La Centralidad En Cristo, Extraído De Radio María - Padre J. Soteras
Enviado por gracielagir • 14 de Octubre de 2012 • 2.479 Palabras (10 Páginas) • 411 Visitas
La centralidad en Cristo
El que me ama, dice Jesús en el evangelio de Juan capítulo 14 del verso 21 en adelante, y cumple mis mandamientos, ese será amado por mi Padre y Yo lo amaré y me manifestaré a él. El que me ama será fiel a mi palabra y mi Padre lo amará, iremos a él y habitaremos en él. Palabra del Señor
En el camino que Teresa nos viene acompañando nos ha introducido en el castillo interior que es todo nuestro ser personal, llevándonos por los distintos lugares donde Dios nos habita completamente y no ha ido mostrando morada por morada toda la belleza y riqueza, todos los riesgos y las atenciones que debemos tener hasta llegar a este punto a donde Dios nos invita a ir, a la séptima morada, al lugar donde Dios nos espera para establecer con nosotros una profunda comunión de vida, desposorio interior le llama Teresa de Jesús, comunión de vida toda en Cristo.
Pareciera que todo está dicho en este camino espiritual, pero el poder de Dios no tiene límites y tampoco lo tiene su amor, dice Teresa, en los éxtasis, Dios se comunicaba en forma secreta y escondida, aquí en esta última morada es distinto, ya no hay secretos, se quitan las escamas de los ojos del alma como a Pablo cuando también fue develado en el misterio de Cristo y la persona que llega a esta etapa del camino espiritual se encuentra con el misterio de Dios en su totalidad, es el encuentro que la persona tiene de manera viva con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Llega como una nube luminosa, dice Teresa, y se entiende esta verdad de la fe con la propia mirada interior. Se le comunican al alma las tres divinas personas y le dan a entender aquellas palabras de Jesús, que él, el Padre y el Espíritu Santo vendrán a habitar en el alma de quien lo ama y guarda sus mandamientos.
El camino por el cual llegamos a este lugar es sin duda el impulso del amor de Dios en su iniciativa quien purgando de maneras diversas todo nuestro ser nos lleva a ser uno con él.
Este es el motivo por el cual uno recorre el camino detrás de Jesús. En términos de amistad, el don de la amistad tiene esta posibilidad de ser uno en el otro. El amigo no es solamente un compañero de camino es uno viviendo en el otro. Cuando la amistad viene de Dios, somos nosotros en él y es él en nosotros. Pablo en este camino interior, al culmen llega a decir “ya no soy yo, es Cristo quien vive en mi”, Cristo murió y entregó su vida por mí.
No es que la persona se confunda en su identidad, sino que encuentra su más honda identidad a partir de esta inhabitación de las tres personas en Cristo con el que ha recorrido camino de interioridad hasta llegar a lo más profundo del corazón.
Esta situación, dice Teresa, no deja a la persona ensimismada sino la hace expansiva. Este grado de pertenencia al misterio de Dios no nos saca de nosotros mismos ni del vínculo con los demás, al contrario, profundiza la relación de nosotros mismos y nos pone de cara al vínculo con todos sin excluir a nadie. Esta gracia nace de la centralidad en Jesús, es un encuentro de profunda intimidad, presencia de Dios habitándonos en lo profundo del ser y haciéndonos expansivos en la manera de vincularnos desde él con todos. Y siente el alma, dice Teresa, el deseo de ser universal, Teresita encontró la centralidad en Cristo, en el corazón de la Iglesia.
Esta centralidad para cada uno de nosotros tiene rasgos distintos, algunos lo encuentran en el servicio a los pobres, otros lo encuentran en la palabra de Dios, a mí por ejemplo, la experiencia de encuentro con la espiritualidad teresiana, me resulta centrante. Tiene un don Dios para mí en el seguimiento del camino de Teresa de Jesús.
Para otros es la figura de Francisco de Asís y la capacidad que tiene Francisco de ser todo permaneciendo pobre, siendo muy rico siendo pobre, y el camino franciscano le ofrece toda una posibilidad.
Te quiero conducir a que cualquiera sea el modo por donde Dios te ha ido llevando por la vida, él busca ocupar el centro de tu corazón.
La vida centrante en Cristo. ¿Por qué caminos Dios te ha llevado para hacer centro en tu vida?
La habitación definitiva de Dios en el alma tiene lugar en esta morada, dice Teresa, aunque a decir verdad la comunión total y perfecta solo se da en la otra vida.
Cuando se presenta por primera vez, se presenta Cristo visible a los del alma con gran resplandor, hermosura y majestad como después de suscitado y le dice al alma que ya es hora que tome sus cosas como propias pues él se ocupará de las suyas.
Esta visión, dice Teresa, es muy diferente a las anteriores, sus palabras poseen una fuerza única, son reales y eficaces, cumplen y realizan lo que dicen, es una toma definitiva del alma. En este momento da la impresión de que Dios da un anticipo de toda la alegría, gozo y paz que va a haber en el cielo. No hay palabras ni comparaciones para describir lo que se vive aquí, se realiza la unión de Dios y la pequeñez nuestra, como una gota de agua se confunde en la inmensidad del océano.
Hay una perspectiva de universalidad cuando el alma está centrada en Dios, uno es todas las cosas y todas las cosas están en uno, es la experiencia de Francisco de Asís cuando a todo lo reconoce fraterno, cercano, no hay lugar con el cual no pueda vincularse, en Francisco hasta la misma muerte le resulta fraterna, no hay lugar para el desprecio, es el amor vivido en plenitud, eso que Jesús proclamaba cuando hablaba del amor a todos sin excluir a nadie, también a los que no nos resultan familiares y cercanos y hasta los enemigos que atentan contra nosotros. Esta universalidad de entrega de amor en Cristo nos lleva a territorios cada vez más amplios, no es fruto de la razonabilidad sino es fruto de un amor que lo copa todo. Los resultados de esta unión en el centro con Dios son similares a los relatados anteriormente, dice Teresa, refiriéndose a la sexta morada pero aquí están puestos en su grado más alto. La persona que recibe este don se entrega enteramente a las obras de Dios sin acordarse para nada de sí misma. Parece que se cumplen las palabras que le dirigió Cristo, ya no le interesa ser nada ni que le considere en nada. Se preocupa por su propia fama en la medida en que eso sirve para la gloria y la honra de Dios, tampoco desea como antes morir para ver a Dios, ahora prefiere vivir muchos años para trabajar por él, para dar a conocer el evangelio, se trabaja para que todos conozcan a Dios, para que sea servido y para que sea amado con todo el corazón.
Aun cuando todo se mueva alrededor de uno, el alma en esta etapa del camino, da a entender Teresa de Jesús, se encuentra en una profunda quietud, se encuentra junto al mismo Jesús, lo cual no quiere decir que
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