Deberia Amanecer

Con una narrativa fácil, sencilla y sobre todo, entendible, este escritor nos remonta a un alejado pueblo de algún lugar en la República Mexicana, Zitlaltepec, probablemente inexistente, pero que bien puede tomarse por cualquiera que sea rural. Muestra de forma cruda y hasta cruel la difícil vida de los habitantes de esas remotas regiones. Abandonados, explotados y vejados por el que debería de ser su 'sostén', su apoyo. Ése fantasma a veces completamente irreal y en otras sardónico e indiferente: el Gobierno.

Por medio de el ejército, la policía y los caciques privilegiados despojan no sólo de sus bienes y dignidad a los pobres ejidatarios, sino también de sus esposas, hijos y hasta de sus vidas.

Pero a costa de sus 'regalos', sus limosnas y su eterna promesa de algo "mejor", le tapan la boca a cualquiera que se deje... Sus tan laureados "programas de desarrollo" instan únicamente a acentuar más la miseria reinante en esos lugares, pues condicionan todo, toda la ayuda por un voto para 'el candidato'.

Igualmente ocurre con la educación, de la que tan orgulloso se siente el mandato central. Expresa, por sobre todo, una pregunta realmente importante, especialmente en estos tiempos que avanzan: ¿De qué sirve enseñar a leer a la población, si no se tiene qué leer? Es decir, una vez que las personas aprenden, ¿qué leen? Revistas de chismes, 'cuentitos', pornografía y demás pseudo-literatura que lo único que hace es absorber y pudrir el recién adquirido conocimiento. En este país no existe una verdadera cultura por la lectura verdadera. Es una pena (y vergüenza) aceptarlo, pero somos una de las naciones con menor índice de lectura en todo el mundo: un promedio de sólo 1 libro por año. ¿Y quienes son los culpables de esto? Todos, es cierto. Pero hay dos sectores especialmente culpables: el sector educativo y la empresa privada de entretenimiento (TV y radio). ♣

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