Honor Perdido

Aunque parezca cosa del pasado, la situación de la mujer en algunos países de creencias en la fe musulmana sigue siendo muy difícil, por no decir vergonzante; por los medios de comunicación se han reflejado actos de verdadera barbarie como la lapidación, la ablación del clítoris o la mención de procesos judiciales totalmente anacrónicos, ridículos e injustos realizados en pleno siglo veintiuno, hechos que ponen de relieve la importancia que se sigue dando a la figura masculina sobre la femenina, reducida o anulada a su mínima expresión.

Todo ello, justificado bajo los preceptos de un Corán que impone sus reglas, o que es interpretado mejor dicho por el varón, con el fin de dominar a la mujer: entre ellas y probablemente la más terrible, la que da a aquél la libertad de poder acabar con la vida de ésta por el simple hecho de despertar la sospecha de que no cumpla con la "inviolable ley" de llegar virgen al matrimonio y, por supuesto, con la pareja que los varones de su familia elijan como más idóneo. La mujer musulmana que se atreva a desobedecer esta rígida norma, corre el riesgo de ver peligrar su vida, por restaurar el honor de toda la familia, con el fin de recuperar el "honor perdido".

Esta es el terrible punto de partida de esta novela, en la que el amor imposible entre una mujer musulmana y un varón cristiano tratará de imponerse en un país como Jordania, en el que, aunque aparentemente se pueda apreciar un cierto aperturismo o concesión de ciertas libertades hacia la figura de la mujer (representada en la mismísima figura de la mujer del actual monarca, con gustos y costumbres más propias de la sociedad occidental), sin embargo no deja de ser una "fachada" de lo que es la realidad de la mujer jordana y que, la autora, pretende reflejar entre las páginas de esta trepidante historia.

Basado en una historia real, las dos protagonistas, dos amigas de la infancia, Dalia y Norma (una musulmana y otra cristiana), lucharán por hacerse un hueco en el difícil mundo machista, primero desde el punto de vista profesional, y después intentando llevar las riendas de su vida sentimental; vigiladas día y noche por los varones de su familia, como dicta la ley coránica, conseguirán poco a poco algunos méritos, como será el abrir una peluquería y así, sentirse realizadas. Pero cuando Dalia decide enamorarse de una persona distinta de la elegida por su familia, y además, de una religión diferente, el precio que habrá de pagar para llevar esta relación imposible para adelante será muy caro. Tan caro como la muerte, totalmente justificada y para nada penada en muchos de los países musulmanes. Un crimen que es bien visto y que justifica una conducta "inmoral" de la mujer.

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