ISAIAS
Enviado por herlinton • 26 de Abril de 2015 • Tesis • 5.420 Palabras (22 Páginas) • 188 Visitas
ISAIAS
Isaías del hebreo Salvación de Jehová.
Nació probablemente en Jerusalén en entre los años 770-760 A de C. y estaba emparentado con la familia real. Uno de los cuatro profetas llamados "mayores", de Antiguo Testamento y uno de los más distinguidos de Israel del siglo VIII A. de C. Era hijo de Amoz (Is.1:1) a quien no se debe confundir con el profeta Amos. Tuvo dos hijos (Isaías 7:3; 8:3).
Profeta de Judá durante los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías (Isaías 1:1), fue respetado por todos, especialmente por Ezequías (2 Reyes 19:1-11).
Comenzó su ministerio en el año que murió Uzías (Isaías 6:1). Uno de los datos curiosos de la vida de este Gran Profeta, fue la orden que Dios le dio de andar desnudo y descalzo en señal del juicio venidero sobre Egipto y Etiopía (Is.20:1-6). Anduvo así por tres años, probablemente para disuadir a Ezequías de aliarse con Egipto.
Su misión comenzó en 735 o 746 a. de C. (visión en el templo de Jerusalén, Isaías 6) y se prolongó hasta poco después del 701. Influyó poderosamente en los aconteceres políticos de su época, advirtiendo y aconsejando a los reyes de Judá (especialmente Acaz y Exequias). Abandonó la esperanza de una salvación de el pueblo, y adoptó el plan de prevenir al resto de Israel con admoniciones y profecías.
Ha quedado registrado en la Biblia un libro que lleva su nombre. Hay evidencia de que todo el libro fue escrito en Jerusalén por Isaías alrededor del año 732 a. de C. Por la abundancia de sus profecías mesiánicas, Isaías ha sido llamado "el profeta evangelista" Hay en él muchas profecías concernientes al Mesías y a la restauración de la Tierra como hogar del hombre. Dios usa al profeta y a sus hijos como "señales y milagros proféticos". La sublimidad y sencillez, así como el fiel cumplimiento de sus predicciones mesiánicas, le dan la casi total preeminencia entre los profetas y escritores hebreos.
Según una antigua tradición, fue partido en dos con una sierra durante el reinado de Manases según Hebreos 11:37 que alude a este martirio. El sitio tradicional en el valle del Cederrón, se marcó plantando en él una morera.
EL LLAMAMIENTO DE ISAIAS
DIOS USÓ AL PROFETA ISAIAS para denunciar la conducta pecadora de los Israelitas, también para exhortarlos hacia el arrepentimiento y la renovación. Como no pusieron atención a estos mensajes, le fue dada a Isaías una visión profética en la cual la majestad, el poder y santidad de Dios serían revelados en un momento en que la tierra entera sería llena de su gloria – Isaías 6:1-3.
La atmósfera circundante que se manifestaba en la presencia Divina y angelical contenida en esta visión estremeció los quiciales de las puertas del templo y creó un sentido de temor mientras Isaías consideraba esta escena. Isaías reconoció su imperfección e insuficiencia para describir la gloria Divina, uno de los serafines se le acercó con un carbón encendido tomado del altar para curar sus labios. Así, en una manera simbólica, fue habilitado con el poder de la elocuencia más allá de su propia capacidad natural para que pudiera hablar de una manera firme como si Dios lo hiciera personalmente – Isaías 6:4-7.
Nuestro versículo clave describe la respuesta afirmativa de Isaías al mandato de Dios ofreciéndose voluntariamente para proclamar su mensaje desde el cielo al pueblo de Israel. Isaías fue llamado para declarar la palabra del Señor a los judíos que tenían una relación de Pacto con Dios y que como nación lo habían rechazado – Isaías 6:9,10.
En un sentido más alto y en un nivel profético, Isaías representó a Cristo quien se refirió a esta visión como está registrado en el Nuevo Testamento – Juan 12:38-41.
Isaías fue comisionado para continuar predicando sobre el juicio del Señor a pesar que la gente endurecía sus corazones y no cambiaba su manera de ser (Isaías 6:11-13). De manera similar, a través de Cristo, Dios envió un mensaje de gracia y una invitación a los humildes de Israel para que acepten el privilegio de ser discípulos y compartan acerca de su Reino para bendecir a la familia humana.
Un número comparativamente pequeño de esa nación elegida aceptó la oportunidad de convertirse en el núcleo de su iglesia en la Edad del Evangelio. “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” – Lucas 13:34,35.
Sin embargo, la gran comisión de llevar adelante el mismo mensaje de la gracia y las bendiciones del Reino glorioso de Cristo continúan siendo proclamadas en la tierra por sus seguidores. “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús” (Hebreos 3:1). Si somos fieles tomando como ejemplo al Maestro y atestiguando la verdad de la Palabra de Dios, con seguridad podemos tener la esperanza de estar unidos con él en la gran labor de traer a la humanidad a la resurrección. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” – 2 Timoteo 4:7,8; Isaías 35:5-10.
MINISTERIO
Isaías fue profeta en Judá, no en Israel, a la vez que Amós, Oseas y Miqueas. Muchos pensamos hoy día que la profecía es una clase de revelación especial de Dios sobre lo que nos va a pasar en el futuro, una mescla de cristianismo muy espiritual con adivinanzas, o una palabra especial y llena del poder de Dios para nuestra vida hoy. Sin embargo, cuando vemos la profecía desde el prisma de los profetas del Antiguo Testamento nos damos cuenta de que se trata de algo muy distinto. El oficio o el ministerio profético tiene que ver directa y profundamente con la exposición de las verdades de las Escrituras Sagradas, de forma a confrontar el pecado humano y todo lo demás que esté mal por consecuencia del pecado, e instar a que los hombres y las mujeres se vuelvan arrepentidos a Dios y a su santa palabra, en abandono del pecado y nueva vida. En ese sentido, basta echar un vistazo a lo que sigue en el capítulo 1 para ver como el profeta llama al pueblo de Judá y a sus gobernantes al arrepentimiento profundo y a una vuelta sincera a Dios. En ese sentido, la profecía empieza con
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