El Descanso... Renovación Carismática.
Enviado por JuanCarlosrc • 4 de Junio de 2012 • 582 Palabras (3 Páginas) • 470 Visitas
DIOS NOS QUIERE SANOS
Dios nos creó a los humanos para que le alabemos y le amemos con alegría, cumpliendo nuestra
misión, y gocemos después para siempre con El en el cielo. Pero la enfermedad es un serio
obstáculo que nos impide entregarnos de lleno a ese amor y esa alabanza.
Jesús sanó a todos los que se lo pidieron: leprosos, ciegos, paralíticos, sordomudos. A nadie dijo
Jesús: “Yo no le voy a sarnar a usted. La voluntad de mi Padre es que usted siga enfermo y que
sufra”.
Nunca habló así Jesús. El nos demuestra con sus hechos que nos quiere a todos con buena salud.
Muchos preguntan: Si Dios nos quiere sanos ¿Por qué hay tantos enfernos? Nosotros les
respondemos: Porque no piden a Dios que los sane. Tal vez se imaginan que Dios no puede o no
quiere sanarlos. Pero en el Evangelio Jesús repite una y otra vez que nos concederá todo lo que le
pidamos, incluyendo, naturalmente, la salud.
Jesús sanó a todo el que se lo pidió. Pero El no salió a las plazas o la vía pública buscando a los
enfermos y como obligándolos a que le llegaran. Por eso en nuestras oraciones de sanación tampoco
permitimos que alguien venga forzado. Cada cual debe presentarse de buena voluntad. Dios nos
hizo libres y es el primero en respetar nuestra libertad.
Debemos tener bien claro que orar por sanación no es como pulsar un botón eléctrico. No se
trata de algo mágico o como automático. Con frecuencia vemos que, después de hacer oración, pasa
un tiempo antes que llegue la sanación. Una señora se presentó ante la comunidad con un brazo
paralizado, para pedir oración. Los hermanos, con mucho amor y devoción, le impusieron las manos
y le oraron a Dios para que sanara a aquella hermana.
Cuando acabó la oración le rogaron a la señora que moviera el brazo. Pero este seguía
paralizado. Sin embargo, no se desalentaron por eso los hermanos. Uno de ellos le dijo: “Señora,
siga usted alabando a Dios. El Señor la sanará a usted cuando El quiera y como El quiera”. Así
sucedió en efecto. Porque al pararse de la cama en la mañana siguiente la señora, con alegre
sorpresa vio que podía mover el brazo normalmente. En la siguiente reunión de la comunidad ella
dio testimonio para la gloria de Dios y todos los hermanos alabaron a Dios por el amor y la
misericordia que había tenido con ella. También dio testimonio un hermano que era hombre de
negocios y confrontaba graves problemas económicos. Pidió a Dios que le ayudara a superar su
crisis, pero sin determinar la forma en que Dios quisiera hacerlo, abandonándose por completo en
las manos de Dios. Su fé no quedó defraudada. La ayuda le vino de forma sorpresiva. Gentes que
nunca pensaban que se interesarían por
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