Sintesis El Nuevo Testamento
Enviado por bjarry • 1 de Septiembre de 2021 • Ensayo • 3.466 Palabras (14 Páginas) • 171 Visitas
SEMINARIO BAUTISTA DE COLOMBIA
HISTORIA DEL
NUEVO TESTAMENTO
POR
JARRY GIOVANNY BERMÚDEZ CASTELLANOS
COLOMBIA, BOGOTÁ
JULIO 2021
Contenido
HISTORIA DEL NUEVO TESTAMENTO 3
La vida de Jesucristo 3
El ministerio de los apóstoles 5
A. En Jerusalén. 5
B. Desde Jerusalén hacia toda Judea. 5
C. Desde Antioquía hasta Roma. 6
BIBLIOGRAFIA 8
HISTORIA DEL NUEVO TESTAMENTO
La vida de Jesucristo
El Nuevo Testamento nos lleva al clímax de la obra redentora de Dios, por cuanto nos presenta al Mesías, Jesucristo, y el comienzo de su Iglesia. Los escritos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos hablan acerca del ministerio de Jesús. Estos escritores fueron testigos oculares de la vida de Jesús, pero no nos ofrecen una biografía completa de Jesús. Todo lo que ellos registraron sucedió realmente, pero ellos se centraron en el ministerio de Jesús.
Los hombres que escribieron los Evangelios hicieron lo mismo. Se propusieron explicar la Persona y la obra de Jesús, al registrar lo que El hizo y dijo. Cada escritor presenta un concepto levemente diferente de Jesús y de lo que El hizo. Los escritores de los evangelios no trataron de relatar todos los acontecimientos de la niñez de Jesús, porque esa tampoco era la razón por la cual escribían. Tampoco trataron de ofrecernos un diario de la vida de Jesús. Se apegaron a lo que tiene importancia en relación con la salvación y el ser discípulo.
Muchas personas saben los datos relacionados con el nacimiento y la infancia de Jesucristo. Todas las navidades oímos los bien conocidos villancicos que se refieren a la virgen María (la madre de Jesús), al viaje de ella a Belén montada en un asno, y al nacimiento del niño Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, quien vino a la tierra a salvar al pueblo de Dios. Oímos la conocida historia de cómo Jesús nació en Belén, del pesebre donde fue acostado, y de los ángeles que anunciaron su nacimiento a los pastores. Sabemos que los ángeles declararon que Jesús era el Rey davídico que estaba prometido desde hacía mucho tiempo.
Los magos que le trajeron regalos al niño Jesús son personajes misteriosos. No sabemos de qué país (o países) vinieron; sólo sabemos que eran “del oriente” (Mateo 2:1). Estudiaron las estrellas y comprendieron que un nuevo rey había nacido entre los judíos; así que acudieron a Jerusalén, la capital judía, a presentarle sus respetos, trayéndole tres presentes que ellos ofrecieron: oro, incienso y mirra (Mateo 2:11). Es obvio que los magos llegaron para ver a Jesús varios meses después que nació.
Después que nació Jesús, sus padres lo dedicaron en el templo de Jerusalén (Lucas 2:22–28). Comenzaron a enseñarlo a vivir “en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).
El rey Herodes quiso estar seguro de que el pueblo no se congregara en torno al Rey infante para iniciar una rebelión; así que ordenó a sus soldados que mataran a todos los niñitos de Belén (Mateo 2:16). La familia de Jesús huyó a Egipto para escapar del perverso decreto. Después que Herodes murió, regresaron a Palestina y se establecieron en el pueblo de Nazaret.
La Biblia no dice nada acerca de Jesús hasta que tuvo unos doce o trece años de edad. Fue entonces cuando, para asumir el papel que le correspondía en la congregación judía, Él tuvo que hacer una visita especial a Jerusalén y ofrecer un sacrificio en el templo. Mientras estaba allí, habló con los líderes religiosos acerca de la fe judía. Demostró una comprensión extraordinaria del verdadero Dios, y sus respuestas asombraron a los líderes. Posteriormente, cuando sus padres iban de regreso al hogar, descubrieron que Jesús no estaba con ellos. Lo hallaron en el templo, hablando aún con los eruditos judíos.
De nuevo, la Biblia guarda silencio hasta presentamos los sucesos con los cuales comenzó el ministerio de Jesús, cuando Él tenía unos treinta años de edad. En primer lugar, vemos a Juan el Bautista, que sale del desierto y predica en las ciudades de la orilla del río Jordán, e insta al pueblo a que se prepare para recibir a su Mesías (Lucas 3:3–9). Juan había nacido en una familia piadosa, y cuando creció llegó a amar y servir a Dios con fidelidad. Dios hablaba por medio de Juan, y las multitudes del pueblo clamaban por oír su predicación. Él les decía que se volvieran a Dios y comenzaran a obedecerle. Cuando vio a Jesús, proclamó que este Hombre era “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Juan bautizó a Jesús; y cuando Jesús subía del agua, Dios envió su Espíritu Santo en forma corporal como paloma, que se posó sobre El.
El Espíritu Santo llevó a Jesús al desierto, donde ayunó cuarenta días. Mientras se hallaba en este débil estado, el diablo se le acercó y trató de tentarlo de varias maneras. Jesús rechazó al diablo y le dijo que se apartara de Él. Entonces llegaron los ángeles a servirle y a confortarlo.
Al principio, Jesús fue un hombre popular. En la región que rodea al mar de Galilea, asistió a una fiesta de bodas y convirtió el agua en vino para servir a los invitados. Este es el primero de sus milagros que la Biblia menciona. Demostró que Él era verdaderamente Dios, tal como también lo demostraron sus milagros posteriores. De Galilea, Él se dirigió a Jerusalén, y allí sacó del templo a un grupo de mercaderes. Por primera vez afirmó públicamente su autoridad sobre la vida religiosa de su pueblo. Esto hizo que muchos líderes religiosos se volvieran contra Él.
Uno de esos líderes, Nicodemo, comprendió que Jesús estaba enseñando la verdad acerca de Dios. Acudió a Él una noche, y le preguntó cómo podía entrar en el reino de Dios, que es el reino de la redención y de la salvación. Jesús le dijo a Nicodemo que tendría que “nacer de nuevo” (Juan 3:3); en otras palabras, tenía que llegar a ser una nueva persona. De esta conversación entre Jesús y Nicodemo, aprendemos que un cristiano es una persona que ha nacido de nuevo.
Cuando Juan el Bautista comenzó a predicar y a atraer grandes multitudes en Judea, Jesús regresó a Galilea. Allí realizó muchos milagros y fue rodeado por inmensas multitudes. Infortunadamente, las multitudes estaban más interesadas en los milagros que en las enseñanzas de Jesús.
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