Estudios Públicos, 71 (invierno 1998).
Enviado por LuisMarioMedina • 24 de Abril de 2013 • Examen • 8.557 Palabras (35 Páginas) • 371 Visitas
Estudios Públicos, 71 (invierno 1998).
ENSAYO
EXPOSICIÓN BREVE DE
LA ÉTICA ARISTOTÉLICA
Alfonso Gómez-Lobo
ALFONSO GÓMEZ-LOBO. Ph. D., Universidad de Munich. Profesor de Filosofía de la
Universidad de Georgetown. Autor de La ética de Sócrates (México: Fondo de Cultura
Económica, 1989) y otras muchas publicaciones suyas sobre filosofía griega. “Textos escogidos
de la Ética Nicomaquea de Aristóteles”, “Exposición breve de la metafísica de Aristóteles”
y “Las olimpíadas en el mundo antiguo” son algunos de sus trabajos publicados últimamente
en Estudios Públicos.
La ética de Aristóteles (384-322 a.C.) es en cierto sentido un admirable
logro de una época pasada. A diferencia de Platón, cuyo ímpetu
filosófico lo lleva a proponer una radical reforma de la vida política
de su tiempo, Aristóteles tiene una gran confianza en que, si bien
hay cosas que merecen cambiarse, la forma de vida de las ciudades
griegas que él conoce obedece a ideales que en el fondo son correctos.
Por eso, al leer sus escritos de ética se despliega ante nuestra
vista lo que podríamos llamar la moralidad ideal de la clase acomodada
de la Atenas del siglo IV a.C. Lo curioso es que pensadores
posteriores que no han compartido esa moralidad, en especial ciertos
pensadores cristianos del medievo, han hecho de la ética aristotélica
algo así como una estructura formal que sostiene sus propias convicciones.
En la actualidad, la ética aristotélica es objeto de apasionado
interés por parte de pensadores que se ocupan de la ética desde
perspectivas muy diversas. El propósito de esta exposición es facili298
ESTUDIOS PÚBLICOS
n este artículo1 mi intención es ofrecer una exposición de algunos
rasgos fundamentales de la filosofía moral de Aristóteles, pero quisiera
hacerlo de manera tal que un filósofo actual pueda ver en Aristóteles un
aliado (o un enemigo mortal) y no un mero objeto de curiosidad para
anticuarios. De allí que haya concentrado la atención en aquellos conceptos
que se debaten en la filosofía contemporánea, dedicándoles poco o nada de
espacio, por ejemplo, a ciertas virtudes que hemos dejado de valorar en una
cultura posterior a la irrupción del cristianismo.
En la ética contemporánea se ha enfatizado el papel central que
juegan los conceptos de lo bueno (en el sentido no moral de esta expresión)
y de lo moralmente recto. La manera como los distintos sistemas de ética
conciben la relación entre lo bueno y lo correcto ha servido a su vez para
clasificar a éstos en dos grandes categorías: éticas teleológicas y éticas
deontológicas. En efecto, una ética es teleológica (de acuerdo con esta
terminología) si define lo bueno en forma independiente de lo recto y luego
define lo recto como lo que maximiza lo bueno. A este tipo de éticas se las
suele llamar también “consecuencialistas” en el entendido de que para ellas
lo moralmente decisivo no son ciertas propiedades de los actos mismos
sino únicamente sus consecuencias.
Si se quiere que la clasificación sea exhaustiva, la posición deontológica
tendrá que consistir en la negación de la teleológica. Según esto, una
ética es deontológica si no define lo bueno independientemente de lo recto
o si no define lo recto como lo que maximiza lo bueno2.
Un ejemplo de ética teleológica es el utilitarismo de J. S. Mill (lo
bueno es el placer y lo recto es lo que produce más placer) y de ética
deontológica la filosofía moral de Kant (la buena voluntad no es independiente
de la voluntad recta y lo recto no lo determina la maximización del
bien no moral).
tar la discusión actual y para eso el pensamiento de Aristóteles ha
sido reconstruido aquí a partir de los conceptos que articulan los más
influyentes sistemas contemporáneos de ética.
E
1 Me he permitido utilizar aquí en parte mi capítulo sobre Aristóteles en Cavalier,
Gouinlock y Sterba (1989), pp. 32-59. Las traducciones del griego son mías. He utilizado la
edición crítica de Bywater (1957) y he consultado la traducción de Gómez Robledo (1983).
Conviene leer este artículo estudiando paralelamente la selección de textos publicados en
Estudios Públicos, 56 (1994), pp. 273-326.
2 Cf. Rawls (1971), pp. 24 y 30.
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¿Dentro de cuál de estas dos categorías cae la ética de Aristóteles?
En definitiva veremos que el esquema de clasificación resulta insuficiente
para entender la estructura de la filosofía moral aristotélica, pero para poder
hacernos la pregunta tenemos que aclarar qué entiende Aristóteles por cada
uno de los conceptos claves. Estos conceptos, a su vez, forman parte de un
contexto que durante largo tiempo fue ignorado o rechazado (probablemente
a consecuencia de la influencia de Hume) y que sólo recientemente ha
sido reintroducido en el debate sobre filosofía moral. Me refiero a la idea
de conocimiento práctico.
El conocimiento práctico
Cuando distingue formas de saber, Aristóteles suele sostener que
existen tres clases fundamentales de conocimiento: el conocimiento productivo,
el práctico y el teórico3.
La mente humana en ciertas ocasiones puede dedicarse a contemplar
(theorein) las cosas sin ninguna posibilidad o intención de modificarlas
o de afectarlas. Entre tales objetos de contemplación están los cuerpos
naturales, vale decir, aquellas cosas que se mueven o desarrollan debido
a ciertos principios inmanentes a ellas. El principio de movimiento que
reside dentro de uno de esos objetos es lo que Aristóteles llama su fysis o
naturaleza en sentido estricto. Una piedra cae porque su naturaleza la mueve
hacia el centro del universo y la bellota, con los años, se transforma en
una magnífica encina también en virtud de su propia naturaleza que la
impulsa en esa dirección y no en otra.
La física aristotélica, es decir, la ciencia que estudia los objetos que
poseen una naturaleza (y que por ende incluye lo que nosotros llamaríamos
la botánica, la zoología y otras ciencias afines), es por lo tanto una ciencia
teórica o contemplativa4.
Pero la mente humana, además de contemplar, puede originar cambios
y modificaciones en
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