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Dones Del Espiritu Santo: La Fortaleza


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2013  •  345 Palabras (2 Páginas)  •  489 Visitas

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Dones del Espíritu Santo: Fortaleza

La fortaleza es el don del Espíritu que sostiene la virtud moral que llamamos de la misma manera. Para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros y sobrellevar las contrariedades de la vida, requerimos de este don. Él nos ayuda a resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del ambiente, así como a superar la timidez y la agresividad.

El hombre, diariamente experimenta la propia debilidad, especialmente en el campo espiritual y moral. Cede, quizá sin darse cuenta, a los impulsos de las pasiones internas y a las presiones que sobre el ejerce el ambiente circundante.

Para resistir a estas múltiples instigaciones es necesaria la virtud de la fortaleza, virtud de quien no se aviene a componendas en el cumplimiento del propio deber.

Juan Pablo II señala: “Quizá nunca como hoy, la virtud moral de la fortaleza tiene necesidad de ser sostenida por el homónimo don del Espíritu Santo. El don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma no solo en momentos dramáticos como el del martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios; en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez”.

Cuando experimentamos, como Jesus en Getsemani, “la debilidad de la carne-2 (cfr Mt 26), es decir, de la naturaleza humana sometida a las enfermedades físicas y psíquicas, tenemos que invocar del Espíritu Santo el don de la fortaleza para permanecer firmes en el camino del bien. Entonces podremos repetir con San Pablo: “Me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2 Cor 12, 10).

Son muchos los seguidores de Cristo que, en todos los tiempos, han conocido y conocen el martirio del cuerpo y del alma, en íntima unión con la Mater Dolorosa junto la Cruz. Ellos lo han superado todo gracias a este don del Espíritu.

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