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DECALOGO DE LA ETICA MUNDIAL


Enviado por   •  13 de Marzo de 2013  •  Tesis  •  5.740 Palabras (23 Páginas)  •  595 Visitas

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DECALOGO DE LA ETICA MUNDIAL

1.– Búsqueda de un orden económico y social justo.

2.– Búsqueda del respeto y comunión de la vida y dignidad humana.

3.– Búsqueda del desarrollo pleno de las cualidades humanas.

4.– Cultura de la no violencia

5.– Cultura del respeto

6.– Cultura de la justicia

7.– Cultura del concierto social

8.– Cultura de la solidaridad entre pueblos

9.– Cultura del respeto a la naturaleza.

10.– Tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros mismos.

En el mundo actual todos los seres humanos somos interdependientes, cada uno de nosotros depende de la salud del conjunto. Por tanto, desde una base común, conformada como una ética mundial o conjunto de valores suprarreligiosos, podremos afrontar con garantías los nuevos retos del futuro.

www.eticamundial.com

ÉTICA MUNDIAL: FUNDAMENTO PARA EL DIÁLOGO DE LAS CULTURAS (H. Küng)

Supone para mí una inmensa alegría el poder disfrutar nuevamente de la ocasión de hablar en su ciudad. Todavía sigo firmando algunas de mis cartas con la her¬mosa estilográfica con la que, en una de mis visitas, firmara en el Libro de Oro de la ciudad de Barcelona, y que lleva gra¬bado el escudo de la ciudad. Al igual que en Madrid, también me hubiera gustado leerles a ustedes algunas escenas tomadas de mi autobiografía. Por ejemplo, aquella simpática anécdota sobre la diferen¬cia entre Barcelona y Madrid, una diferencia que naturalmente ustedes conocen bien, y que me contó, ya en 1957, un pediatra catalán durante un largo viaje en tren de Suiza a Barcelona, lo cual me hizo recordar la diferencia entre las ciu¬dades italianas de Roma y Milán. Mi interlocutor había acudido un lunes por la mañana a un ministerio en Madrid, encontrándoselo cerrado. «¿Es que aquí no se trabaja?», le preguntó al conserje. Tras la ventanilla enrejada éste le contestó: «Eso es por la tarde». Y el catalán, dirigiéndose a mí: «¿Está claro? Eso es Madrid: por la mañana de vacaciones, y por la tarde a hacer el holgazán...». Comprendí lo que me decía. Pero los clichés están para ser corregidos.

Sin embargo, tengo que renunciar a leerles aquí ésta y alguna otra emocionante escena. Pues el año que viene tendrá lugar en su ciudad un gran acontecimiento, que seguramente será digno de atención en todo el mundo. Se celebrará aquí el próximo Parlamento de las Religiones del Mundo bajo el lema: «El arte de saber escuchar, el poder del compromiso».

Se trata ya del tercer Parlamento de las Religiones del Mundo, en el cual, según las previsiones, tomaré parte activa. Esto también es algo que pertenece a mi autobiografía y que, cada vez más, se ha ido convirtiendo en uno de los temas de mi vida. Ya en mis tiempos de estudiante en Roma tuve ocasión de ocuparme con el dogma supuestamente infalible que sostiene que «Fuera de la Iglesia no hay salvación», y llegué a la convicción de que hay salvación no sólo fuera de la Iglesia, sino también fuera de la cristiandad. El concilio Vaticano II, en el que me cupo el honor de participar como teólogo conciliar, confirmó oficialmente en 1965 esta convicción, iniciando así un giro sustancial tanto con respecto al judaísmo como al islam y, finalmente, respecto de todas las religiones del mundo. Desde muy pronto he podido mantener diálogos interreligiosos e interculturales en los más diversos países y circunstancias. Así me fui haciendo cada vez más consciente de que este diálogo incluye un aspecto altamente político, que he tratado de condensar en las siguientes frases:

—No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones.

—No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones.

Con la mirada puesta en el Parlamento del año que viene, quisiera ahora explicitar justamente esta dimensión del diálogo interreligioso, esbozando, a la luz de los acontecimientos más recientes, el nuevo paradigma de las relaciones internacionales, que se basa en determinados criterios éticos, presentes en todas las grandes tra¬diciones religiosas y filosóficas de la humanidad. Permítanme por ello entrar directamente en la problemática, comenzando por esbozar el viejo paradigma, ya superado, de las relaciones internacionales.

1. El paradigma superado de las relaciones internacionales

Quiero recordarles, damas y caballeros, tres fechas simbólicas, de todos conocidas, que señalan el lento y trabajoso final del viejo paradigma, a la vez que anuncian la implantación del nuevo paradigma de las relaciones internacionales: el anuncio (1918), la realización (1945) y, finalmente, la irrupción (1989).

1918: fin de la Primera Guerra Mundial, con un balance de unos 10 millones de muertos. Colapso del imperio alemán, del imperio de los Habsburgo, del imperio zarista, del otomano y, antes aún, del imperio chino. Al mismo tiempo, presencia de tropas americanas en suelo europeo y nacimiento del imperio soviético. Éste es el principio del fin del paradigma eurocéntrico imperialis¬ta de la modernidad y el comienzo de un nuevo paradigma, aún no de¬finido pero ya atisbado por los más clarividentes. Fue propuesto por Estados Unidos. Con sus «14 puntos» el presidente Woodrow Wilson trazó (el 8 de enero de 1918) su programa de paz: una «paz justa» sin vencidos y la «autodeterminación de los pueblos» sin anexiones ni exigencias de reparación. Pero el «Versalles» de la “realpolitik” de Clémenceau y Lloyd George frenó la realización del nuevo paradigma: en lugar de una paz justa, una paz impuesta sin la partici¬pación de los vencidos. En España, el agravamiento de la situación militar en Marruecos y los crecientes problemas sociales conducen, después de una huelga general, a una crisis del Estado y, finalmente, a la dictadura de Primo de Rivera. Las consecuencias de «Versalles» son conocidas: fascismo y nazismo (secundados en el lejano Oriente por el militarismo japonés) son los errores catastróficos y reac¬cionarios que llevarán dos décadas más tarde a la Segunda Guerra Mundial, la peor de cuantas han existido en el mundo.

1945: final de la Segunda Guerra Mundial, con un balance de cerca de 50 millones de muertos y otros muchos millones de deportados. El nazismo y el fascismo resultan derrotados, pero el comunismo soviético es más fuerte que nunca hacia el exterior, aunque hacia dentro ya haya entrado en una crisis política, económica y social, a causa de la política estalinista. La iniciativa para un nuevo paradigma parte una vez más de Estados Unidos: fundación en 1945 de las Naciones Unidas, en San Francisco, y el tratado de Bretton Woods para la nueva ordenación de la economía mundial con la fundación del

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