Dr Jose Gregorio Hernandez
Enviado por oswaldolacorte • 7 de Abril de 2014 • 636 Palabras (3 Páginas) • 364 Visitas
Este joven estudiante pasa a la Universidad Central de Venezuela donde gana la admiración y respeto de profesores y alumnos. En sus ratos libres tocaba el piano y bailaba muy bien. Después de graduado de medico estudia en Europa con los mejores científicos de la época. Se enfrenta con ideas y teorías contrarias a la religión cristiana, pero su fe se mantiene firme.
Es un gran investigador .Enseña en la Universidad y funda la catedra de bacteriología en Venezuela. Entre sus alumnos se encuentran eminentes médicos, profesores e investigadores. Como médico es dulce y bueno con sus pacientes, les transmite el consuelo de Dios y pone todo su empeño en curarlos. Hace de su vida diaria una oración.
Cada vez más inclinado a la vida interior, decide dejarlo todo por Dios. Con el apoyo de Mons. Castro se marcha a un convento en Italia y se enferma gravemente, muy triste se regresa para Venezuela (La Cartuja).Dios tiene sus designios y lo necesita curando enfermos .Allí va al médico de los pobres, caminando por Caracas, atendiendo a todos y dándoles hasta el dinero y las medicinas para curarse. A los tres años recupera y luego sigue en su empeño por la vida religiosa y se va al colegio Pio Latino en Roma. Ya tiene 50 años y nuevamente la enfermedad lo obliga a regresar a su Patria Venezuela.
José Gregorio Hernández acepta la voluntad del Señor y vuelve a sus enfermos .Al amanecer, la misa, luego un día de trabajo incansable y en la noche, vigilias de oración
Nuevamente se recupera un poco y el 29 de junio de 1919, un domingo como cualquier otro José Gregorio Hernández salió a atender a vecinos enfermos. La última persona atendida fue una anciana de pocos recursos a quien decidió ayudar comprándole las medicinas. Al salir de la farmacia de la esquina de Amadores y Uparal, fue arrollado por un carro que le puso fin a su vida.
Hernández dictó veintiún cursos universitarios más dos prácticos de una duración de un año cada uno, que alternaba con el ejercicio particular de la medicina en un consultorio privado localizado en su propia casa, lo que según datos estadísticos, le permitió recabar unas 7000 recetas médicas.
Concluye así la historia de uno de los más recordados y admirados personajes de la medicina venezolana que hoy por hoy, sigue ayudando al prójimo más allá de lo terrenal y lo conocido. Al respecto de Hernández, Razetti señala: “Creía que la medicina era un sacerdocio, el sacerdocio del dolor humano y siempre tuvo una sonrisa desdeñosa para la envidia y una caritativa tolerancia para el error ajeno. Fundó su reputación sobre inconmovible pedestal de su ciencia, de su pericia, de su honradez y de su infinita abnegación. Por su prestigio social no tuvo límites y su muerte es una catástrofe para la Patria”.
En el año de 1947 el Instituto de Medicina Experimental de la UCV, por disposición del Consejo Universitario y del Congreso
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