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El Cristianismo


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2014  •  2.268 Palabras (10 Páginas)  •  241 Visitas

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ndice

Índice.......................................................................................................................................1

Introducción ...........................................................................................................................2

La situación religiosa en el imperio romano...........................................................................3

Jesús y el cristianismo.............................................................................................................3

Propagación del Cristianismo ................................................................................................3

Las Persecuciones ..................................................................................................................4

El Edicto de Milán, el fin de las persecuciones .....................................................................5

Teodosio y el cristianismo como religión oficial del imperio romano ..................................6

Conclusión ..............................................................................................................................8

Introducción

Todo el tema del cristianismo comienza con el nacimiento de Jesús, en Belén. Este gran personaje deja una infinidad de enseñanzas que se las encomienda a los apóstoles para que las prediquen y enseñen a la gente. Todo este proceso va a tener mucho éxito y también va a tener sus bajas, como lo fueron las persecuciones, que no dejaban a los cristianos practicar su religión libremente.

Durante todos estos sufrimientos también aparecen personajes con poder, que defienden a los cristianos, y que al final logran superar y eliminar por completo la persecución a estos. Luego, aparecen autoridades cristianas que provocan que el cristianismo sea considerado como religión oficial del imperio.

CONVERSIÓN DEL IMPERIO ROMANO AL CRISTIANISMO

La situación religiosa en el imperio romano:

La decadencia política, social y económica del imperio estuvo acompañada por el relajamiento moral y la desintegración religiosa. Algunos romanos volvieron a adorar con renovado fervor a sus antiguos dioses: Júpiter, Marte, Minerva. Otros buscaron consuelo en la filosofía griega, ante todo, en el estoicismo que enseñaba que el hombre debía conformarse con su destino por injusto e incomprensible que pareciese. Muchos se entregaron a los misteriosos cultos orientales: el culto de la diosa egipcia Isis y la adoración del dios persa Mitras cuyo símbolo era el toro. Estos cultos prometían la resurrección y una vida de eterna felicidad. En todo el imperio se impuso como culto oficial la adoración del emperador divinizado. Pero ninguno de estos sistemas y ritos pudo dar una respuesta a la angustiosa pregunta por el sentido de la existencia y el fin último de la vida humana.

Jesús y el cristianismo:

Jesús nació durante el gobierno de Augusto en el pequeño pueblo de Belén en Judea. Algunos decenios antes, Pompeyo había hecho tributaria a Judea. Luego los romanos impusieron al rey Herodes, quien dejó triste fama como tirano. Finalmente Judea fue hecha provincia, siendo administrada por gobernadores romanos.

A los 30 años de edad Jesús abandonó su hogar y empezó a predicar la Buena Nueva del Reino de Dios, de la salvación eterna y del amor al prójimo. Acompañado por doce fieles discípulos, los apóstoles, recorrió durante 3 años los campos y pueblos de Palestina.

Durante largos siglos los profetas habían anunciado que algún día Dios enviaría a un Mesías, para crear un nuevo reino de Israel. Muchos judíos creyeron que Jesús era, efectivamente, el tan esperado Mesías, pero vieron en él un dirigente político que los dirigía en la lucha contra los romanos para recuperar su independencia y establecer un poderoso reino terrenal. Mas, Jesús no pensaba en una rebelión política, sino en una liberación moral y espiritual. Muchos judíos se desilusionaron y se volvieron contra él. Jesús fue condenado y entregado a las autoridades romanas. El procurador Poncio Pilato lo hizo morir en la cruz.

Propagación del cristianismo:

Después de la muerte de Jesús, los apóstoles continuaron la predica de su doctrina.

La mayor parte de ellos vivía en Jerusalén, y realizaron su prédica entre los habitantes de Palestina. Los primeros conversos cristianos fueron, pues, de origen judío. Se les llamó nazarenos, es decir, creyentes en Jesús, el Nazareno. Muy pronto, el cristianismo empezó a difundirse entre los gentiles, es decir, entre los que no eran judíos. (Los judíos acostumbraban llamar gentiles a todos los que no eran de su raza y religión.) El principal predicador del cristianismo, entre los gentiles, fue San Pablo, por lo que suele llamársele el apóstol de los gentiles. Era un judío nacido en Tarso, Asia Menor, y, en un principio, había perseguido con saña a los cristianos, pero luego se convirtió al nuevo credo y dedicó su vida a propagar la fe que anteriormente combatiera.

Su acción predicadora se ejerció, preferentemente, en las comarcas de Siria, Asia Menor, Grecia y Macedonia, es decir, entre las poblaciones del imperio de habla y civilización griega. Por eso, el lenguaje griego fue el que sirvió de vehículo de transmisión al cristianismo en los primeros momentos de su desarrollo, y por eso, la mayor parte de las palabras que se refieren a los dogmas y a las instituciones cristianas son de origen griego. Fue en idioma griego que San Pablo redactó diversos libros destinados a difundir las enseñanzas cristianas. Estos libros, llamados las Cartas o Epístolas, son los más antiguos documentos escritos que se poseen sobre Jesús y los orígenes del cristianismo.

Desde las comarcas del Cercano Oriente, el cristianismo se fue extendien­do, poco a poco, hacia Italia, donde ya en los tiempos de Nerón, es decir, treinta años después de la muerte de Jesús, existían grupos de cristianos. Los dos apóstoles que llegaron a Roma predicando el cristianismo fueron San Pablo y San Pedro, quien, según los Evangelios, fue el discípulo escogido por Jesús, que señaló su jerarquía sobre los demás apóstoles, diciéndole: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia." (Mt. 16, 13)

Según cuenta la tradición, tanto San Pedro como San Pablo murieron en Roma, víctimas de la persecución de Nerón contra los cristianos.

Así fue como los apóstoles contribuyeron

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