedad se supera cuando se toma conciencia de que la conversión no es asunto de purificación moral o ética, sino de rompimiento entre Dios y el hombre y de los hombres entre sí. Es como si no hubiera una especie de Wi-Fi en el espacio terrenal para comunicarse con dios. En otras palabras como si se necesitara un Wi-Fi sacramental para reparar les desreconciliación con la divinidad.
Y aquí es en donde el pecado comienza a entenderse como ruptura de vínculos. Por esto en la mayoría de las religiones, el pecado es más de carácter religioso (ligar o religare) que de carácter ético (cumplir o no cumplir).
Entre los babilonios y los asirios había la concepción del perdón de los pecados como el alejamiento de una enfermedad o de una desgracia, las cuales eran consideradas como castigo de los dioses.
Estos se irritan debido a los pecados del hombre, pero se aplacan si les ofrecen regalos y sacrificios, si se toma la iniciativa de confesar las faltas en forma sintética y si se hacen plegarias para el sosiego del corazón, apelando a la munificencia de los dioses y presentando disculpas por la debilidad.
Lógicamente que el perdón procedía de las divinidades principales, pero se invocaba la intercesión de las divinidades tutelares o secundarias, para que dicho perdón se obtuviera más fácilmente. Notemos que en general en las religiones no existe la relación Amor-Perdón, sino la relación Ofrendas y sacrificios – Perdón.
Entre los sumerios y acadios la noción de pecado no tiene connotaciones religiosas sino éticas es decir es una falta o transgresión a las normas y la idea de un castigo por parte de los dioses solo aparece hacia el año 2000 antes de Cristo, por esto la víctima de una desgracia busca en sí misma la causa de esa desgracia y procura averiguar el motivo que desagradó a la divinidad para enviar dicha desgracia.
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