CENACULO DEL SANTO ROSARIO
Enviado por eriklinavimonca • 1 de Mayo de 2012 • Informe • 697 Palabras (3 Páginas) • 776 Visitas
CENACULO DEL SANTO ROSARIO
COMO HACERLO
1. Por la señal de la Santa Cruz…….
2. “Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, Tú amadísima esposa. (3 veces)”
3. Peticiones personales en silencio. Preferiblemente por el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero, la conversión de los pecadores, y la salvación de las almas.
4. Rezar el Credo o el Acto de Contrición.
5. Rezar cinco misterios meditados del Santo Rosario. Después de cada misterio decir: “Sea amado y adorado en todo momento: Jesús en el Santísimo Sacramento”. “OH Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo todas las almas, especialmente las mas necesitadas de tu misericordia”.
6. Después del último misterio pedimos por el Papa y sus intensiones Pater. Ave, Gloria.
7. La Salve. (Por los agonizantes y los que sufren muerte repentina).
8. Leer un mensaje del libro del Movimiento: A los Sacerdotes Hijos Predilectos de la Santísimas Virgen María. Meditarlo brevemente.
9. Finalizar siempre en Cenáculo con el acto de consagración al Inmaculado Corazón de María, propio del Movimiento, de pie diciéndolo hacia la imagen de la Santísimas Virgen María.
10. Pensando en el momento después de la comunión decir: “Jesús, tu eres nuestro amor, Jesús tu eres nuestro único gran amigo, Jesús nosotros te amamos; Jesús nosotros estamos enamorados de TI”
11. Himno de M.S.M. Inmaculado Corazón de María.
ACTO DE CONSAGRACION
Virgen de Fátima, Madre de Misericordia, Reina del Cielo y de la Tierra, refugio de los pecadores, nosotros, adhiriendonos al Movimiento Mariano, nos consagramos de un modo especialísimo a Tu Corazón Inmaculado.
Con este acto de consagración, queremos vivir contigo y por medio de Ti, todos los compromisos adquiridos con nuestra consagración bautismal; nos comprometemos a realizar en nosotros aquella conversión interior, tan requerida por el Evangelio, que nos libre de todo apego a nosotros mismos y a los fáciles compromisos con el mundo, para estar, como Tú, solo disponibles para hacer siempre la Voluntad del Padre.
Y mientras, queremos confiarte, Madre dulcísima y misericordiosa, nuestra existencia y vocación cristiana, para que Tú dispongas de ellas para Tus designios de salvación. En esta hora decisiva que pesa sobre el mundo, nos comprometemos a vivirla según tus deseos, en particular por lo que se refiere a un renovado espíritu de oración y de penitencia; a la participación fervorosa en la celebración de la Eucaristía y al apostolado, al rezo diario del Santo Rosario y a un austero modo de vida, conforme al Evangelio, que sea un buen ejemplo para todos en la observación de la ley de Dios y en el ejercicio de las virtudes cristianas, especialmente
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