El estudio y la interpretación de la Teologia.
Enviado por calvinista • 25 de Diciembre de 2012 • Trabajo • 1.714 Palabras (7 Páginas) • 336 Visitas
Este libro ha nacido pensando fuertemente en lo urgente que nos es hoy difundir una enseñanza que no muchas veces alcanzamos a discernir por las trabas que claramente pone por delante el enemigo de nuestras almas. Trabas hiper-conocidas que se han deslizado y repetido infinitamente durante toda nuestra historia de la iglesia; «No querer aceptar que para nuestra salvación no podemos hacer absolutamente nada y que sólo a través de la fe puesta en la obra y persona de Cristo-Jesús, somos merecedores de la salvación».
Aquellos que han experimentado el valor real que tiene el sacrificio de nuestro Señor Cristo-Jesús, llevan un grito de oración en lo más profundo de su interior y claman junto al apóstol Pablo con su escrito a los efesios que dice: “Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra”...1
1 Efesios 1:18-21 2 Lucas 18:9-14
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¡¡Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento...!!
¿Tiene, mi entendimiento (mi corazón), que observar algo que no veía? Sí, y en la magnificencia de los términos empleados por Pablo en este texto queda más que claro que es con un solo propósito: Saber cuál es la esperanza a que él nos llamó, las riquezas de su gloriosa herencia entre nosotros los Santos, y cuan incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos.
Jesús en una parábola2 enseña sobre los que confían en sí mismos como justos y menosprecian a los otros haciendo una comparación entre dos hombres, el fariseo y el publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo comparando y despreciando al publicano, mientras que el publicano no se atrevía a alzar sus ojos a los cielos. Jesús termina diciendo, refiriéndose al publicano: Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro...
Aún conociendo a nuestro Señor tendemos a insistir en este caminar por las obras. Buscamos la dependencia de la santidad para la salvación, terminando cansados y sin querer abrir los ojos de mi entendimiento.
¡Deténgase un instante en su vida!
Prepare su corazón a escuchar lo que un ministro del Señor, pastor, esposo y padre le cuenta a su hija.
D.M. Licenciado en Teología. IBN - Faculté de Vaux Sur Seine, Paris Francia.
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I.- PACTO DE OBRAS: EL PRIMER ADÁN
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre...” “porque así como en Adán todos mueren...”1
Todo empezó cuando la pequeña luz hace la pregunta más antigua e importante que un hombre y una mujer se pueden hacer en la vida.
Papá, ¿Qué debo hacer para ir al cielo?
Sin duda ella no sabía la magnitud de la pregunta que había hecho, a lo cual su padre sonriendo dulcemente la toma en sus brazos y sentándola en sus rodillas comienza a explicarle la historia de la redención.
-Todo comenzó cuando Dios creó un hombre llamado Adán. Adán fue el primer ser humano de la tierra y Dios tenía un propósito con él, quería que fuera el rey del mundo. Y para esto le dio poder y autoridad sobre todos los seres vivientes que habitaban el planeta tierra. Dios quería que Adán fuera su representante y que gobernara la tierra de la misma manera que lo hace Dios en el cielo. Para eso le dio una esposa llamada Eva y con ella iba a tener muchos hijos con el objeto de poblar toda la tierra y establecer un reino de personas que vivieran para la gloria de Dios. El lugar donde ellos vivían se llamaba Edén y era un paraíso donde vivían felices y contentos.
1 I Cor. 15: 21-22
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No tenían necesidad de nada pero igual tenían que trabajar. Adán tenía la misión de ponerle nombre a los animales2, cultivar y regar las plantas3, tenía que obtener oro y piedras preciosas4 y tenía que suministrar su alimento5.
Todo iba a ser feliz en la tierra hasta que...
¿Hasta qué papá?
Interrumpe ansiosamente la niña imaginándose dentro de su pequeño mundo algo muy malo que pudo haberle pasado a Adán.
Entonces su padre le explica calmado pero seriamente algo que luz nunca debía olvidar, la doctrina del pecado.
¿Hija mía sabes que es el pecado?
El pecado es cuando alguien hace algo malo. Respondió la niña
Correcto, pero es peor aún. El pecado es desobediencia a Dios y a su palabra, y que trae como consecuencia la muerte eterna. Te explico.
Cuando Dios puso a Adán y Eva en el huerto del Edén, como te dije antes, les dio autoridad para reinar y gobernar sobre toda la tierra y ellos podían trabajar los animales, explotar la tierra, utilizar y extraer recursos minerales y comer
2 Gen. 2:19 3 Gen.
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