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La salvacion viene de Jesucristo


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2015  •  Trabajo  •  2.105 Palabras (9 Páginas)  •  191 Visitas

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Colegio: El Salvador

Curso: 4°

Practicante: Salinas José Facundo

Materia: Religión

La Salvación viene de Jesucristo

Desafío

Seguro muchos de ustedes en algún momento tuvieron la necesidad de alguien que los ayude con  una situación que se les fue de las manos.

¿Se metían en muchos problemas cuando eran niños? Quiero que me cuenten alguna macana que se hayan mandado o alguna situación que los haya puesto a prueba y que necesitaron de ayuda para superarla.

Dejo que los chicos compartan sus experiencias.

En estas situaciones, ¿qué sintieron? (miedo, temor, vergüenza, inquietud, etc.)

¿Cómo salieron de esa situación?¿Cómo la superaron?

¿Quién te salvó?

Que importante esta palabra: “Salvar”. ¿Qué es para ustedes salvar?

El diccionario nos dice:[pic 1]

salvar

verbo transitivo

  1. Librar a una persona o a una cosa de un peligro o de una amenaza, o solucionar un problema grave o una situación difícil o comprometida.

"le salvaron la vida; se salvó gracias a que sabía nadar; le salvó de la ruina; en vano intentaba salvar un festival en vías de extinción".

  1. Evitar o superar un obstáculo, un contratiempo o un peligro.

"salvar un desnivel; un foso difícil de salvar; salvan los obstáculos que encuentran en su camino; hubo de ser él, una vez más, quien salvara aquella situación tan comprometida"

Contenido

¿Qué significa salvar?

Juan Pablo II explicó en qué medida y profundidad es preciso entender la salvación alcanzada por Jesucristo en los siguientes términos:

“Salvar significa liberación del mal. Aquí no se trata solamente del mal social, como la injusticia, la opresión, la explotación; ni solamente de las enfermedades, de las catástrofes, de los cataclismos naturales y de todo lo que en la historia de la humanidad es calificado como desgracia.”

“Salvar quiere decir liberar del mal radical, definitivo. Semejante mal no es siquiera la muerte. No lo es si después viene la resurrección (…). El mundo no tiene un poder semejante de salvación para el hombre. Solamente Dios salva, y salva a toda la humanidad en Cristo. El mismo nombre de Jesús, Jeshua (“Dios que salva”) habla de la salvación (…).”

 “Salvar quiere decir liberar del mal radical. Semejante mal no es solamente el progresivo declinar del hombre con el paso del tiempo y su abismarse final en la muerte. Un mal aún más radical es el rechazo del hombre por parte de Dios, es decir, la condenación eterna como consecuencia del rechazo de Dios por parte del hombre” (Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, 1995).

El cristianismo profesa que la “muerte es vida” y que solo es absoluto el futuro eterno del hombre. El creyente en Cristo sabe que su vida puede ser salvada para toda la eternidad y que tiene la posibilidad de adquirir la salvación eterna, pues no será condenado, si no pretende, el mismo, rechazar a Dios.

Repasamos un poco lo que dice Juan Pablo II. “Salvar quiere decir liberar del mal radical” ¿Qué quiere decir con esto?

¿Cuál es la condición para la salvación eterna?

La promesa de un salvador

Desde el principio, Dios se presenta como el Salvador del hombre. Este mensaje está presente en todo el Antiguo Testamento. Los profetas anuncian al pueblo y le advierten de que fuera de Yahvé no hay salvación.

Lo que en el Antiguo Testamento eran promesas, en el Nuevo Testamento se torna realidad. La promesa de un salvador en el AT se cumple con la venida al mundo de Jesucristo. Cuando el ángel visita a María, le anuncia que va a tener un hijo al pondrá por nombre Jesús, que significa “salvador”.

Jesucristo vino a salvarnos de nuestros pecados

La mayoría de los males que sufre el mundo son consecuencias de aquel primer pecado y de los pecados personales de los hombres: las guerras, los odios, el terrorismo, los homicidios, las injusticias sociales, la violencia doméstica, la marginación y la muerte de tantos inocentes.

La salvación que nos ha traído Jesucristo no es en relación a las cosas del mundo sino que es la salvación del pecado. Por eso san Pablo nos dice: Jesús murió por nuestros pecados según las Escrituras.(1 Cor 15, 3)

El pecado del hombre es el verdadero mal y la principal causa del sufrimiento y del dolor que hay en el mundo (CIC 57).

El pecado del hombre puede causar la condenación eterna, como consecuencia del rechazo voluntario del amor de Dios por parte de los seres humanos. El infierno es la eternidad sin Dios elegida libremente.

Jesucristo, con su Muerte y Resurrección, redimió al hombre de modo admirable. Por eso exclama San Pablo: Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Rm 5, 20).

No obstante, perduran en todos nosotros las consecuencias del primer pecado, el original. Todo hombre y toda mujer nacen con una inclinación al mal (concupiscencia), como herencia del pecado de nuestros primeros padres.

La Pasión de Cristo ilumina el misterio del sufrimiento

¿El sufrimiento tiene algún sentido para el cristiano?

¿Cómo debe enfrentar el cristiano el sufrimiento?

Juan Pablo II sufrió un cruel atentado terrorista (13 de mayo de 1981) y como consecuencia tuvo que sufrir varias intervenciones quirúrgicas, convirtiéndose en un experto en el tema del sufrimiento. Él nos escribió:

“El sufrimiento es una realidad terriblemente verdadera e incluso atroz y desgarradora. Dolores físicos, morales, espirituales afligen a la pobre humanidad de todos los tiempos. Debemos estar agradecidos a la ciencia, a la técnica, a la medicina, a las organizaciones que tratan, por todos los medios, de aliviar el sufrimiento, pero este siempre parece quedar victorioso (…)”.

“Pues bien, nosotros cristianos, mirando a Jesús crucificado, encontramos la fuerza para aceptar este misterio. La fe en Cristo no suprime el sufrimiento, pero lo ilumina, lo eleva, lo purifica, lo vuelve válido para la eternidad”.

El cristiano posee la clave que permite descifrar el sentido del dolor: la cruz de Cristo. Como Jesucristo asumió todos los dolores físicos y morales y murió en un suplicio terrible, el creyente sabe desde entonces que el sufrimiento es camino de redención.

El valor positivo que da el cristianismo a la cruz no cabe juzgarlo como un elogio al dolor por el dolor. Al contrario, el cristianismo apuesta por el amor y la felicidad del hombre. El dolor no se acepta por sí mismo sino como expiación por nuestros pecados, como purificación, una respuesta de amor a Jesucristo, una respuesta al amor con que Dios nos ha amado.

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