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La Comunion De Los Santos


Enviado por   •  26 de Enero de 2015  •  12.392 Palabras (50 Páginas)  •  258 Visitas

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UNA GOZOSA Y MARAVILLOSA EXPERIENCIA DE DIOS

Por el P. Ángel Peña Benito, Agustino Recoleto

Dedicatoria:

Al Espíritu Santo, el inspirador de este librito y a Santa Teresita del Niño Jesús cuyo caminito de infancia espiritual ha inspirado y guiado mi vida.

Nihil obstat: P. José Ilayes

Puede imprimirse: Monseñor Fernando Vargas, Arzobispo de Arequipa.

Arequipa, Perú, 1991

LOS MISTERIOS DE DIOS

“En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios... En Él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres... Vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron... Y el Verbo se hizo Carne y habitó entre nosotros... De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia... la gracia y la verdad vinieron de Jesucristo” (Jn 1, 1-11).

Palabras hermosas sobre la Palabra divina, el Verbo de Dios, Jesucristo. “A cuantos lo recibieron les dio poder de llegar a ser hijos de Dios” (Jn 1, 12) Y tú ¿te sientes hijo del Padre Dios? ¿Te sientes como un niño pequeño en los brazos del Padre? “Hemos recibido el espíritu de adopción por el que clamamos Abba, Papá. El Espíritu mismo (el Espíritu Santo) da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios y, si hijos, también herederos; herederos de Dios, coherederos con Cristo” (Rom. 8, 15-17).

¿Te sientes hermano y amigo de Jesús, especialmente de Jesús Eucaristía? ¿Qué significa para ti el Amor y el poder santificador del Espíritu Santo? ¿Lo amas, lo invocas y le pides sus dones y carismas o es para ti un gran desconocido? Padre, Hijo y Espíritu Santo forman la Trinidad santa, un solo Dios, que existe desde siempre y para siempre.

Y Dios creó a los ángeles... y muchos de ellos se rebelaron contra Dios y quedaron convertidos en demonios. Y Lucifer (fuente de luz), la criatura más hermosa creada por Dios, se convirtió en el Dragón. “Y fue arrojado el Dragón grande, la antigua serpiente, llamada diablo y Satanás... Miguel y sus ángeles pelearon contra el Dragón y peleó el Dragón y sus ángeles y no pudieron triunfar y no pudo haber lugar para ellos en el cielo” (Apocalipsis 12, 7-9).

Y aquí comienza también el drama de la humanidad. Adán y Eva creados por Dios con los dones preternaturales de la inmortalidad, impasibilidad, integridad y ciencia infusa, por instigación del diablo pecaron contra Dios y quedaron privados de estos dones. Desde entonces toda la Historia humana se desarrolla como una gran batalla (Dios, ángeles, hombres, Satanás, demonios). Así lo expresa el Apocalipsis y el capítulo 6 de la Carta a los Efesios: “Confortaos en el Señor y en la fuerza de su poder; vestíos con la armadura de Dios para que podáis resistir las insidias del diablo, que no es nuestra lucha contra la carne y la sangre, sino contra los malos espíritus..., estad, pues, alerta” (Ef 6, 10-14). “Sed sobrios y vigilad que vuestro adversario el Diablo como león rugiente, anda rondando, buscando a quién devorar” (I Pedro 5, 8). “Resistid al diablo y huirá de vosotros” (Sant. 4, 7).

LA VIDA

Vive tu vida con alegría. La vida es un don maravilloso. Fuimos creados para el gozo y la alegría de vivir con Dios, pero el pecado trastornó los planes divinos y desde entonces la vida es una lucha constante, una prueba, una gran batalla. Para ganarla debemos obedecer a Dios, que, como buen Padre, sabe mejor que nosotros los que nos conviene. Debemos amarlo con todo el corazón y seguir sus mandamientos.

No olvidemos que sólo se vive una sola vez. Por eso, debemos aprovechar bien el tiempo de vida que Dios nos dé. Vivamos de cara a la eternidad que nos espera. Demos más importancia al alma que al cuerpo, a las cosas espirituales que a las materiales. Si empleáramos tanto tiempo en el cuidado del alma como el que empleamos en el cuidado del cuerpo, qué bien nos iría. Pero, con frecuencia, nos olvidamos de Dios y de las cosas espirituales y vivimos abocados totalmente al cuerpo y a las cosas de este mundo. Perdemos de vista la perspectiva del más allá y olvidamos que esta vida es pasajera. No queremos darnos cuenta de la gran realidad de la muerte, que puede venir en cualquier momento.

Por ello, debemos vivir conscientes, con la mirada en alto, siempre preparados, sin olvidar que la vida es demasiado frágil y que puede romperse en cualquier momento. Aprovechemos cada minuto de sesenta segundos que nos lleven al cielo. Como decía el fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer: “Este mundo se nos va de la mano, no podemos perder el tiempo, hay que administrarlo bien, con sentido de la responsabilidad. Pero no debemos desear morir antes de tiempo. Debemos desear vivir hasta haber cumplido fielmente nuestra misión. Hemos de desear vivir para trabajar por nuestro Señor, para hacer el bien a los hermanos”.

Vivir es recibir con ilusión la luz de cada día, es tener a Dios como compañero de camino, sin olvidar a nuestros hermanos santos y ángeles. Vivir es enfrentarse sin temor al día de mañana, es comer con gozo el pan ganado con el sudor de cada día. Vivir es abandonarse plenamente en los brazos de Dios y confiar en Él, pase lo que pase. Es tener paz en la conciencia y poder dormir sin sobresaltos ni temores cuando llega la noche. En una palabra, vivir es amar y tener la vida de Dios en nuestro corazón. Por eso, la vida se desarrolla y se enriquece cuando aumenta el número de instantes que están llenos de amor. El que desprecia un instante no llegará jamás a la plenitud de la vida. Sepamos, pues, decir ¡Sí! a Dios en cada instante. Vivamos el presente en plenitud y responsabilidad.

Si lees, lee plenamente; si comes, hazlo como quien experimenta un regalo con agradecimiento; si hablas con alguien, dedícate a escucharlo. Hazlo así en todas las cosas, en el trabajo, en el sueño, en el tiempo libre, en la oración. Y así en medio de la vida, encontrarás el camino hacia lo profundo de ti mismo y encontrarás a Dios y serás feliz. Como decía San Agustín: “Dios es más íntimo que lo más íntimo de ti mismo y más superior que lo más supremo de ti mismo”.

Te recomiendo que no seas mediocre, que aspires siempre a las alturas, que des sentido a cada momento de tu vida, haciéndolo todo por amor a Dios. No importa lo que seas ni lo que hagas, hazlo todo con amor y por amor, porque Dios no mira tanto lo que hacemos cuanto el amor con que lo hacemos. Haz bien lo que haces y no olvides la eternidad. Se nos dice en el Eclesiástico: “Acuérdate de tus postrimerías y nunca jamás pecarás”. Acuérdate de que después de la muerte hay un juicio y después viene una eternidad feliz o infeliz. Toma tu vida con ambas

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