Ensayo Fratelli Tutti

Ensayo Fratelli Tutti

San Francisco de Asís para dirigirse a todos utilizaba la expresión de hermanos con la intención de que se viviera la fraternidad y una amistad sincera. Y esta encíclica también busca este mismo fin para todo el mundo y que se reflexione en ese valor importante de la fraternidad y la amistad donde se mantenga un diálogo con todas las personas de buena voluntad y con este escrito el Papa plantea que la fraternidad y la amistad social son las vías indicadas para construir un mundo más justo, pacífico y mejor reconociéndonos como hermanos porque somos hijos de un solo Creador, todos en la misma barca y por tanto necesitados de tomar conciencia de que en un mundo globalizado e interconectado sólo podemos salvarnos juntos. Al mismo tiempo, el Papa Francisco, promueve la paz y la reconciliación productiva, apuntando al diálogo como clave de la construcción del mundo.

La encíclica cuenta con ocho capítulos, pero en esta ocasión, nos centraremos en los dos primeros. El primer capítulo “Las sombras de un mundo cerrado” se centra en la realidad que estamos viviendo desde sus distorsiones, tales como la manipulación y la deformación de conceptos como democracia, libertad o justicia; la pérdida del sentido de lo social y de la historia; el egoísmo y la carencia de interés por el bien común; la prevalencia de una lógica de mercado basada en el lucro y la cultura del descarte; el desempleo, el racismo, la pobreza; la diferencia de derechos y sus aberraciones, como la esclavitud, la trata, las mujeres sometidas y luego forzadas a abortar, y el tráfico de órganos. Se trata de problemas globales que necesitan acciones globales, dando la alarma también contra una “cultura de los muros” que beneficia la masificación de organizaciones delictivas, alimentadas por el temor y la soledad. Además, en la actualidad, se ha percibido un deterioro de la ética a la que contribuyen, de cierto modo, los medios de comunicación de las masas que hacen pedazos el respeto por el otro y eliminan todo pudor, creando círculos virtuales aislados en los que la libertad es una ilusión y el diálogo no es constructivo.

A muchas sombras, sin embargo, la encíclica responde con un ejemplo luminoso, un presagio de esperanza, el del Buen Samaritano. En el segundo capítulo “Un extraño en el camino”, está dedicado al ejemplo mencionado anteriormente, y en él el Papa destaca que, en una sociedad enferma que da la espalda al dolor y es “analfabeta” en el cuidado de los débiles y frágiles, todos estamos llamados a estar cerca del otro, dejando de lado los prejuicios, intereses personales, barreras históricas o culturales. Todos somos responsables de la construcción de una sociedad que sepa incluir, integrar y levantar a los que han caído o están sufriendo. El amor construye puentes y estamos “hechos para el amor”, menciona el Papa, invitando en particular a los cristianos a reconocer a Cristo en el rostro de todos los excluidos. El Papa nos invita a salir de nosotros mismos para encontrar en los demás un crecimiento de nuestro ser, abriéndonos al prójimo según el dinamismo de la caridad que nos hace tender a la comunicación universal. Después de todo, la estatura espiritual de la vida humana está definida por el amor que es siempre lo “primero” y nos lleva a buscar lo mejor para la vida de los demás, lejos de todo egoísmo.

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