Etica De Maximos Y Minimos
Enviado por acoll1980 • 27 de Marzo de 2014 • 8.538 Palabras (35 Páginas) • 422 Visitas
Presentadora
Tengo el grato honor de presentar a Ustedes a la filósofa española Sra. Adela Cortina. Su nombre resulta familiar para la mayoría de nosotros. Ella actualmente se desempeña como catedrática de Filosofía del Derecho, Moral y Política, en la Universidad de Valencia, en España, institución donde ella cursó su Licenciatura y Doctorado en Filosofía. Prosiguió luego sus estudios en las universidades de Munich y Frankfurt, vinculándose y trabajando con filósofos como Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas, principales exponentes de la llamada «Ética del diálogo». Adela Cortina ha realizado un extenso trabajo en el campo de la fundamentación moral y muy especialmente también en el campo de la ética aplicada. Es tremendamente prolífica en su producción, y entre sus libros destacamos Ética mínima, de 1986, Ética sin moral, de 1990, Ética aplicada y democracia radical, de 1993, Ética de la empresa, de 1994, Ética de la sociedad civil, de 1994, y El quehacer ético: Guía para la educación moral, de 1996. Dejo entonces con ustedes a la profesora Adela Cortina, que hoy día nos va a ofrecer la conferencia titulada “Pluralismo moral, ética de mínimos y ética de máximo”, tema que nosotros le pedimos especialmente.
Adela Cortina
Muchas gracias. En primer lugar quiero agradecer a la Universidad de Chile, y muy especialmente al Centro de Estudios de Ética Aplicada recién fundado, la invitación, como también a la O.E.I., para estar en esta Universidad tan prestigiosa. Quiero agradecer también a Ana Escribar su amable presentación, y a Ernesto Águila, que es quien ha estado bregando con el e-mail para ponernos de acuerdo y que fuera posible que nos encontráramos esta tarde, para hablar de un tema que me parece que es fundamental para la filosofía y para la vida cotidiana, y por eso creo que es de interés para todos nosotros como ciudadanos de un mundo plural, y como filósofos que tenemos una tarea que hacer en ese mundo plural. Por eso yo, en la exposición de esta tarde, voy a intentar ir hablando en los dos niveles; el nivel de la vida cotidiana, y el nivel de la reflexión filosófica.
En principio quisiera preguntarme qué es el pluralismo moral, porque me parece que es de ley empezar aclarando los términos. Y empezaré por algo más inicial todavía, que es la distinción entre moral y ética, que se hace en filosofía de muy distinta manera, pues, a mí me parece que es importante ponerse de acuerdo desde el comienzo acerca de en qué sentido va a ocupar la persona que habla los términos ‘moral’ y ‘ética’. Entiendo que moral y ética, desde el punto de vista etimológico, significan lo mismo, porque a fin de cuentas ética viene del griego ethos, y moral del término latino mores, y los dos vienen a querer decir “costumbre” o “carácter”, y en este sentido, tanto la moral como la ética se ocuparían del carácter de las personas, de las organizaciones y de los pueblos. Pero creo que en filosofía necesitamos distinguir entre dos niveles de reflexión y dos niveles de lenguaje a los que podemos asignar los nombres de moral y ética, como podríamos asignar otros, pero creo que estos dos nos son útiles. Necesitamos dos niveles de reflexión y lenguaje; uno de ellos se mueve en el nivel de la vida cotidiana, y el segundo en el nivel de la reflexión filosófica.
La moral, entonces -y ésta es una definición absolutamente convencional- se referiría al ámbito de la vida cotidiana, en el que siempre, en todos los pueblos, ha habido algún tipo de conciencia moral, porque todos han entendido que debían hacerse cosas, que habían cosas que eran mejores que otras y que, por lo tanto, habrían algunas normas o algún sentido de la felicidad que habría que seguir. En este sentido, como decía Kant en aquella famosa nota de la Crítica de la Razón Práctica, que algunos lo habían acusado de haber aclarado -en la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres- el sentido en que se puede utilizar el imperativo categórico no más que como una fórmula. Sin embargo -dice Kant-, esto no es ninguna crítica, porque es como decir que los filósofos hubiéramos inventado la moral por primera vez; como si la moral no hubiera estado desde siempre en el mundo, como si lo que hiciera el filosofo, a fin de cuentas, no fuera utilizar una fórmula, afinar una fórmula, para tratar de determinar qué es lo correcto y qué es lo incorrecto. En ese sentido yo estoy totalmente de acuerdo con la reflexión kantiana en que la moral pertenece a la vida cotidiana, que la ha habido desde siempre, que no la han inventado los filósofos, aunque evidentemente la filosofía ha tenido también influencia en las reflexiones de la vida cotidiana.
La ética sería la filosofía moral, es decir, aquella parte de la filosofía que se ocupa de la moral, de la misma manera que hay una filosofía de la ciencia, o hay una filosofía del derecho, o una filosofía de la religión. La filosofía de la moral, o ética, tendría a mí juicio tres tareas fundamentales, y esto lo vine defendiendo desde mí libro Ética mínima, que es el primero de los libros emblemáticos que escribí. Entiendo que la ética tiene tres tareas con respecto a la moral: en primer lugar, aclarar en qué consiste el fenómeno de lo moral -que no es pequeña tarea. En segundo lugar, tratar de fundamentar la moral; es decir, tratar de dar razón de la moral, decir por qué hay y por qué debe haberla o si no existe ninguna razón, decir por qué no existe. Y, en tercer lugar, tratar de aplicar lo que se ha ganado en el proceso de fundamentación, a la vida cotidiana. Tres tareas que me parecen que son imprescindibles para la filosofía moral, o ética, en relación con su objeto, que sería precisamente la moral.
Desde esta perspectiva, entiendo que desde los años setenta del siglo veinte, uno de los temas centrales de la ética ha sido el de la fundamentación de la moral. El tratar de aclarar, pero también el tratar de fundamentar. Y en ese sentido ha habido distintas propuestas; desde quienes entendían que la moral no tiene ninguna fundamentación racional ni es posible que la tenga; quienes entendían que no la tiene, y además tampoco es necesario ni es conveniente que la tenga; hasta los que entendíamos -desde el principio voy a sacar mis cartas porque si quieren después en la discusión es más interesante saber con quién se esta discutiendo-, hasta quienes entendíamos que, efectivamente, la moral tiene una fundamentación, que es posible fundamentar racionalmente la moral, y entendíamos que la manera de fundamentar debía ser la que voy a defender a lo largo de toda mí exposición, que sería la de una hermenéutica crítica.
En ese sentido, en los años setenta la discusión se planteaba en estos términos -si quieren después entramos en ella-, y creo que al hilo del tiempo,
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