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INFORME EL PROBLEMA DEL DOLOR


Enviado por   •  22 de Enero de 2022  •  Informe  •  1.284 Palabras (6 Páginas)  •  192 Visitas

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INFORME DE LECTURA: LEWISAREGEMIRO DÍAZ 05 DE 10 DE 2014

El título del libro o artículo: El Problema del Dolor. Autor: C. S. Lewis  

Evaluación de lo leído usando la escala de uno a diez: 10

Resumen del texto o artículo y sus sesiones mayores

C. S. Lewis en este libro trata el tema del dolor, no desde la experiencia de vida que él haya tenido, pero si desde su punto de vista teológico y filosófico del tema, teniendo como propósito único “resolver el problema intelectual que surge ante el sufrimiento” (p. 1)[1]. El autor inicia su libro planteando el problema en que se arrincona un ateo para no creer en Dios: la aparente ausencia de Dios del universo. En su introducción aborda el problema del dolor y sobre éste sostiene que siempre ha existido sobre la vida humana, y que nuestra fe se origina en un pueblo oprimido en Egipto (p. 4). En esta introducción también plantea la base de la religión cristiana como principio para una respuesta al problema del dolor, en cuatro aspectos: el numinoso (p. 4), la moralidad (p. 6), el temor reverencial (p. 7), y el hecho histórico (p. 7).

El libro se divide en nueve capítulos que tratan el tema del dolor. En el primer capítulo aborda el tema de la omnipotencia divina, sosteniendo que: “continúa siendo verdadero que con Dios todo es posible; las imposibilidades intrínsecas no son otra cosa que inexistencias” (p. 10). Y que de igual manera advierte que:

La libertad de Dios consiste en que no hay causa otra que Él mismo que produzca sus actos, ni obstáculo externo que los impida; en que su propia bondad es la raíz de la cual crecen todos sus actos y su propia omnipotencia el aire en el cual florecen. (p. 13).

Él no está responsabilizando a Dios del dolor, pero está afirmando que Dios es soberano ante todo.

El segundo capítulo trata el tema de la bondad divina y en este capítulo hace ciertas afirmaciones que nunca había considerado. Por ejemplo: “Lo que nos parece bueno puede, por lo tanto, no ser bueno a sus ojos (los ojos de Dios); y lo que nos parece malo, puede no serlo” (p. 14). Este planteamiento es retador y nos muestra otra forma de considerar las cosas. Él invita al lector a adoptar las ideas de la bondad divina para que estas dominen su pensamiento.

En el tercer capítulo aborda el tema de la maldad humana, tratando el problema ontológico de la maldad en la que todos los seres humanos estamos sumergidos. El autor sostiene que “para el cristianismo es esencial recuperar el antiguo sentido de pecado” (p. 23), que nos permitirá contextualizar nuestra situación como personas creadas por Dios pero dañadas por el pecado, a las que cristo vino a salvar. El cuarto capítulo trata de la caída del hombre, que en esencia fue lo que originó el problema de la maldad humana descrita en el capítulo anterior. El efecto o los resultados de la caída se transfirieron a todas las generaciones y afectaron todas las cosas. Sostiene el autor que: “el mundo es una danza en la cual el bien que desciende de Dios, es alterado por el mal que surge de las creaturas” (p. 34), y termina diciendo que “nuestra actual condición, entonces, se explica mediante el hecho de ser miembros de una especie deteriorada” (p. 34). Ese es el contexto resultante de la caída.

El capítulo cinco trata ahora sí el problema del dolor humano que es la razón de ser del libro. Una de las cosas que el autor mantiene es que, “son los hombres, y no Dios, quienes han producido potros de tortura” (p. 37), es decir, todas aquellas cosas que causan dolor al mismo ser. El autor distingue dos clases de dolor: un tipo de sensación producida por las fibras nerviosas y el otro es cualquier experiencia, ya sea física o mental que degrada al paciente (p. 37). Según él, “el dolor es no sólo un mal inmediatamente reconocible, sino un mal imposible de ignorar” (p. 38). Para el autor el dolor es usado por Dios como un mecanismo para despertarnos y ayudarnos a ver la necesidad que tenemos de él. Dice él: “No hay duda de que el dolor, como megáfono de Dios, es un instrumento terrible; pero otorga al hombre malvado la única posibilidad que puede tener para enmendarse” (p. 39), podríamos decir que el dolor es un mal necesario; es casi la manera más efectiva en la que reconocemos a Dios y nos volvemos a Él.

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