Ateismo Y Teismo
Enviado por DiegoRayquaza • 2 de Septiembre de 2012 • 1.483 Palabras (6 Páginas) • 694 Visitas
Ateismo y teistas
El ateísmo es, ante todo, una negación, y como lo afirmado en la idea contraria (deísmo y la existencia de Dios) no ha sido ni quizá será, dada su naturaleza que la suponemos absoluta, taxativamente determinada y precisada, resulta que la indefinida vaguedad según la cual se concibe a Dios es mayor aun cuando se niegan con la realidad de tal idea los atributos ontológicos y morales que a ella referimos. Así resulta para Proudhon «menos lógico el ateísmo que la fe,» y para madame Stael tan vago e indeterminado que dudaba «si el ateísmo espiritualiza la materia o materializa el espíritu.», objeción esta última que se hace también fundadamente a la moderna hipótesis del monismo (V. MONISMO). A la vez, D'Alambert exigió que se distinguiese «la ignorancia o desconocimiento de Dios» de «la posesión de su idea, que es después rechazada o negada» y que es a lo que refiere el ateísmo. Por último, J. Reynaud die: «se puede negar determinada concepción de la Divinidad, sin por ello negar la existencia de Dios. No lo entienden así los hombres intolerantes, para quienes no existe más Dios que su Dios (el que ellos conciben o dogmáticamente creen y confiesan), y para ellos oponerse a su creencia equivale a profesar el ateísmo. De esto resulta que no hay nombre más frecuentemente atribuido por los apóstoles de todas las religiones a sus adversarios que el de ateo.» Así ha sucedido en efecto, y por desgracia sucede todavía. Basta para ser acusado de ateo que cualquiera no profese las creencias oficiales de una época.
La influencia perturbadora del sentimiento, que ha convertido fácilmente la verdad en cuestión de votos, ha determinado y producido injustas acusaciones de ateísmo y con ellas vergonzosas persecuciones contra todos los que no prestaban adhesión a lo tenido por verdad oficial. El criterio social, moldeado de manera inflexible por la fijeza del dogma aceptado, ha pretendido oponerse y aun anular el criterio individual; y de esta lucha han surgido los períodos de crítica y de negación ateas, que muy bien pueden coincidir con los de mayor intensidad en el sentimiento religioso, como ya hacía notar el malogrado Canalejas. Llena está la historia de ejemplos (algunos de ellos bien vergonzosos) de estas persecuciones de la verdad oficial (que no por ser oficial es cierta) contra el criterio individual, casi siempre más certero y previsor que el ciego y rutinario instinto de conservación de lo estatuido. Sócrates, el primer apóstol de un Dios único, puro espíritu, legislador supremo del mundo, fue condenado como ateo a beber la cicuta por el paganismo griego; de suerte que entonces era considerado ateo todo el que no profesaba con la verdad oficial del paganismo, la pluralidad de Dioses. Antes que Sócrates, Anaxágoras fue acusado de ateo, quizá porque (tal es la contradicción en que cae el error aunque le profesen generaciones enteras y por largo decurso de tiempo) fue el único que constituyó una excepción entre los de su escuela filosófica, no dando como única explicación del mundo una idea exclusivamente naturalista. Igual acusación se formuló contra Aristóteles en los últimos años de su vida (V. ARISTÓTELES), viéndose obligado a huir el maestro de Alejandro para evitar que con él cometieran los griegos la misma iniquidad que ya habían cometido contra Sócrates. Parece indudable que Platón hubiera corrido suerte semejante a no tener la rara habilidad de ocultar el fondo de sus creencias bajo la vestidura de fábulas y mitos poéticos. Protágoras tuvo necesidad de huir, y su escrito sobre los Dioses fue entregado al fuego por orden de los magistrados
Teístas
En términos generales el teísmo significa la creencia en el Dios viviente, que interviene en el curso del mundo y en la vida humana. En este sentido amplio, se dan rasgos teístas en la mayoría de las religiones: en las politeístas, en cuanto que los muchos dioses intervienen en mayor o menor grado en la vida humana; en las religiones de signo panteísta o monista, en la medida en que preconizan una unión íntima entre el hombre y la divinidad; en las religiones monoteístas sobre todo, por relación a las cuales el teísmo adquiere su significado específico.
El concepto de teísmo se va elaborando en la época moderna como consecuencia de tener que pensar de nuevo la idea de Dios en contraste con dos fenómenos históricos: por una parte, el desarrollo de las ciencias
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