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REINA-VALERA ACTUALIZADA NUEVO TESTAMENTO


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2012  •  26.980 Palabras (108 Páginas)  •  763 Visitas

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iniquidad y purificar para sí mismo un pueblo propio, celoso de buenas obras.

15 Estas cosas habla, exhorta y reprende con toda autoridad. ¡Que nadie te

menosprecie!

Capítulo 3

1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y a las autoridades, que

obedezcan, que estén dispuestos para toda buena obra; 2 que no hablen mal de

nadie, que no sean contenciosos sino amables, demostrando toda consideración

por todos los hombres. 3 Porque en otro tiempo nosotros también éramos

insensatos, desobedientes, extraviados. Estábamos esclavizados por diversas

pasiones y placeres, viviendo en malicia y en envidia. Eramos aborrecibles,

odiándonos unos a otros. 4 Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro

Salvador y su amor por los hombres, 5 él nos salvó, no por las obras de justicia

que nosotros hubiésemos hecho, sino según su misericordia; por medio del

lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo, 6 que él

derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro

Salvador. 7 Y esto, para que, justificados por su gracia, seamos hechos

herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. 8 Fiel es esta palabra.

Acerca de estas cosas, quiero que hables con firmeza, para que los que han

creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y

útiles a los hombres.

9 Pero evita las contiendas necias, las genealogías, las controversias y los

debates acerca de la ley; porque de nada aprovechan y son vanos. 10 Después

de una y otra amonestación, rechaza al hombre que causa divisiones,

11 sabiendo que el tal se ha pervertido y peca, habiéndose condenado a sí

mismo. 12 Cuando yo envíe a ti a Artemas o a Tíquico, procura venir a mí a

Nicópolis, pues allí he decidido pasar el invierno. 13 Encamina a Zenas, maestro

de la ley, y a Apolos, para que no les falte nada. 14 Y aprendan los nuestros a

dedicarse a las buenas obras para los casos de necesidad, con el fin de que no

sean sin fruto. 15 Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos

aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros.

FILEMÓN

1 Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo; a Filemón el amado

y colaborador nuestro, 2 a la hermana Apia, a Arquipo nuestro compañero de

milicia, y a la iglesia que está en tu casa: 3 Gracia a vosotros y paz de parte de

Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. 4 Doy gracias siempre a mi Dios,

haciendo mención de ti en mis oraciones; 5 porque oigo del amor y de la fe que

tienes para con el Señor Jesús y hacia todos los santos, 6 de manera que la

comunión de tu fe ha venido a ser eficaz en el pleno conocimiento de todo lo

bueno que hay en nosotros para la gloria de Cristo. 7 Porque tuve gran gozo y

aliento por tu amor, pues los corazones de los santos, oh hermano, han sido

confortados por medio tuyo.

8 Por lo tanto, aunque tengo mucha confianza en Cristo para ordenarte lo

que conviene, 9 más bien intercedo en amor — siendo como soy, Pablo anciano

y ahora también prisionero de Cristo Jesús — ; 10 intercedo ante ti en cuanto a

mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones. 11 En otro tiempo él te

fue inútil; pero ahora es útil, tanto para ti como para mí. 12 Te lo vuelvo a enviar,

a él que es mi propio corazón. 13 Yo deseaba retenerlo conmigo, para que en tu

lugar me sirviera en mis prisiones por el evangelio. 14 Pero sin tu consentimiento

no quise hacer nada, para que tu bondad no fuera como por obligación, sino de

buena voluntad. 15 Pues quizás por esta razón se apartó por un tiempo, para que

lo recibas ahora para siempre; 16 ya no como a un esclavo, sino más que

esclavo, como a un hermano amado, especialmente para mí, pero con mayor

razón para ti, tanto en la carne como en el Señor. 17 Así que, si me tienes por

compañero, recíbele como a mí mismo. 18 Si en algo te hizo daño, o te debe,

ponlo a mi cuenta. 19 Yo, Pablo, lo escribo con mi propia mano: Yo lo pagaré;

por no decirte que también tú mismo te me debes a mí. 20 Sí, hermano, yo

quisiera tener este beneficio de ti en el Señor: ¡Conforta mi corazón en el Señor!

21 Habiendo confiado en tu obediencia, te escribo sabiendo que harás aun más

de lo que digo. 22 A la vez, prepárame también alojamiento, pues espero que

mediante vuestras oraciones yo os sea concedido. 23 Te saludan Epafras, mi

compañero de prisiones por Cristo Jesús, 24 y mis colaboradores Marcos,

Aristarco, Demas y Lucas. 25 La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro

espíritu.

HEBREOS

Capítulo 1

1 Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas

maneras a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado

por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por medio de quien,

asimismo, hizo el universo. 3 El es el resplandor de su gloria y la expresión

exacta de su naturaleza, quien sustenta todas las cosas con la palabra de su

poder. Y cuando había hecho la purificación de nuestros pecados, se sentó a la

diestra de la Majestad en las alturas.

4 Fue hecho tanto superior a los ángeles, así como el nombre que ha

heredado es más excelente que el de ellos. 5 Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo

Dios jamás: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy; y otra vez: Yo seré para

él, Padre; y él será para mí, Hijo? 6 Otra vez, al introducir al Primogénito en el

mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. 7 Y de los ángeles dice: El

hace a sus ángeles vientos, y a sus servidores llama de fuego; 8 mientras que del

Hijo dice: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos; cetro de rectitud es

el cetro de tu reino. 9 Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad; por lo cual te

ungió Dios, el Dios tuyo, con aceite de alegría, más que a tus compañeros. 10 Y:

Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. 11 Ellos

perecerán, pero tú permaneces; todos ellos se envejecerán como un vestido. 12 Como a

manto los enrollarás, y serán cambiados como vestido. Pero tú eres el mismo, y tus

años no se acabarán. 13 ¿Y a cuál de sus ángeles ha dicho jamás: Siéntate a mi

diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? 14 ¿Acaso no son

todos

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