Un Testamento Nuevo
Enviado por CALET • 13 de Marzo de 2013 • 1.148 Palabras (5 Páginas) • 276 Visitas
La inmensa mayoría de los que han dado al mundo, en sus lenguas nacionales, el contenido de la historia de Yeshua,
el Rabino de Nazaret, como aparecen en los documentos conocidos popularmente como Nuevo Testamento, han
realizado una de las labores más nobles y extraordinarias al servicio de la humanidad que jamás se haya hecho.
Por razones que ahora podemos entender, en tan davídico trabajo fue descuidado su trasfondo hebraico que es
vital para una comprensión apropiada de los dichos de nuestro Maestro y sus Emisarios.
En el análisis de ese trasfondo, debemos recordar dos hechos centrales: primero, la realidad histórica, religiosa y
política de Israel en el tiempo cuando hizo su aparición nuestro Rabí; y segundo, los elementos posteriores que tienen
lugar a partir del servicio al Eterno realizado por Yeshua.
¿Cuáles fueron esos elementos? Específicamente, y como él mismo lo previera, la destrucción del Estado de
Israel, incluyendo la ciudad de Yerushaláyim y el Templo, y más adelante en el tiempo, como sus Emisarios
advirtieron, la triste e innecesaria separación de los creyentes de origen no judío de sus raíces hebreas.
En relación con lo primero, debemos destacar los hechos que ubicarán al lector del Nuevo Testamento Textual
Hebraico en el tiempo y espacio apropiados para comprender rectamente las palabras y dichos del Maestro.
Definir lo sucedido entre Malaquías y Mateo, como el proceso de transición entre ciertas promesas y su consumación,
nos introduce a un mundo que es necesario conocer bien para interpretar, apropiadamente, tanto a Yeshua como a
Ya'akov, como a Shaul y los demás escritores sagrados, hijos de aquellas circunstancias en las que vivieron y con las
que interactuaron. El profesor Dan Avraham *Vea, "Gálatas: Desafio del Tercer Milenio" y "Mateo, un comentario", editorial Raíces,
México, 2004 ha documentado nueve realidades que giran alrededor de este principio.
1 Helenismo griego
El mundo de la cuenca del Mediterráneo estableció el helenismo como la cultura para ser impuesta en todos los
países conquistados por los griegos, bajo el liderazgo de Alejandro El Grande (333 a.M), quien fundó 37 ciudades en
Israel.
El helenismo o la cultura griega era la religión de Grecia y de Alejandro. Su ideal, su sueño y su deseo fue
imponer a todo el mundo el idioma griego, su sistema educacional y su religión politeísta. Su meta era la adquisición
de "sofia", sabiduría filosófica, buena vida, diversión, pluralismo y globalización.
Si usted piensa que la idea de "globalización" y "one world" es un hecho moderno, podría estar equivocado; se
trata simplemente de la resurrección del helenismo, de su plan y sus propósitos.
Por medio de la filosofía, el deporte, la política, la música, religión, arquitectura, etc., Alejandro dio al mundo su
"sueño", su "ideal".
Dos cosas le harían posible alcanzar su meta, tanto con los griegos como con los bárbaros, -el resto del mundo-:
expandir las fronteras de su nación y elevarla a categoría de un imperio internacional, una Grecia mundial. Las
conquistas de Alejandro no tenían otra intención que tomar de la mano al mundo, convencerlo y obligarlo, si fuese el
caso, de la importancia de participar de este "sueño griego".
Por supuesto, el sueño judío era muy diferente. La meta del judaísmo no podía separarse de su responsabilidad
como pueblo del pacto, como depositario de la revelación. Estaba estrechamente vinculada con la importancia del
trabajo honesto, la educación religiosa de los hijos, el estudio diario de la Torah, el desarrollo de una vida privada,
familiar y social en santidad y en justicia. La caracterizaba, también, la expectación de la manifestación del Mashíaj
quien cumpliría todas las promesas dadas a los padres.
La muerte de Alejandro destruyó su sueño y dividió su imperio.
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