El Castor

Meredith, da la sensación de que Walter está dentro de una caja y que no puede salir o no quiere, ya que si sale vuelve al estado melancólico del que no quiere formar parte. A ese estado sin vida, sin productividad, inhibido en todo sentido, física y emocionalmente. En determinado momento, el castor dice, no soy un títere, soy real, estoy vivo. Vuelve a mostrar que cada vez esta más inmerso en su delirio, deliro que tal vez necesite para salir de su enfermedad, como forma de darle una “lógica” a lo que le sucede. Pensándolo tal vez como un buen pronóstico, en el sentido que el ingreso del castor produce un quiebre, genera un antes y después que lo saca de ese tiempo inerte en el que estuvo, generando nuevas cosas. Pudiendo terminar bien, o no.

Al pasar cierto tiempo, nuevamente vuelve a deprimirse, regresa a la imagen del comienzo de la película, solo, triste pero esta vez el castor sigue con él. Walter pierde el total control de su vida, el castor lo controla completamente, pero él ya no está tan a gusto con su presencia. Su delirio comienza a molestarlo, y es así que inicia una batalla contra el títere, busca matarlo, eliminarlo. Lucha contra los dichos del castor, contra esa parte de él que le dice que no sirve para nada, que sin el no podrá seguir, que sin él no

es nada, que le dio todo. Walter responde, “solo eres una parte, soy libre” y a continuación se corta la mano.

Por lo tanto, puedo decir, que cuando se lo enfrenta con la realidad, el protagonista vuelve a ese estado del que partió, donde había estado por tres años, sin lograr salir a pesar de ayudas externas. Nuevamente cuando se conecta con el pasado, sumido en su deliro, vuelve a tener un intento de suicidio, intento que está disfrazado por el deseo de matar al castor, de terminar con esa voz que lo domina, liberarse como bien lo dice Walter, dejar atrás esa “locura” en la que está inmerso. El castor en este momento se vuelve su enemigo, ya no es el que lo salva sino el responsable de que vuelva a estar solo y triste.

Como señalé anteriormente, Freud sostiene que en la melancolía es el yo el que se vacía y se empobrece. Por eso la búsqueda o la lucha de encontrar en el otro algo de uno para llenar dicho vacío, que lo invade por completo. El acto suicida es el resultado de la vuelta sobre el sujeto del impulso asesino dirigido contra el objeto. Siguiendo a Lacan, el falo como significante de vida forcluido en el sujeto melancólico, arrastra el sentimiento de pérdida de vida hasta la posibilidad del pasaje al acto, del suicidio.

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