El Cristianismo
Enviado por Patty_perez • 12 de Julio de 2015 • 2.348 Palabras (10 Páginas) • 217 Visitas
La persona de Jesús impacta la historia y marca una era, las concepciones del mundo, de Dios y de la eternidad, basadas en un mensaje del amor que se hace Don. Este Jesús humano, que nos muestra el camino a la divinidad está siempre vivo, nos invita a encontrarnos con él y cambiar nuestra vida.
Cuando llegó la “plenitud de los tiempos” (Gal 4,4) Dios se hizo hombre encarnándose en la persona de Jesús. En él, “Enmanuel”, “Dios con nosotros” (Is 7,14) alcanza su plenitud la presencia de Dios en el caminar y en la vida de los jóvenes. En Jesús, Dios se hace hombre. En Jesús, Dios se hace joven. El es el testigo fiel y veraz de la vida nueva y de la nueva humanidad: “he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10) pues “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn 15, 13). En Jesús vivo y presente, los jóvenes encuentran la plenitud de sus vidas.
a) Jesús vivió y creció en Nazareth
Jesús nació pobre (Lc 2,6-7). Formó parte de una familia trabajadora, su padre fue carpintero y su madre se dedicó a las tareas del hogar. Muy pequeño todavía, debió escapar con ellos a Egipto porque el rey Herodes “buscaba al niño para matarlo” (Mt 2,13). Cuando les fue posible regresar, fueron a vivir a Nazaret, un sencillo pueblo de Galilea.
Cumpliendo las leyes religiosas de Israel, a los 12 años subió con sus padres al templo de Jerusalén. Se encontró con los doctores de la ley, compartió con ellos su manera de entender las Escrituras y los dejó asombrados por su conocimiento y profundidad (Lc 2,46-47). El mismo reconoció luego que en ese momento había ordenado y que de esa manera se estaba preparando para la misión que se le había confiado (Lc 2,49).
En Nazaret, viviendo la vida normal de un joven de su época, creció “en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres” (Lc 2, 52).
En su proceso de maduración, tuvo que discernir lo que Dios quería de él y definir su proyecto de vida. Sensible a la búsqueda religiosa y a las expectativas mesiánicas de su pueblo, decidió ir al Jordán para hacerse bautizar por Juan. En ese momento, el Padre le hizo oír su voz: “Tú eres mi hijo, el Amado, tú eres mi Elegido” y el Espíritu Santo le hizo sentir su presencia (Lc 3,21-22). Desde entonces, se relacionó cada vez más íntimamente con el Padre, se dedicó más plenamente a realizar su acción liberadora en medio de su pueblo y procuró seguir con docilidad las inspiraciones del Espíritu que habitaba en él.
Fue tentado por la vida fácil y sin esfuerzo, por la vanagloria, el prestigio y el poder y por la idolatría del dinero y el ansia de tener (Mt 4,1-11) pero se mantuvo fiel a su opción y al proyecto de vida que había asumido.
b) Jesús anunció el Reino de Dios
Cuando sintió que había llegado “su hora” (Jn 2,4), inició su misión evangelizadora en la sinagoga de Nazaret. Allí, donde lo habían visto crecer y donde celebraba la fe con la gente de su pueblo, sorprendió a todos el día que tomó el libro de las escrituras y tras la lectura anunció con firmeza y convicción: “hoy se cumplen aquí las profecías que acaban de escuchar” (Lc 4,21).
Sus palabras fueron el anuncio de que el Reino de Dios estaba comenzando. El reino es el gran proyecto del Padre, la gran utopía de Dios de hacer una familia de hijos y de hermanos, un hogar para todos, una humanidad liberada de toda opresión, reconciliada con la naturaleza, entre sí y con Dios, donde el hombre puede sentirse y ser de verdad, señor del mundo, hermano delos otros e hijo de Dios (P 322). Es hacer realidad “los cielos nuevos y la tierra nueva” anunciados por los profetas (Is 65,17-25).
Es un Reino de Vida, pues en Jesús Dios ofrece su propia viuda en abundancia (Jn 10,10). Es un Reino de Verdad, pues “Dios es luz y en él no hay tinieblas” (1Jn 1,5). Es un Reino de Justicia y de Libertad, porque “Cristo nos liberó para fuéramos realmente libres” (Gal 5,1). Es un Reino de Alegría y de Paz, pues se funda en el triunfo de Jesús resucitado (Jn 20,20).
Es inseparable de la persona de Jesús: en él, el Reino se encarna y se personifica; con él, el Reino se acerca y se hace presente en la humanidad (Lc 11,20). Se cumple así el proyecto histórico que Dios tenía para su pueblo y se da respuesta a la larga espera vivida por Israel, reanimada en los últimos tiempos por Juan Bautista cuando invitaba como voz que clama en el desierto, a “cambiar de vida y de corazón porque el Reino de los Cielos está cerca” (Mt 3,2).
Para la comprensión del Reino por parte del Pueblo sencillo Jesús usó parábolas y Milagros. Así el Reino es tesoro y una perla, por cuya adquisición vale la pena dejarlo todo (Mt 13,44-46); como una siembra que hay que trabajar para que dé buen fruto (Mt 13,1-23), como una pequeña semilla, llena de vitalidad, que llega a tener crecimiento extraordinario (Mt 13, 21-32), como la levadura que fermenta la masa y la hace crecer; (Mt 13,33); como un campo sembrado de trigo y cizaña (Mt 13,24-30), como una red que recoge todo tipo de peces (Mt 13,47-48)...Los milagros son acciones salvíficas que expresan esa presencia del Reino: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva” (Lc 7,22).
Para entrar en el Reino es necesario convertirse (Mc 1,15), nacer de nuevo (Jn 3,3-21), tener corazón de niño (Mc 10,15), amar a Dios y a los hermanos (Mc 12,28-34), entender que el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado (Mc 2,27), reconocer que nadie puede marginar a otro si Dios lo acoge com hijo (Mt 5,45)... Sin esta actitud nueva, es imposible entender el mensaje de Jesús.
Jesús entregó su vida por la realización de este proyecto. Por eso Dios Padre lo resucitó, lo hizo Señor de la historia y de la humanidad nueva y junto con él, envió su Espíritu (Act 2,17) para que quienes lo sigan puedan obrar en la verdad, en la justicia, en el amor y en la paz y ser fermento del Reino, proclamado que “Cristo vive” para vida del mundo.
c) Jesús optó por los pobres
El Reino como gran proyecto de Dios es Universal. Pero sus destinatarios privilegiados son los que sufren las consecuencias del Pecado y del anti-reino: los pobres. El Reino de Dios está cerca de ellos (Mt 11,5). Jesús optó por los pobres (Lc 4,16-22), se identificó con ellos y desde ellos anunció la Buena Noticia de que el Reino de Dios se estaba haciendo realidad (Lc 6,20-21). En los años de su vida pública, convivió con los que no tenían lugar dentro del sistema social y religioso de la época. Acogió a los
...