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Antropologia Cristiana


Enviado por   •  15 de Enero de 2012  •  1.744 Palabras (7 Páginas)  •  676 Visitas

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La pregunta clave de la moral según la «Veritatis splendor»

Josemaría Monforte

Ideas éticas para una vida feliz

Eunsa, 1997, cap. I

Sólo en la verdad la libertad tiene un carácter humano y responsable. Con esta idea que

da unidad a toda la Encíclica, Juan Pablo II articula en tres artículos la exposición de los

contenidos de la Veritatis splendor. El primero es bíblico, el segundo, doctrinal y el

tercero pastoral; y en su conjunto es una constante «escucha» de la palabra del Señor,

una «meditación» amorosa y valiente del significado y exigencias de esa Palabra, y

también una «propuesta» y una «llamada» a seguir a Cristo para encontrar en él la

respuesta plena al hambre y sed de verdad y libertad que todo hombre siente(1).

El diálogo de Jesús con el «joven rico»

El diálogo de Jesús con el joven rico, relatado por San Mateo en el capítulo 19 de su

Evangelio, puede constituir un elemento útil para volver a escuchar de modo vivo y

penetrante su enseñanza moral.

«16Y se le acercó uno, y le dijo: Maestro, ¿qué cosas buenas debo hacer para alcanzar la

vida eterna? 17Él le respondió: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno sólo es

el bueno. Por lo demás, si quieres entrar en la Vida, guarda los mandamientos. 18Le

preguntó: ¿Cuáles? Jesús le respondió: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás,

no dirás falso testimonio, 19honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a

ti mismo. 20Díjole el joven: Todo esto lo he guardado. ¿Qué me falta aún? 21Jesús le

respondió: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás

un tesoro en los Cielos; luego ven y sígueme. 22Al oír el joven estas palabras se marchó

triste, pues tenía muchas posesiones»(2).

«"Se le acercó uno...". En el joven, que el Evangelio de Mateo no nombra --comienza su

exposición Juan Pablo II--, podemos reconocer a todo hombre que, conscientemente o

no, se acerca a Cristo, Redentor del hombre, y le formula la pregunta moral. Para el

joven, más que una pregunta sobre las reglas que hay que observar, es una pregunta de

pleno significado para la vida. En efecto, ésta es la aspiración central de toda decisión y

de toda acción humana, la búsqueda secreta y el impulso íntimo que mueve la libertad.

Esta pregunta es la aspiración central de toda decisión y de toda acción humana, la

búsqueda secreta y el impulso íntimo que mueve la libertad. Esta pregunta es, en última

instancia, un llamamiento al Bien absoluto que nos atrae y nos llama hacia sí; es el eco

de la llamada de Dios, origen y fin de la vida del hombre. Precisamente con esta

perspectiva, el Concilio Vaticano II ha invitado a perfeccionar la teología moral, de

manera que su exposición ponga de relieve la altísima vocación que los fieles han

recibido de Cristo(3), única respuesta que satisface plenamente el anhelo del corazón

humano. Para que los hombres puedan realizar este «encuentro» con Cristo, Dios ha

querido a su Iglesia»(4).

La pregunta «clave» de la moral

«Desde la profundidad del corazón surge la pregunta que el joven rico dirige a Jesús de

Nazaret: una pregunta esencial e ineludible para la vida de todo hombre, pues se refiere

al bien moral que hay que practicar y a la vida eterna. El interlocutor de Jesús intuye

que hay una conexión entre el bien moral y el pleno cumplimiento del propio destino. Él

es un israelita piadoso que ha crecido, diríamos, a la sombra de la Ley del Señor. Si

plantea esta pregunta a Jesús, podemos imaginar que no lo hace porque ignora la

respuesta contenida en la Ley»(5).

Por tanto, «es necesario que el hombre de hoy se dirija nuevamente a Cristo para

obtener de Él la respuesta sobre lo que es bueno y lo que es malo. Él es el Maestro, el

Resucitado que tiene en sí mismo la vida y que está siempre presente en su Iglesia y en

el mundo. Es Él quien desvela a los fieles el libro de las Escrituras y, revelando

plenamente la voluntad del Padre, enseña la verdad sobre el obrar moral»(6).

La conclusión es contundente: «si queremos, pues, penetrar en el núcleo de la moral

evangélica y comprender su contenido profundo e inmutable --afirma Juan Pablo II--,

debemos escrutar cuidadosamente el sentido de la pregunta hecha por el joven rico del

Evangelio y, más aún, el sentido de la respuesta de Jesús, dejándonos guiar por Él. En

efecto, Jesús, con delicada solicitud pedagógica, responde llevando al joven como de la

mano, paso a paso, hacia la verdad plena»(7).

Subordinación del hombre y de su obrar a Dios

Toda pregunta moral es una pregunta religiosa.- «Jesús dice: ¿Por qué me preguntas

acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los

mandamientos (Mt 19,17)»(8). Una primera consideración. «Antes de responder a la

pregunta, Jesús quiere que el joven se aclare a sí mismo el motivo por el que lo

interpela. El "Maestro bueno" indica a su interlocutor --y a todos nosotros-- que la

respuesta a la pregunta, "¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?", sólo

puede encontrarse dirigiendo la mente y el corazón a Aquél que "sólo es el Bueno":

"Nadie es bueno sino sólo Dios"(9). Sólo Dios puede responder a la pregunta sobre el

bien, porque Él es el Bien. En efecto, interrogarse sobre el bien significa en último

término dirigirse a Dios, que es la plenitud de la bondad. Jesús muestra que la pregunta

del joven es en realidad una pregunta religiosa y que

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