El peregrino ruso
Enviado por meel28 • 18 de Octubre de 2012 • Ensayo • 2.212 Palabras (9 Páginas) • 636 Visitas
“EL PEREGRINO RUSO”
Primera parte:
Fragmento del primer relato:
“—Me han contado que sois un hombre piadoso y prudente; por eso os pido en
nombre de Dios que me expliquéis qué quiere decir esta frase del Apóstol: Orad sin
cesar, y cómo es posible orar de esta manera. Esto es lo que deseo comprender sin
poderlo conseguir.
El hombre permaneció un rato en silencio, me miró con atención y dijo:
—La oración interior continua es el esfuerzo incesante del espíritu humano por
alcanzar a Dios. Para conseguir este saludable ejercicio, hay que pedir a menudo al
Señor que nos enseñe a orar sin cesar. Ora más y con más celo y fervor, y la oración te
hará comprender por sí misma cómo puede llegar a ser continua; pero para esto hace
falta mucho tiempo.”
Fragmentos del segundo relato:
“ —Que este acontecimiento te sirva de lección de desapego de las cosas de la tierra, a fin de poder volar más libremente hacia el cielo. Esta prueba te ha sido enviada a fin de
que no caigas en la voluptuosidad espiritual. Dios quiere que el cristiano renuncie a su
propia voluntad y a todo apego a ella, para poder ponerse así enteramente en los brazos
de la voluntad divina. Todo lo que Él hace es para el bien y la salvación de los hombres.
Él quiere que todos los hombres sean salvos. De modo que ten ánimo y cree que Dios
dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla. Pronto recibirás un
consuelo mayor que todas tus penas.
Al oír estas palabras, desperté y sentí en mi cuerpo fuerzas renovadas y en mi alma
como una aurora y una nueva tranquilidad. ¡Qué se cumpla la voluntad de Dios!, dije. “
“Me sentí fuerte igualmente, y a cada asalto de la tentación de beber la vencía leyendo mi capítulo del Evangelio. Cuanto más tiempo pasaba, me iba mejor. Cuando hube acabado los
cuatro Evangelios, mi pasión por el vino había desaparecido completamente; me era ya
del todo indiferente. Y hace ya veinte años que no he llevado a mis labios ninguna
bebida fuerte.
»Todos se extrañaron de mi cambio. Pasados tres años fui admitido de nuevo en el
cuerpo de oficiales; fui ascendiendo los grados sucesivos y quedé nombrado capitán.
Contraje matrimonio con una excelente mujer; hemos reunido algunos bienes y ahora,
gracias a Dios, las cosas van marchando.”
Fragmento del tercer relato:
“Pasado un año, mi abuelo enfermó de muerte. Me llamó junto a él, me dijo adiós y añadió:
—Te dejo la casa y todo lo que tengo; vive como Dios manda, no engañes nunca a
nadie y sobre todas las cosas reza siempre a Dios; de Él nos viene todo lo que tenemos.
No pongas tu esperanza sino en Dios, no dejes de ir a la iglesia, lee la Biblia y acuérdate
de nosotros en tus oraciones. Aquí tienes mil rublos de plata; guárdalos, no los gastes en
cosas inútiles, pero tampoco seas avaro; reparte entre los mendigos y las iglesias de Dios.”
“Teníamos la Biblia bajo la almohada y pudimos llevarla con nosotros. Vimos cómo
ardía nuestra casa y nos dijimos: Gracias a Dios que hemos podido salvar la Biblia; así
podremos al menos consolarnos en la desgracia.”
Fragmentos del cuarto relato:
“Han pasado cosas, unas buenas y favorables y otras, en cambio, nada agradables; no
es posible contarlo todo y mucho es también lo que se me ha olvidado, porque sobre
todo he procurado guardar en la memoria el recuerdo de aquellas cosas que llevaban a
mi alma perezosa a la oración; todo lo demás raramente lo he evocado o, mejor dicho, lo
he procurado ir olvidando, según lo que nos enseña el apóstol San Pablo, que dejó
escrito: Dando al olvido lo que ya queda atrás y lanzándome en persecución de lo que
tengo delante, corro hacia la meta”
“La oración hervía en mi corazón y sentía necesidad de calma y de silencio para dejar a esta
llama subir libremente, y para ocultar un poco las señales externas de la oración,
lágrimas, suspiros y movimientos del rostro y de los labios.”
“—Vete al cuarto de al lado, me dijo; no hay nadie en él y podrás cambiarte de ropa.
Me fui a cambiar y luego volví donde ellos. Me hicieron sentar en una silla y se pusieron a calzarme; el marido me enrollaba las bandas y la señora se puso a calzarme los zapatos. Al principio me resistí cuanto pude, pero ellos me hicieron sentar diciendo:
—Siéntate y calla, que también Cristo lavó los pies de sus discípulos.
No pude resistir más y me eché a llorar; ellos lloraban igualmente.”
“Yo le respondí:
—Amar a Jesucristo está muy bien, y darle gracias, también; pero tomar cualquier
visión como una revelación directa de la gracia, eso no debes hacerlo, pues es cosa que
a menudo se produce naturalmente según el orden de las cosas. El alma humana no está
enteramente sujeta a la materia. Por eso puede ver en la oscuridad, tanto los objetos
lejanos como los que están cerca. Pero nosotros no cultivamos esta facultad del alma,
sino que la abrumamos con el peso de nuestro pesado cuerpo y con la confusión de
nuestros pensamientos distraídos y ligeros. Cuando nos concentramos en nosotros
mismos y nos abstraemos de todo lo que nos rodea, y aguzamos nuestro espíritu,
entonces el alma vuelve completamente sobre sí misma, opera con toda su energía y
todo esto no es más que una acción natural.”
Segunda parte
Fragmentos del quinto relato:
“Escuché esta historia con respeto y humildad, y pensé para mí: ¡Qué bueno y cuán benévolo es Nuestro Señor Jesucristo, y cuán grande es su amor! ¡Por qué caminos tan distintos atrae a los pecadores hacia sí! Con qué sabiduría emplea cosas de poca importancia para conducir hacia las cosas grandes! ¿Quién podría haberse imaginado que el juego malévolo de un judío con unos hueso sin vida había de llevarle al conocimiento verdadero de Jesucristo, y había de ser el medio para conducirle a una vida piadosa?”
“Desde luego, Dios no necesita nuestras oraciones de pecadores, pero, aun
así, en su amor por nosotros, Le agrada que recemos. Y no es sólo esa santa plegaria que el propio Espíritu Santo nos ayuda a ofrecer y
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