Etica Cristiana
Enviado por Copy23 • 5 de Noviembre de 2014 • 3.681 Palabras (15 Páginas) • 289 Visitas
CAPÍTULO 1. ÉTICA: UNA INTRODUCCIÓN
En el mundo moderno, los términos ética y moralidad son virtualmente sinónimos. Francamente, es comprensible que la gente se confunda, pensando que estos dos términos son intercambiables. Pero no es correcto. De la historia aprendemos que las dos palabras tienen significados distintos. Ética viene de la palabra griega ethos, que significa un establo para caballos, un lugar de estabilidad y permanencia. La palabra moralidad viene de la palabra latina moralis, que describe la conducta cambiante de la
Sociedad.
La ética es normativa, absoluta. Se refiere a un conjunto de normas que orientan nuestras vidas y definen nuestros deberes y obligaciones. Produce los imperativos que establecen las pautas aceptables de conducta. Es lo que la gente debe hacer. En contraste, la moralidad trata de lo que la gente hace. Describe lo que ya están haciendo, frecuentemente sin relación con pautas absolutas.
Pero la Biblia no permite nada de esto. La convicción profunda del cristiano es que Dios existe y que él se ha revelado. Esa revelación es verbal y proposicional; está en la Biblia. Esa revelación contiene las reglas de conducta arraigadas en el carácter de Dios y en su voluntad. Él sabe lo que es mejor para nosotros porque nos ha creado y nos ha redimido. Por lo tanto, su revelación verbal contiene la norma absoluta sobre la cual fundamentamos nuestra vida, y construimos nuestros deberes y obligaciones hacia la familia, la iglesia, y el estado.
Para Dios, la ética no es un conjunto de principios fluctuantes. Es un conjunto de absolutos que reflejan su carácter y definen el deber humano. Él quiere que lo amemos y que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Este mandato doble es un ejemplo poderoso de nuestro deber hacia Dios y hacia el hombre. Son imperativos para todo ser humano. Constituyen una ventana sobrenatural para ver lo que es bueno, correcto, justo, y perfecto.
¿Por Qué Estudiar La Ética?
Hay varias razones para estudiar la ética. Cada una es válida por sí sola, pero están relacionadas entre sí. Las razones que ofrezco aquí no son todas. Más bien ofrecen evidencia convincente de que hace mucha falta estudiar la ética en la iglesia. Pocos cristianos saben analizar problemas importantes que están dividiendo nuestra sociedad. Al contrario, frecuentemente están sentados en la orilla del partido, permitiendo que los no creyentes dominen las discusiones acerca del aborto, la sexualidad humana, el rol del estado, la guerra, y el medio ambiente. Pocos parecen estar preparados para defender los principios absolutos de la Palabra de Dios.
La primera razón para estudiar la ética es que la cultura occidental ha abandonado cualquier marco absoluto para su pensamiento acerca de normas éticas.
Una segunda razón se enfoca en el hecho de que tantas preguntas éticas son como una pendiente resbalosa. Considere el asunto del aborto.
Los asuntos éticos se alimentan el uno del otro. La lógica de un debate se utiliza para orientar la discusión acerca de otro asunto. Los cristianos debemos entender este proceso, porque si no lo entendemos, no tendremos ningún impacto en los debates acerca de la vida que están hirviendo en nuestra sociedad.
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En tercer lugar, los cristianos debemos entender la naturaleza integrada de los asuntos éticos. Muchos cristianos no saben usar su Biblia para analizar los asuntos éticos contemporáneos. Para muchos, la Biblia no es relevante. Pero esta situación no puede continuar así. Los cristianos debemos aprender a pensar bíblicamente y cristianamente acerca de asuntos éticos.
En cuarto lugar, muchos cristianos saben cuál es su posición en ciertos asuntos éticos, pero no saben defender su posición. Este libro da una defensa bíblica para cada posición presentada.
Decisiones éticas son parte de la vida diaria. Los cristianos debemos no solamente saber lo que creemos, sino también saber explicar por qué lo creemos.
CAPÍTULO 2. OPCIONES ÉTICAS PARA EL CRISTIANO
El Relativismo Cultural
Considere la opción del relativismo cultural. Este punto de vista arguye que cualquier cosa aprobada por un grupo cultural es correcta; lo que no sea aprobado por el grupo es incorrecto. Ya que no hay principios fijos para guiar el desarrollo de códigos morales, la cultura determina lo que es bueno y malo. Cada cultura desarrolla sus propias normas morales, y ninguna otra cultura tiene el derecho de juzgar el sistema de valores de otra cultura.
Considere las consecuencias del relativismo cultural. La existencia de normas culturales variadas no se puede negar. Si estas diferencias culturales deben existir o si todos los enfoques culturales deben ser iguales es algo que tiene que ser decidido por otro método. Tiene que existir algo trascendente para resolver estas diferencias culturales.
El relativismo cultural también puede llevar al relativismo individual. La verdad en este mundo postmoderno está relegada al individuo o al grupo. Lo que sea verdad para uno no es necesariamente la verdad para otro. Las verdades de cada grupo son igualmente válidas, porque están basadas en una perspectiva personal. El resultado de esta situación absurda me recuerda del libro de los Jueces. Cada uno hacía lo que bien le parecía. (17.6). El relativismo cultural lleva a la anarquía social y ética.
Finalmente, el relativismo cultural promueve una inconsecuencia inaceptable. Negando la existencia de todos los absolutos morales, el sistema quiere proclamar su propio absoluto, ¡la cultura!. El argumento del relativista ético se puede resumir en tres proposiciones:
Lo que se puede considerar moralmente bueno o malo varía entre una sociedad y otra, de modo que no hay normas morales universales sostenidas por todas las sociedades.
El hecho de que sea correcto que un individuo actúe de cierta manera depende de, o es relativo a, la sociedad a la cual pertenece.
Por lo tanto, no hay normas morales absolutas que se apliquen a toda la gente en todo lugar y en todo tiempo.
La Ética Situacional
Otra opción es la ética situacional, popularizada por Joseph Fletcher. El meollo de su argumento se centra en negar principios morales absolutos, porque se ponen por encima de las personas. El único absoluto que se puede afirmar es el amor
Para Fletcher, hay que definirlo
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