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Analisis Del Libro Ezequiel


Enviado por   •  3 de Agosto de 2011  •  2.674 Palabras (11 Páginas)  •  4.630 Visitas

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3.03. EZEQUIEL

El profeta Ezequiel, también sacerdote, fue uno de los 10.000 judíos llevados al exilio por Nabucodonosor en 597 a. C., cuando el rey Joaquín fue llevado a Babilonia.

En el 5.º año del cautiverio de Joaquín, 593/92, Ezequiel tuvo su primera visión junto al "río Quebar", un canal que se encontraba cerca de la famosa ciudad de Nippur, al sur de Babilonia (cap. 1: 1-3).

La afirmación de que ese 5.º año del cautiverio también era el "año treinta", resulta enigmática. Se cree que el profeta hace referencia a su propia edad o a los 30 años transcurridos desde la reforma que ocurrió durante el 18.º año de Josías. Varios de los mensajes del profeta llevan fecha exacta y el último de esos mensajes proféticos que llevan fecha fue recibido en el año 27 del cautiverio de Ezequiel (cap. 29: 17), 571/70.

Esto le atribuye a Ezequiel un ministerio de por lo menos 22 años, desde 593/92 hasta 571/70. Sin embargo, es posible que algunas de sus profecías que no tienen fecha hubieran sido dadas posteriormente. Por lo tanto, no es preciso considerar que el año 571/70 fue necesariamente el último de su ministerio.

8.01. Ezequiel - Título

En hebreo el libro recibe su título del nombre de su autor, Yejezqe'l, que significa: "A quien Dios fortalecerá". Este nombre, como el de muchos otros de los santos de la antigüedad, correspondía muy bien con la vida y obra de quien lo llevaba.

En la RVR; así como en hebreo, el libro ocupa el tercer lugar entre los escritos de los cuatro profetas mayores. Esta es ciertamente su ubicación cronológica verdadera, porque coloca el libro entre dos grandes contemporáneos de Ezequiel. Entre esos profetas, Jeremías empezó sus profecías mucho antes, y Daniel siguió con sus profecías mucho después.

8.02. Ezequiel - Paternidad literaria

Hasta años recientes la autenticidad y canonicidad del libro de Ezequiel no había sido objeto de serios ataques. Sin embargo, los eruditos conservadores, así como muchos de la escuela más rigurosamente crítica, aún mantienen la posición tradicional de que Ezequiel mismo fue el autor de la compilación de los pronunciamientos proféticos que ahora lleva su nombre.

No se conoce nada de la historia personal del profeta, salvo lo que puede conocerse por el mismo libro y por las circunstancias de los tiempos en que vivió el autor. No se lo menciona en ningún otro libro del AT, y sus escritos nunca son citados directamente en el NT (con la excepción, quizá, de 2 Cor. 6: 17), aunque existen muchas alusiones a sus símbolos, especialmente en el Apocalipsis.

Fuera de la Biblia sólo es mencionado por Josefo (Antigüedades x.5. 1; 6. 3; 7. 2; 8. 2), y por Jesús hijo de Sirac (Ecco. 49: 8), aunque ninguno de los dos añade ningún detalle de importancia.

Ezequiel se llama a sí mismo "sacerdote, Ezequiel hijo de Buz" (cap. 1: 3). Nada se sabe de Buz. El hecho de que Ezequiel fuera incluido entre "todos los príncipes, y.. todos los hombres valientes" (2 Reyes 24: 14) que fueron llevados al cautiverio junto con Joaquín (597 a.C.; Eze. 1: 2), indica que quizá fue miembro de la aristocracia de Jerusalén.

No se sabe con exactitud la edad de Ezequiel cuando fue llevado cautivo. Algunos sugieren que "el año treinta" del cap. 1: 1 podría referirse al trigésimo año de su vida. De ser así, habría tenido 25 años en el tiempo de su exilio. Según Josefo, el profeta era entonces joven (Op. cit. x. 6. 3). Parece deducirse que era por lo menos relativamente joven en ese tiempo, porque una de sus profecías data de 27 años más tarde, o sea en 570 ó 571 (29:17), e indudablemente ejerció su oficio por algún tiempo más.

A diferencia de Jeremías, que se quedó soltero (Jer. 16: 2), Ezequiel tuvo una esposa a quien quería como el deleite de sus ojos (Eze. 24: 16). Ella murió repentinamente en el noveno año del cautiverio (cap. 24: 1), y dejó al profeta solo ante las grandes pruebas de su oficio profético.

8.03. Ezequiel - Marco histórico

Ezequiel comenzó su profecía en el 5º año del cautiverio de Joaquín (cap.1:2), 593/92 a. C.

El reino norte de Israel había desaparecido hacía más de 100 años, y se aproximaba rápidamente la caída de Judá. Ya había empezado el cautiverio babilónico cuando, en el 3er. año de Joacim (605 a. C.), Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino contra Jerusalén (Daniel 1: 1).

No se sabe cuántos cautivos fueron llevados en esa ocasión. Entre ellos había algunos "del linaje de los príncipes" (Daniel 1: 3; cf. 2 Reyes 24: 1).

Después de 11 años de reinado, Joacim llegó a un fin ignominioso, y lo sucedió en el trono su hijo Joaquín (597 a. C.). Después de un reinado de sólo tres meses, fue llevado cautivo a Babilonia, junto con 10.000 de los principales de su pueblo, incluso Ezequiel (2 Reyes 24:12-16; Ezequiel 1:1-2; 33: 21).

El sucesor de Joaquín, Sedequías, no fue mejor que sus predecesores. En el 11.º año de su reinado (586 a. C.) ocurrió la caída final de Judá (2 Reyes 25:1-11). El residuo del pueblo fue llevado cautivo, el templo fue quemado y Jerusalén destruida. Sólo unos pocos de "los pobres de la tierra" fueron dejados para que labrasen las viñas y la tierra (2 Reyes 25: 12).

Tales fueron los tiempos turbulentos en que Ezequiel, siendo todavía joven, fue llamado al oficio profético. La perspectiva no era nada halagüeña. El castigo que ya había caído sobre Jerusalén, en vez de hacer que recapacitaran los habitantes de Judá, pareció sólo sumergirlos más profundamente en la apostasía y el vicio.

Tampoco quisieron someterse a la "disciplina" (Hebreos 12: 11) los exiliados junto al río de Quebar. Ellos también continuaron siendo rebeldes e idólatras (Ezequiel 2: 3; 20: 39), y revelaron estar poco dispuestos a practicar una reforma completa.

8.04. Ezequiel - Tema

Los mensajes del libro de Ezequiel aclaran el propósito de Dios para con su pueblo en el trance amargo del cautiverio babilónico.

Durante siglos los profetas habían aconsejado y amonestado a Israel, y sin embargo la nación se había sumergido cada vez más en la apostasía. Al fin resultó evidente que el pueblo escogido jamás alcanzaría las metas que Dios le había propuesto como nación, a menos que se emplearan medidas drásticas para enseñarle las lecciones de la obediencia y la cooperación con Dios. Por lo tanto, se le permitió que aprendiera en medio de la adversidad las lecciones que había rehusado aprender durante los tiempos de prosperidad.

Aunque

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