Entre Cumbre Y Pascua
Enviado por Caled14 • 10 de Mayo de 2013 • 547 Palabras (3 Páginas) • 293 Visitas
ENTRE PASCUA Y CUMBRE
Cuánta paradoja tiene la vida!...cuando unos sonríen, otros toman el trago amargo de la tristeza; cuando unos cantan a gritos, otros cierran sus voces en la muerte; cuando unos llenan sus mesas con exquisitos menús, otros sacian su necesidad con lo que hallan en el piso.
No es que me sorprenda, pero, sin embargo, me inquieta ver cuánto protocolo por un evento que tardó sólo unos días, como fue la VI Cumbre de las Américas.
Y más allá de eso, protestas por plazas como la de la Paz (Torre del reloj) por la instalación de una tienda de Juan Valdez que, a la larga, al finalizar la Cumbre debía ser desmontada, olvidándonos de qué pasaría con aquellas calles sucias (hoy limpias), aquellos marginados y mendigos (hoy atendidos en buenos lugares para mantenerlos encerrados) y quién sabe con qué otro tipo de situaciones que regresarán para quedarse nuevamente por un largo plazo y, quizás, interminable.
Por estos días, aún, todo respira a Cumbre. Y para nosotros, los cristianos, todo respira (o debería respirar) a Pascua. Pero, no es ese el ambiente que se pueda notar. La alegría y el gozo del Señor que ha resucitado se ve, cada vez más, opacado por asuntos que, en últimas, se vuelven vanales: lluvia de publicidad enfocada a vivir la semana mayor como un periodo propicio para vacacionar, para descansar, para ver lo último en cine o, sencillamente, el tiempo preciso para permitirnos “pecaditos” a partir de la variada gastronomía.
En fin, lo que antes fue, hoy, ya no lo es. Y ¿hasta qué punto situaciones coyunturales le siguen robando el espacio al verdadero Rey del Universo?
La cuaresma, como tiempo de preparación para celebrar dignamente el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, estuvo plagada de noticias acerca de otro tipo de preparativos para recibir al presidente de Estados Unidos y demás mandatarios; el recibimiento del Señor el domingo de ramos es comparable (guardando las proporciones) con los grupos y artistas más reconocidos que acogieron a primeras damas y sus esposos; los preparativos del lugar donde celebrar la Cena del Señor es equiparable a tantos anuncios de la cuidadosa elección de cientos de habitaciones en hoteles para recibir a los jefes de estado; las estaciones del viacrucis asimilables al cierre de calles para el paseo en coche de las primeras damas por los sitios turísticos del centro histórico; y, como si fuera poco, nuestro prolongado domingo de la Octava de Pascua coincide con ocho días de delegaciones y Cumbre.
Sólo en nuestras iglesias pareció resonar el grito glorioso “Aleluya”. Grito que debería retumbar no sólo en las Américas sino en todo el mundo, en todos los corazones, en todos los hogares, en todos los espacios, por todos los medios.
Ellos poseen la noticia, nosotros la Buena Nueva del Evangelio; ellos siguen a un “rey”,
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