Extraños Caminos De Dios
Enviado por lagucu • 27 de Septiembre de 2013 • 854 Palabras (4 Páginas) • 416 Visitas
Me llegó este hermoso mensaje y lo comparto con ustedes.
A la orilla de un bosque y apartado de la gente, vivía un ermitaño entregado a
reflexiones espirituales; pero cuanto mas consideraba lo que ocurría en este
mundo, menos comprendía el trato de dios con los hombres, lo cual lo tenia muy
perplejo y lo confundía cada vez mas.
Un día meditando en esto, se durmió y tuvo un sueño de lo mas extraño y
aleccionador. Soñó que debía hacer un largo viaje a través del bosque y se
hallaba preocupado acerca de como llegar a feliz destino. En esas
circunstancias se le acerco un hombre, le dijo, sígueme Andrés, tu solo no
hallarías el camino a través del bosque, yo te lo indicare. Impresionado por la
amabilidad del personaje y la autoridad con la que le hablaba; Andrés se fue
con el.
Al anochecer llegaron a una casa, cuyo dueño los recibió cordialmente. Les dio
una rica cena y les preparo una cómoda cama. Este ha sido un día especial, uno
de los mas felices de mi vida y debemos celebrarlo, mi enemigo se ha
reconciliado conmigo y en prenda de su amistad me ha regalado esta copa de
oro, que guardare entre mis mas preciados tesoros, les dijo.
A la mañana siguiente, se levantaron temprano para continuar su camino, le
agradecieron su atención y le desearon bendición de Dios por su hospitalidad.
Pero antes de despedirse, Andrés noto que su compañero tomaba secretamente la
copa de oro y se la guardaba entre sus ropas. Quiso reprocharle su ingratitud,
pero el extraño le dijo: silencio, estos son los caminos de Dios.
Al mediodía llegaron a otra casa, la de un avaro que les negó hasta el agua
para beber y los lleno de burlas para alejarlos de su casa. Pasemos mas
adelante, le dijo su acompañante, pero primero sacudamos el polvo de nuestros
pies; y al decir esto, se saco la copa de oro y la entrego al avaro, quien la
recibió con sorpresa y codicia. ¿Que haces?, pregunto intrigado Andrés, pero su
compañero poniéndose el dedo sobre los labios le respondió, "Silencio, estos
son los caminos de Dios"; y siguieron andando.
A la caída de la noche, golpearon a la puerta de una choza miserable, era de
un hombre pobre que luchaba contra la adversidad, que parecía ensañarse contra
el, a pesar de todo su trabajo; había tenido que vender su propiedad, parcela
por parcela y lo único que le quedaba era esa choza. "Soy muy pobre", les dijo
el hombre, "pero no puedo permitir que continúen el camino hasta mañana, la
noche es fría y oscura y la senda peligrosa a estas horas, pasen a compartir
con mi familia lo poco que tenemos".
A la mañana siguiente le agradecieron su amabilidad y se despidieron.
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