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LA GRACIA Y EL DON DEL PLACER SEXUAL: HACIA UNA ÉTICA CRISTIANA PROTESTANTE DE LA SEXUALIDAD HUMANA


Enviado por   •  5 de Julio de 2012  •  2.920 Palabras (12 Páginas)  •  1.248 Visitas

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LA GRACIA Y EL DON DEL PLACER SEXUAL: HACIA UNA ÉTICA CRISTIANA PROTESTANTE DE LA SEXUALIDAD HUMANA

Reflexión basada en el libro de Christine E. Gudorf, Body, sex, and pleasure: reconstructing Christian sexual ethics

Por Rvdo. Samuel Caraballo-López, Ed. D.; D. Min.

INTRODUCCION

Nuestra cultura está obsesionada con el sexo, pero no en forma positiva. Esta realidad nos obliga como cristianos y cristianas a emitir un discurso sanador, para que aquello que es un don divino, y que es amenazado por la corriente actual de convertirse en un mal que confine esta y las nuevas generaciones en una prisión sin salida, no se realice. La iglesia tiene que hablar de una ética cristiana de la sustentabilidad en todos los aspectos de la vida humana y no humana.

La tradición Cristiana, en ocasiones, manifiesta una tendencia a entender el sexo como la puerta hacia el espectro moral que va desde la encarnación del mal hasta la sospecha moral. Para muchos hay una actitud consciente o inconsciente de que el placer sexual es la fuente primaria de maldad y de pecado. Inclusive su interpretación de la caída de la primera pareja en el Edén, esta matizada por concepciones sobre la sexualidad como pecado. Así se puede ver entre los/las cristianos/as una lista de pecados que en su mayoría están relacionados a lo sexual. Estas concepciones que están profundamente arraigadas en nuestras creencias, limitan el disfrute pleno de la vida sexual conyugal y condicionan el discurso cristiano frente a la realidad que hoy vivimos. Esto a su vez hace que usualmente la iglesia limite su discurso público sobre un tema medular para esta cultura.

Recuerdo un joven que case hace algunos años atrás que me decía que aunque su esposa quería tener relaciones sexuales a menudo, él se negaba porque “después ella se acostumbraba a tener mucha relación sexual y podría tener problemas cuando el estuviera ausente.” Todavía me estoy preguntando que de que clase de problemas estaría hablando él. De hecho este matrimonio lamentablemente se disolvió.

Ese desconocimiento del valor del placer sexual en la vida de pareja nos obliga a plantear una ética que integre los aspectos éticos-morales del cristianismo con los conocimientos de la sexualidad, sustentados en la investigación cientifica, y que como todo saber está sujeto a revisión. Es bueno clarificar que toda atribución que se sostenga en premisas incompletas y no probadas, no se puede establecer como norma de conducta. Por lo tanto esta reflexión no pretende ser dogmatica en el tema de la sexualidad. Para razones de esta reflexión se establecen cuatro fuentes de conocimiento sobre sexualidad a mencionar: (a) La tradición cristiana, que incluye La Biblia, la teología y la historia de la iglesia, (b) La investigación que proviene de las Ciencias Biológicas y Ciencias Sociales, y (c) La experiencia compartida de individuos y comunidades. Estas fuentes serán tratadas de forma integrada, reconociendo que las Sagradas Escrituras son la principal fuente de autoridad para nuestra visión Protestante y Reformada.

HACIA UNA ÉTICA SEXUAL:

Cuando definimos ética, lo haremos con la definición primaria establecida por Aristóteles (1996). Ética es el estudio de las decisiones y conducta humana que nos permiten alcanzar y vivir la vida buena o la felicidad. Dado que la sexualidad es parte integral de la vida humana se impone hablar de las decisiones y conductas que nos pueden llevar a una vida sexual buena y placentera en el sentido integral. Ahora bien, para poder hablar de una ética sexual necesitamos recobrar el sentido de que existe una bendición central en el placer sexual. En las Sagradas Escrituras encontramos a algunos de los patriarcas que consideraban el placer sexual como algo irresistible que hacia perder el control a los hombres y los hacia actuar de forma irresponsable (I Samuel 11: 1ss). Para los primeros teólogos y padres apostólicos el buen cristiano era uno que evitaba el sexo tanto como era posible (para matar la carne) y cuando forzados por cumplir las obligaciones maritales hacia su esposa, ejecutaban sus deberes con el menor placer posible.

Aun en muchas de nuestras culturas cristianas se dice que el placer sexual es irresistible y que no nos permite distinguir entre lo bueno y lo malo. Inclusive se enseña que esta es la causa principal de las desgracias pastorales. Lo que no logran distinguir que el verdadero problema no es el placer sexual sino el abuso sexual de ciertos líderes, que utilizando su poder compensa sus deseos con personas que consideran más débiles. No hay duda que el placer sexual ha sido mal entendido y en muchos círculos cristianos, considerándolo aun como tabú. Hay grupos religiosos que se oponen a la educación sexual en las escuelas porque esto fomenta los pensamientos carnales en los estudiantes y que les hace sexualmente vulnerables a prácticas inmorales. Usando esa misma lógica nos preguntamos que si enseñar los daños que causa el uso y abuso de drogas y alcohol fomenta el uso de estos en los estudiantes. Ahora si no hablamos y educamos le estamos entregando dicha educación a los medios de comunicación masiva que con el interés de tener “rating” se encargarán de presentar estos temas sobre sexualidad de forma inadecuada y dentro de una ética sexual inapropiada.

Muchos han propuesto como buena excusa para no hablar de la importancia del placer sexual, la creencia de que el placer sexual es irresistible y no solamente evaden el mandato sexual, sino que proveen con esto excusas convenientes para conductas irresponsables en situaciones sexuales. Este mito de lo irresistible del placer sexual ha sido una y otra vez usado como excusa para justificar infinidades de males tales como el adulterio, la fornicación, el hostigamiento, la violencia, preñez prematura y la violación. Este mito de la irresistibilidad del placer sexual se ha transmitido de generación a generación y ha sido aceptado muchas veces sin cuestionarlo. Esta creencia ha sido utilizada como argumento para las mayores vejaciones en las mujeres, ya que se enseña que estas tienen que estar siempre disponibles para cada vez que el hombre tenga deseo para evitar infidelidades de parte de este. Inclusive hemos declarado que la infidelidad en los hombres se debe a que sus mujeres no están disponibles y estos al no poder controlar su impulso buscan donde desahogarse. Hemos hecho de la mentira verdad. Cuando creemos una mentira la enseñamos como una verdad y nuestra conducta se condiciona ha vivir según esa mentira.

Ahora bien debemos entender la sexualidad como una fuerza positiva, una fuente de la gracia transformadora de Dios. La sexualidad muchas veces se trata

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