EL RETO DEL MILENIO

La idea de “ver para creer” que impera en nuestros jóvenes, se puede también encontrar en el tiempo de Jesús, hecho narrado en la Biblia, en la escena cuando uno de los apóstoles, “Tomás” duda sobre la resurrección del Señor, aún así con la palabra de los otros apóstoles que afirmaban haber visto a Jesús después de muerto, él firme en su decisión de creer hasta meter sus dedos en las llagas del Resucitado.

Jesús a pesar de eso con su inmenso amor solo mostró a Tomás lo que él necesitaba para creer, y no tomó la postura de hacerlo sentir mal. Dios como Dios de amor conoce la diversidad que hay en este mundo y que nuestras acciones van en función de nuestra personalidad pero aún así nos da tiempo para creer, como lo siguió haciendo con Tomás a pesar de haber dudado.

Dios establece una felicidad a los que creen sin haber visto, que es difícil de explicar. Es un sentimiento que se complementa con el creador, y da una confianza plena y seguridad en uno mismo.

En el momento que se explica la duda de Tomás, se hace referencia a lo que hoy viven nuestro jóvenes, dudando y buscando creer hasta ver lo extraordinario y sobrenatural. En aquel tiempo y en ese preciso momento, la fe se consolida como acción de gracia en Dios dentro de una iglesia naciente, donde Dios nos deja heredado este momento para ver la realidad que se vivió en aquel tiempo, observando que hasta sus mismos apóstoles que convivieron tanto con Él, tenían diversidad en su fe.

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