Análisis del Libro de Esdras
Enviado por nancy313 • 16 de Agosto de 2013 • 5.704 Palabras (23 Páginas) • 423 Visitas
Análisis del Libro de Esdras
Autor: Desconocido. Generalmente se acepta que Esdras no fue el autor de todo el libro, sino que pudo haber sido recopilado de las partes que él no escribió. Fue un judío de descendencia sacerdotal exiliado en Babilonia.
Temas Principales: El regreso de los judíos de su cautiverio de Babilonia, la reconstrucción del Templo y la inauguración de reformas sociales y religiosas.
Mensaje Espiritual: El poder de la palabra de Dios en la vida humana.
Situación histórica
El rey persa Ciro, a quien Isaías se refiere llamándolo "pastor" y "ungido" de Jehová (Is 44.28; 45.1), promulgó en el primer año de su reinado (538 a.C.) un edicto, por el cual los judíos exiliados en Babilonia quedaban en libertad de regresar a su patria llevando consigo el encargo expreso de edificar «la Casa a Jehová, Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén» (2 Cr 36.22–23; Esd 1.3). Casi cincuenta años habían transcurrido desde el día en que los caldeos (o "babilonios") incendiaron el Templo, derribaron el muro de Jerusalén y prendieron fuego a todos sus palacios (2 Cr 36.17–19). En aquella ocasión, la mayoría de los que lograron salvarse fueron llevados «cautivos a Babilonia» (2 Cr 36.20).
A partir del punto en que Reyes y Crónicas finalizan su relato, los libros de Esdras y Nehemías toman el hilo de la historia de Israel. Su aportación es de inapreciable valor, dada la escasa documentación disponible acerca del período siguiente al decreto de Ciro. Fue entonces cuando no solo regresaron muchos desterrados a Jerusalén, sino que allí restablecieron el culto (Esd 3.1–7), iniciaron la reconstrucción del Templo y la restauración de los muros de la ciudad (Esd 3.8–13; 6.13–15; Neh 2.11–7.4) y se dispusieron a crear una nueva comunidad nacional, auténticamente regida por la ley de Dios (Neh 8–10).
Contenido del libro
La primera sección de las dos en que se divide el libro de Esdras (cap. 1–6) ofrece una detallada información sobre el tiempo que siguió al retorno a Jerusalén de los judíos exiliados. Bajo la supervisión y la dirección de Sesbasar y Zorobabel, los repatriados llevaron importantes riquezas (2.66–69) y, lo que es más significativo, «los utensilios de la casa de Jehová que Nabucodonosor se había llevado de Jerusalén» (1.7). Sin embargo, la alegría del regreso fue efímera, pues no tardó mucho en verse ensombrecida con problemas y dificultades. En cierto momento llegó a cundir tanto el desánimo entre los trabajadores, que hasta la reconstrucción del Templo quedó suspendida (4.24). Finalmente, la personal decisión de Zorobabel y de otros responsables, unida a la palabra profética de Hageo y Zacarías (5.1; cf. Hag 1.1, 12–15; Zac 4.6–9), posibilitaron que el año 516 a.C. se celebrara la dedicación del santuario único de Jerusalén.
La segunda parte del libro (cap. 7–10) se refiere a la actividad desarrollada por el propio Esdras hijo de Seraías, un sacerdote y escriba (cf. 7.6, 10, 21) descendiente de Aarón por la línea de Sadoc, hombre piadoso e ilustrado, que gozó de gran prestigio incluso en la corte real de Babilonia. Lo demuestra la confianza que en él depositó el rey Artajerjes al comisionarlo para «visitar a Judea y a Jerusalén» y transportar allá los utensilios destinados al servicio del Templo, además de oro, plata, ganados y provisiones (7.10–26). Y que el rey se sintió identificado con la misión de Esdras, resulta evidente por el entusiasmo con que ordenó: «Todo lo que es mandado por el Dios del cielo, sea hecho puntualmente» (7.23).
El cumplimiento de aquella misión supuso para Esdras hacer frente a arduos problemas. Probablemente el más grave de ellos fue conducir a Israel a una profunda reforma de sus valores éticos y religiosos, encaminada a evitar que su fe en Dios se contaminara con elementos extraños e impuros. Para esto, Esdras hubo de imponer normas extremadamente rigurosas y dramáticas, como, por ejemplo, la expulsión de las mujeres extranjeras casadas con judíos (9.1–2, 12; 10.3–4, 10–11).
El sacerdote Esdras reaparece en los cap. 8–10 del libro de Nehemías. A oídos del pueblo, reunido «en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas» (Neh 8.1), Esdras leyó la Torá, la ley mosaica; y después de haber escuchado la lectura y de haber hecho confesión general de pecados, todos, bajo la firma de sacerdotes y levitas (Neh 9.38), se comprometieron por escrito a guardar la Ley.
Composición del libro
El autor dispuso el texto de Esdras (=Esd) basándose en diversos documentos, entre los que figuraban las "memorias" de Nehemías, copero del rey de Persia (Neh 2.1). En estilo autobiográfico, Nehemías relata cómo Artajerjes I lo autorizó para ir a Jerusalén a dirigir los trabajos de restauración de la muralla (Neh 1–7 y 10–13), y cómo la obra fue realizada con gran celeridad pese a la pertinaz hostilidad de samaritanos, moabitas y otras gentes habitantes de lugares vecinos. También refiere Nehemías un segundo viaje a la ciudad, en cuyo transcurso tomó severas medidas para corregir la conducta irregular de muchos de los judíos residentes (Neh 13.4–29).
La documentación utilizada como fuente de información era en gran parte contemporánea de los hechos a los que se refería. Había en ella textos oficiales: decretos (Esd 6.1–12), correspondencia diplomática (Esd 5.6–17; 7.11–26), listas de repatriados (Esd 8.1–14) y un detallado informe de Esdras relativo a su misión (Esd 7.11–10.44 y Neh 8.1–9.38). La diversidad de fuentes documentales es seguramente la razón de que una parte de Esdras se escribiera en arameo (4.8–6.18 y 7.12–26), y el resto del libro en hebreo.
Esdras y Nehemías
Una incógnita todavía sin resolver es la cronología de Esdras y Nehemías: cuál de los dos fue primero, y cuál después. Se parte, como fecha comprobada, del 445 a.C., cuando Nehemías llegó a Jerusalén, año que corresponde al vigésimo del reinado de Artajerjes I (Neh 2.1). Pero todavía está por determinar si Esd 7.7–8 se refiere a este mismo monarca o a Artajerjes II. En el primer supuesto habría que situar la visita de Esdras en el año 485 a.C., fecha anterior a la llegada de Nehemías; en el segundo caso se trataría del 398 a.C., es decir, en un tiempo posterior.
Las historias que ofrecen respectivamente los libros de Esdras y Nehemías proponen la imagen de dos personalidades muy fuertes, de dos hombres muy diferentes, protagonistas de la complicada etapa que siguió al exilio babilónico. El uno sacerdote y el otro laico, ambos se muestran animados de un mismo sentido del deber y de un ferviente anhelo de llevar a sus compatriotas a una profunda restauración espiritual y material. Cada cual asume
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