CRISTO Y LA RESPUESTA A LA PREGUNTA MORAL
Enviado por luciatatenga • 3 de Octubre de 2012 • Práctica o problema • 1.737 Palabras (7 Páginas) • 655 Visitas
B. CRISTO Y LA RESPUESTA A LA PREGUNTA MORAL
1) “Se le acercó uno (Mt. 19,16)”: se le acercó uno y le dijo: "Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?". Él le dijo: "¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos". "¿Cuáles?" le dice él. Y Jesús dijo: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo". Dísele el joven: "Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?". Jesús le dijo: "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme". En el joven, podemos reconocer a todo hombre que, conscientemente o no, se acerca a Cristo y le formula la pregunta moral. Esta pregunta es un llamamiento al Bien absoluto que nos atrae y nos llama hacia sí; es el eco de la llamada de Dios, origen y fin de la vida del hombre. Para que los hombres puedan realizar este encuentro con Cristo, Dios ha querido su Iglesia. En efecto, ella desea servir solamente para este fin: que todo hombre pueda encontrar a Cristo, de modo que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida.
2) Maestro ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna? (Mt 19,16)”: es una pregunta esencial e ineludible para la vida de todo hombre Es necesario que el hombre de hoy se dirija nuevamente a Cristo para obtener de él la respuesta sobre lo que es bueno y lo que es malo. Es él quien desvela a los fieles el libro de las Escrituras y, revelando plenamente la voluntad del Padre, enseña la verdad sobre el obrar moral. Por esto, el hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad acercarse a Cristo. En efecto, Jesús, responde llevándonos paso a paso hacia la verdad plena.
3) “Uno solo es el Bueno”: antes de responder a la pregunta, Jesús quiere que el joven se aclare a sí mismo el motivo por el que lo interpela. El Maestro bueno indica a su interlocutor y a todos nosotros que la respuesta a la pregunta, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?, sólo puede encontrarse dirigiendo la mente y el corazón al único que es Bueno, es decir, Dios. Sólo Dios puede responder a la pregunta sobre el bien, porque él es el Bien. La afirmación de que uno solo es el Bueno nos remite así a la primera tabla de los mandamientos, que exige reconocer a Dios como Señor único y absoluto, y a darle culto solamente a él porque es infinitamente santo. Pero si Dios es el Bien, ningún esfuerzo humano, logra cumplir la Ley, es decir, reconocer al Señor como Dios y tributarle la adoración que a él solo es debida. El cumplimiento puede lograrse sólo como un don de Dios: es el ofrecimiento de una participación en la bondad divina que se revela y se comunica en Jesús, aquel a quien el joven rico llama con las palabras Maestro bueno. Lo que quizás en ese momento el joven logra solamente intuir será plenamente revelado al final por Jesús mismo con la invitación ven, y sígueme.
4) “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mt.19,17): sólo Dios puede responder a la pregunta sobre el bien porque él es el Bien. Pero Dios ya respondió a esta pregunta: lo hizo creando al hombre y ordenándolo a su fin con sabiduría y amor, mediante la ley inscrita en su corazón. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Después lo hizo en la historia de Israel, particularmente con las diez palabras, o sea, con los mandamientos mediante los cuales él fundó el pueblo de la Alianza. Por esto, y tras precisar que uno solo es el Bueno, Jesús responde al joven: Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. De este modo, los mandamientos indican al hombre el camino de la vida eterna y a ella conducen. La vida eterna se realiza en toda su perfección sólo después de la muerte, pero, desde la fe, se convierte ya desde ahora en luz de la verdad. En efecto, Jesús dice a sus discípulos después del encuentro con el joven rico: Todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna. La respuesta de Jesús no le basta todavía al joven, que insiste preguntando al Maestro sobre los mandamientos que hay que observar y Jesús le recuerda los mandamientos del Decálogo que se refieren al prójimo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo. Los mandamientos, recordados por Jesús a su joven interlocutor, están destinados a tutelar el bien de la persona humana, imagen de Dios, a través de la tutela
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