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APTITUD RELIGIOSA


Enviado por   •  11 de Octubre de 2012  •  5.449 Palabras (22 Páginas)  •  612 Visitas

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Actitud religiosa

DPE

SUMARIO: 1. Génesis de la personalidad. - 2. El origen de la actitud religiosa. - 3. La formación de la actitud religiosa. - 4. Orientaciones pastorales.

La persona humana se caracteriza por las actitudes que tiene en la vida cotidiana y ante los acontecimientos que le afectan de una u otra forma. Los diferentes ámbitos de la vida humana exigen maneras adecuadas de situarse; estos comportamientos estables se aprenden a través de las relaciones interpersonales; las experiencias de confianza, aceptación y ternura que tenemos en los primeros años de nuestra existencia configuran, en gran medida, nuestras actitudes básicas ante la vida. Las relaciones educativas, cívicas y laborales influyen en el tipo de persona que vamos siendo; igualmente, el modelo de persona y sociedad que se tiene y por el que se trabaja también configura grandemente nuestro estilo de persona.

De todas las actitudes, la ética y la actitud religiosa tienen una característica propia que las distingue del resto de actitudes. Nos referimos al carácter totalizante que tienen estas dos actitudes, pues afectan a todas las facetas de la vida humana y dan a la persona un sentido unificador que orienta la existencia entera. En los creyentes la actitud religiosa conlleva determinados comportamientos éticos, aunque la fe no se reduzca a una moral.

1. Génesis de la personalidad

"Nacemos con inmadurez psicobiológica y nuestra estructura interna está determinada por los intercambios con el medio; las experiencias más repetidas o las que tienen más repercusión afectiva son las más interiorizadas. El conjunto de representaciones mentales que provienen de la experiencia y, por lo tanto, tienen carga afectiva, constituyen la realidad interna; la génesis de la realidad interna, su estructura y características se fundamentan en las primeras relaciones del niño con la madre. Rof Carvallo denomina "certidumbre afectiva" a la red de relaciones del niño pequeño con la madre" (J. SASTRE, Fe en Dios Padre y ética, sPx 1995, 22).

La interacción entre comportamientos, relaciones y representaciones es lo que marca la evolución de la persona. E.H. Erikson dice que en este proceso de interacción psicosocial se van configurando los "sentimientos básicos" que caracterizan la vida personal y social de cada individuo.

"El yo es el conjunto estructurado de funciones de la personalidad que verifica la realidad, organiza la conducta y capta la propia interioridad; el super- yo se estructura a partir del yo como resultado de la introspección de normas morales y reglas sociales que han repercutido en la persona a lo largo de su desarrollo y han ido configurando el yo-ideal. La semiotización y la simbolización tan decisivas en el yo-ideal, ocurren en el seno de la certidumbre afectiva" (J. SASTRE O.C. 23).

La personalidad madura es aquella que ha desarrollado de manera sana la capacidad de amar y ser amado, en las relaciones interpersonales y en el ámbito social. El clima afectivo que se vive en la familia es básico y determinante para que el niño descubra la confianza existencial y aprenda a amar; la escuela, el grupo de iguales, la sociedad, la comunidad religiosa, etc. educan en la medida que potencian y desarrollan las dos experiencias citadas: confianza y donación. "El sentido de la vida, la bondad de la realidad, el futuro, la comprensión de la justicia (reciprocidad), la vivencia de Dios (ser personal / ser lejano) y la responsabilidad moral (Dios Padre / Dios Juez) encuentran su explicación última en las primeras cristalizaciones de la estructura de la personalidad, que se fragua en el seno de las relaciones familiares" (J. SASTRE, O.C. 24).

2. El origen de la actitud religiosa

La psicología religiosa estudia el modo de situarse el ser humano ante Dios, así como las expresiones de esta relación en lo referente a ideas, comportamientos y sentimientos. Esta experiencia psicológica abarca a la persona como totalidad, se refiere al sentido último de la vida y exige una determinada manera de vivir. Lo importante es que lo Trascendente, lo Sagrado, lo Último a lo que denominamos con el término Dios se perciba como Ser Personal que invita a una relación interpersonal y que proyecta un sentido nuevo sobre la vida entera.

El encuentro con la realidad, el no quedarse aprisionado en la realidad, la apertura a la humanidad en lo que tiene de universal, y el sentimiento de que la limitación espacio- temporal no recoge todos los anhelos de la vida humana son los cimientos de la experiencia religiosa. Esta apertura percibida en lo profundo de la persona como confianza existencial es el lugar del encuentro con Dios; un Dios que redimensiona la mirada sobre lo humano, pues nos descubre el sentimiento profundo de la realidad al revelarnos el origen y la meta de todo lo existente, y especialmente del ser humano. El Dios revelado en Jesucristo se manifiesta y comunica como Amor sin límites y entrega gratuita; desde ahí nos invita a interpretar y vivir todo lo humano. La historia vivida en esperanza como proceso de humanización y de fraternidad son el lugar privilegiado de encuentro con Dios; esto no es posible si antes no nos reconocemos como Hijos de Dios y como hermanos.

A. Vergote (Psicología religiosa, Taurus 1984, cap. IV) comenta en profundidad que Dios llega a ser "sentido para la existencia" desde las motivaciones profundas tales como las frustraciones, los sentimientos de culpabilidad y la necesidad de seguridad que supera las angustias. "Dicho de otra manera el sujeto no es explícitamente más consciente de los motivos por los que se dirige a Dios que el niño lo es de las razones por las que ama a sus padres" (p. 31). Estas aspiraciones profundas explican la formación de la actitud religiosa, pero necesitan ser completadas y transformadas por otros elementos pues "el rostro de Dios está disimulado a la vez que prefigurado en el Dios de sus necesidades y de sus motivos" (p. 183).

3. La formación de la actitud religiosa

3.1. Lo maternal y lo paternal en la formación de la imagen de Dios. Las relaciones paterno-filiales son decisivas en la apertura del niño a la realidad como totalidad. Según demuestran las investigaciones psicosociológicas, las imágenes simbólicas del padre y de la madre son importantes en la formación de la actitud religiosa del niño. Con todo no hay que identificar la imagen de Dios revelada en Jesucristo con el aprendizaje que se hace en la familia a través de los símbolos parentales. "Las relaciones maternales y la figura materna permanece a la persona ligada a la fusión

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