El Verdadero Oringe Del Cristianismo
Enviado por elcupido • 23 de Enero de 2014 • 3.659 Palabras (15 Páginas) • 310 Visitas
Generalmente se cree y se enseña que el cristianismo, tal como se enseña ahora, fue fundado por el Salvador de Nazaret cuando estuvo en la tierra. Pero enseguida surge una pregunta: ¿Cuál secta en particular fue la que él fundó? Esto es muy importante, porque cualquier persona razonable sabe que de los centenares de sectas que componen la cristiandad no hay dos que estén completamente de acuerdo en todo. El razonable pensar que el Salvador no inauguró tantas divisiones y sectas conflictivas. La iglesia Romana reclama ser la única "iglesia de Dios," la única fundada por el Nazareno, y que todas las sectas protestantes son heréticas (al menos eso decían antes, ya están cambiando ese enfoque). Por otro lado, los protestantes señalan a la iglesia Romana como la "madre de las rameras" de Revelación 17:5, ignorando que el mismo pasaje los señala a ellos igualmente.
Quienes conocen los hechos históricos saben que la cristiandad está compuesta de organizaciones cuya fe se supone que fue fundada por el Salvador de Nazaret pero que sin embargo ha adoptado muchas ideas y creencia de los filósofos paganos griegos y romanos que vinieron una generación después de la muerte del último de los seguidores inmediatos del Mesías. El cristianismo es una religión bastante diferente de la fe original de los apóstoles, como demostraremos más adelante. Las denominaciones, sectas, iglesias o grupos que componen la cristiandad quieren ser seguidores del Salvador del mundo, pero la doctrina que él enseñó, la vida que vivió, la adoración que practicó, no son las mismas del cristianismo moderno. El cristianismo actual tiene muchos elementos del paganismo griego, adoptados por los emperadores romanos en pro de la unidad nacional. Es muy obvio que ha sido moldeado por las enseñanzas de Platón, Sócrates, y los filósofos gnósticos griegos. El cristianismo moderno es en realidad un nombre nuevo para la antigua religión de los filósofos. Está moldeado a la semejanza de ellos en doctrina, en práctica, en culto y en nombre.
La Enciclopedia Británica dice lo siguiente con relación a esta póliza de adaptación de la iglesia moderna: “Nada, tal vez, ha tendido a corromper más al cristianismo que la introducción en él de supersticiones que son realmente paganas en sí mismas, o han sido sugeridas por prácticas paganas. El paganismo, incapaz de oponerse con éxito al cristianismo, ha hecho mucho para corromperlo, y en un sin número de maneras ha hecho estragos en su pureza”.
El cristianismo como se lo conoce hoy día no se estableció firmemente como religión sino hasta el tiempo de Constantino el Grande, quien necesitaba una religión nacional para consolidar su imperio. Así que él adoptó la nueva religión, que para entonces ya había sufrido muchos cambios y la convirtió en una secta nacional. No sólo impuso que se aceptara como la única religión del imperio, sino que formuló su política e hizo que se aceptaran sus doctrinas, y se estigmatizó como herejes a los que no aceptaron la nueva religión, y los desterró de su reino o les dio muerte. Cualquiera puede corroborar lo anterior por medio de referirse a cualquier enciclopedia sobre la vida de Constantino. Así comenzó la iglesia Romana, de la cual surgieron las iglesias hijas que componen las denominaciones de la cristiandad.
Cuando el Mesías nació en el mundo, su madre fue una doncella de Israel, de la tribu de Yahudah (Judá). Nació en una familia santa, que rendía culto al Todopoderoso de acuerdo a la doctrina y el ritual dados por el Altísimo a los profetas mediante el espíritu santo. No hay una jota de evidencia en los Escritos Apostólicos (o Nuevo Testamento) de que el Salvador se haya desviado alguna vez de la religión de su pueblo, que era la adoración bíblica practicada por los profetas. Cada palabra y acto suyo recalcaba el hecho de que él no había venido a destruir la ley ni los profetas (es decir, las Sagradas Escrituras) sino más bien a obedecerlas, cumpliéndolas en cada punto y coma. "No crean ustedes que yo he venido a quitar la ley ni las enseñanzas de los profetas; no he venido para quitarlas, sino para darles su verdadero significado" (Mateo 5:17 Versión Popular).
El Mesías enseñó los mismos preceptos de santidad, practicó la misma vida de justicia, observó las mismas fiestas sagradas, santificó el mismo día de reposo semanal que los patriarcas y profetas antes que él. Pero para beneficio de la sinagoga corrupta de su tiempo, él puso el énfasis en el poder de una vida de santidad de tal modo que su influencia pudiera cambiar al más vil pecador y sanarlo de nuevo física y espiritualmente. Su mensaje era el mismo de los profetas puesto en práctica en su vida y en las vidas de sus seguidores inmediatos. Aquella vida de santidad no sólo influyó en los individuos, sino que a través de ellos afectó el curso de las naciones, y remodeló el mundo en un nuevo estilo. Pero el Salvador murió, luego resucitó y subió al cielo, y sus discípulos continuaron su obra hasta que ellos también murieron. Mientras vivieron los discípulos inmediatos del Mesías, practicaron su doctrina y forma de vida según el modelo del Salvador, porque eran en su gran mayoría de la nación judía y de la fe judía. Continuaron viviendo, enseñando y adorando como verdaderos israelitas, siguiendo el ejemplo del Maestro.
Acerca del historiador Filón, dice el historiador Eusebio: “Además, por su descripción tan exacta de la vida de nuestros ascetas se ve claramente que él no sólo reconocía la divina misión de los apóstoles de su tiempo, quienes eran, parece, de origen hebreo, y preservaron la mayoría de las antiguas costumbres en un estilo estrictamente judío”. (Eusebio, hablando del tratado de Filón Sobre la vida contemplativa, Libro 2, capítulo 17. Eusebio, Historia Eclesiástica.)
Después de la destrucción de Jerusalem en el año 70, los judíos fueron dispersados a todos los rincones del imperio romano, y los discípulos del Mesías, por ser en su mayoría de la nación judía, fueron dispersados con los demás. Aquellos discípulos llevaron consigo la fe pura y sencilla que habían recibido del Salvador. Formaron congregaciones dondequiera que fueron, y así quedó sembrada la fe del Mesías hebreo Yahoshúa en todo el mundo de entonces.
El historiador Hegesipo dice: "Hasta entonces (el año 106 ó 107 EC, cuando el martirio de Simeón) la iglesia permaneció como una virgen pura sin corrupción, porque aquellos que trataban de corromper las sanas reglas de la predicación del Salvador, si había alguno, asechaban furtivamente en la negra oscuridad. Pero cuando el sagrado grupo de los apóstoles y la generación de aquellos que tuvieron la oportunidad de oír con sus propios oídos la divina sabiduría llegaron al fin de sus vidas,
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