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El Mundo De Hoy


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2013  •  1.665 Palabras (7 Páginas)  •  277 Visitas

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El mundo está mal. Es una realidad que nadie contradice. A pesar de que el mundo ha mejorado mucho en su aspecto material, en cambio, en lo que no hemos avanzado, al contrario, ha sido en el aspecto moral. Hoy son muchos los que creen que la moral tradicional no se adecúa a la realidad social que se está construyendo con una escala de valores distinta a la de otros tiempos. Con razón Jean F. Revel dice «que no es la verdad sino la mentira la que parece mover nuestro tiempo». Vivimos en un tiempo en el que se oye hablar mucho de opiniones y poco de verdades. El mundo moderno ofrece un sentido del hombre sin Dios, al margen de Dios. Por eso, hoy son muchos los hombres que caminan por este mundo sin fe, sin moral y sin Dios. Quizás, en la mentalidad de algunos hombres sigue viva la creencia propagada por Nietzsche de que Dios ha muerto y que el superhombre representa los nuevos valores y la nueva moral. Entonces, ¿qué es lo que vale hoy? Lo que me agrada. El único imperativo categórico es: Haz lo que quieras. ¿Vive feliz! Ése era el pensamiento de Dostoievsky: «Si Dios no existe, todo está permitido», cualquier cosa es moralmente válida. «El mayor pecado de nuestro tiempo, según Pablo VI, es precisamente haber perdido el sentido de pecado».

Si Dios ha muerto la religión no interesa a nadie, es algo que pertenece al pasado y, por lo tanto, algo superado y olvidado. Para muchos resulta raro que haya personas que sigan yendo a misa, que reciban la Eucaristía, cuando eso ya no se lleva. ¿Comamos, bebamos y disfrutemos toda clase de placeres! «Lo que te pide el cuerpo es verdad dice F. Umbral, no lo traiciones nunca». La vida es para vivirla sin atenerse a normas ni principios. Dios ha muerto, no existe el pecado ni el infierno. Quizás por eso a la hora de divertirnos solemos celebrar con mucho ruido los acontecimientos sociales y políticos para impedir escuchar la voz de Dios, que es cosa del pasado.

La televisión, las modas, las canciones, el cine, son mensajeros de sexo, placer, engaño, celos, pasión. ¿Qué mensaje llevan a los jóvenes a películas como: «Las edades de Lulú»; «Cómo ser mujer y no morir en el intento»; «Instinto básico», ...? No olvidemos que los jóvenes beben en el cine y en la televisión las ideas básicas sobre la vida. Por eso, Luis María Anson dice: «Los púlpitos de este siglo serán la televisión». Obras como «Inés desabrochada», de Antonio Gala, atacan con irreverencias y mofas a la Eucaristía, a la Iglesia y a los Sacramentos. Hoy son muchos los que presumen de ser libres, sin ataduras ni frenos. La disciplina sin libertad es tiranía, pero la libertad sin disciplina es caos. La verdadera libertad consiste en el dominio absoluto de sí mismo, decía Montaigne.

Se quiere vivir en una auténtica anarquía moral y todo lo que sea respetar unas normas éticas se considera represión. Es represión enseñar a los jóvenes la práctica de la continencia, el dominio de sí mismo o el respeto a los demás. Y es que muchos hombres de hoy no quieren saber nada de Dios ni de moral. Se están convirtiendo en unos seres desvergonzados que cada día se van alejando más de las normas morales, éticas y sociales, haciendo del subjetivismo y de sus intereses personales el patrón de referencia. El hombre de hoy, según Jean Guitton, huye de los grandes temas (la muerte, el sufrimiento, la espiritualidad, el sentido trascendente) y se refugia en temas banales (el fútbol y mucha salsa rosa), porque le tiene miedo a la espiritualidad. «El ruido de la vida actual nos dice Enrique Rojas no deja espacio para escuchar y descubrir la imagen de Dios». Vivimos en una sociedad de consumo donde lo superfluo se convierte en necesario. Y en esta sociedad consumista se organiza la vida para poder vivir sin Dios, pero no sin las cosas. Parece que acabar con los monopolios, decía Cicerón, tiene sus ventajas. Ahora somos más normales con varios dioses que antes con un solo. Hemos creado nuestro propio dios a nuestro gusto. Se cree en un dios que no compromete. La religiosidad, a veces, para manifestarse se vale de fiestas y de folclore. ¿Qué significa la Semana Santa para muchas personas? Una fiesta. Se contemplan imágenes, se aplaude y se lanzan vivas. Sí, pero no olvidemos que las procesiones no justifican nuestra fe. «No todo el que diga Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre Celestial». Vivas y aplausos, pero sin olvidar que el Señor puede decirnos: «Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí». Hace falta un compromiso serio con nuestra fe. A veces pasa lo mismo con la figura del Papa. Muchos se entusiasman con su figura, pero se desentienden de sus enseñanzas cuando no están de acuerdo con su mentalidad y ambiente social. ¿Vivas al Papa! De acuerdo, pero sin olvidar su doctrina sobre

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