El Camino A Casa
Enviado por 809CAROLINA965 • 5 de Noviembre de 2014 • 4.856 Palabras (20 Páginas) • 257 Visitas
El Camino a Casa
Aquí están los elementos claves por medio de los cuales nos llegamos a reconciliar con el Padre. Todos y cada uno de ellos tienen una importancia vital. Si uno solo de ellos estuviera ausente, podría impedir que nuestra relación fuera completa.
Nuestra condición: Lo primero que necesitamos comprender es que estamos separados de Dios. El abismo que nos separa de Él es ancho y profundo. Heredamos por nacimiento un defecto fatal. Como consecuencia, hemos vivido independientes de Él. La Biblia destaca esta realidad tan desoladora: “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios”. Si no podemos aceptar el hecho de que el pecado nos separa de Dios, nunca llegaremos espiritualmente a casa, porque no sentiremos la necesidad de un Salvador.
El remedio de Dios: En segundo lugar, necesitamos tener una comprensión muy clara de quién es Jesús, y qué ha hecho Él por nosotros, para poder poner en Él nuestra fe con toda confianza. Jesús fue quien cerró la brecha que nos separaba de Dios. En palabras del apóstol Juan: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Jesús no sólo era un buen hombre, un gran maestro o un inspirado profeta. Él vino a la tierra como el Cristo y el Hijo de Dios. Nació de una mujer virgen. Llevó una vida sin pecado. Murió. Fue sepultado. Resucitó al tercer día. Ascendió a los cielos, y allí se convirtió en Señor y Cristo.
La muerte y resurrección de Jesús a favor nuestro satisfizo las exigencias de Dios: una provisión completa para eliminar nuestro pecado. Este Jesús, y sólo Él, reúne las cualidades para ser el remedio de mi pecado y el suyo.
Nuestra respuesta: arrepentirnos y creer.
El arrepentimiento personal es vital en el proceso de transformación. La palabra “arrepentimiento” significa literalmente “un cambio en la manera de pensar”. Consiste en decirle al Padre: “Quiero acercarme a ti y apartarme de la vida que he llevado independientemente de ti. Te pido perdón por lo que he sido y lo que he hecho, y quiero cambiar de manera permanente. Recibo tu perdón por mis pecados”.
En este punto, son muchos los que experimentan una notable “purificación” de cosas que se habían ido acumulando toda una vida, todas ellas capaces de degradar el alma y el espíritu de una persona. Sintamos o no el perdón de Dios, si nos arrepentimos, podemos tener la seguridad total de que somos perdonados. Nuestra confianza se basa en lo que Dios nos ha prometido, y no en lo que nosotros sintamos.
Llegamos a una relación personal con el Señor cuando tomamos la mayor decisión de la vida: el punto decisivo del que hablamos antes. Esa decisión consiste en creer que Jesús es el Hijo de Dios, el que murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó de entre los muertos, y recibirlo por Salvador y Señor. Cuando creemos de esta forma, nos convertimos en hijos de Dios. Está prometido expresamente en el evangelio de Juan: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12).
¿Quisiera recibir a Jesucristo como Salvador? Si quiere hacerlo, puede hacer una oración como ésta:
“Jesús, te necesito. Me arrepiento de la vida que he llevado alejado de ti. Te doy gracias por morir por mí en la cruz para pagar por el castigo de mis pecados. Creo que tú eres el Hijo de Dios, y ahora te recibo como mi Salvador y Señor. Consagro mi vida a seguirte.
Cuando hizo la oración recibiendo a Cristo como su Salvador, usted se convirtió en un miembro de la familia de Dios. Ahora, Dios le llama Su hijo. La Biblia nos dice que los ángeles en el cielo se regocijan cada vez que alguien acepta a Cristo y nuestros nombres están escritos en el cielo. (Lucas 10:20)
La Biblia, en Efesios 2:8 y 9 dice: “Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.” Es también la promesa de una relación eterna con Dios. Esta relación crece a medida que aprendemos más sobre la naturaleza de Dios y Su carácter. Dios se revela a nosotros a través de la Biblia, y nosotros podemos hablar con Él a través de la oración.
Queremos ayudarle a crecer en su relación con Dios. Por favor, haga clic en el enlace más abajo para comenzar a conocer más acerca de nuestro Padre celestial, el Espíritu Santo, la oración y cómo estudiar la Biblia.
Jesús Me Ha Salvado
"Que alguien me salve!"
¿Alguna vez ha gritado esto? Todos necesitamos ser salvados en algún momento. Tal vez se perdió en una zona desierta y necesitó ser rescatado. La salvación es exactamente eso, el rescate de sus pecados. Verá, sus pecados (todas las cosas malas que ha hecho) le tenían atrapado. Imagínese a un enorme gigante agarrando a alguien por el cuello. Eso es lo que el pecado estaba haciendo con usted. Pero cuando usted clamó: "Jesús, sálvame!", Él vino y rompió el control del pecado en su vida. La Biblia dice: "que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo." (Romanos 10:9). Usted fue salvado del pecado y de la muerte cuando le pidió a Jesús que fuera su Salvador.
Salvo Para Siempre
Cuando Jesús le salvó, no fue sólo por un día o de un pecado en particular. Fue salvado para siempre y de todo pecado. Imagínese a un niño que fue vendido como esclavo y un día un hombre rico viene y paga un millón de dólares por ese niño. Ahora bien, si ese hombre pagó tanto para salvar a ese pobre niño, ¿por qué querría renunciar a él?. ¡Aún más Dios, quien pagó con su propio Hijo! La Biblia dice: "Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo *unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16). Cuando usted le pidió a Jesús que le salvara, Él le salvó para siempre y usted puede confiar en Él.
"El Día Que Jesús Me Salvó"
"Mi vida ha cambiado en las cosas grandes y pequeñas. ¡Creo que mi ADN probablemente ha cambiado también! En todas las partes de mi ser, me sentía viva, me sentía diferente - me di cuenta que algo había sucedido. Y mi vida sigue siendo transformada - mi mente ya no es tanto un campo de batalla, vivo con más paz y alegría aunque el mundo trata de quitármelas. Yo sé que mi verdadera casa está esperándome y eso me da gran fortaleza, paz y consuelo." Rory
Para Hoy:
Dele gracias a Jesús por su salvación eterna. Memorice Romanos 10:9 y recuérdelo cada
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