La Desprofesionalización Docente En Educación Especial
Enviado por Rafa4el • 6 de Junio de 2014 • 1.112 Palabras (5 Páginas) • 334 Visitas
Al cambiar el llamado paradigma en Educación Especial, del modelo médico al modelo educativo
promovido por la Conferencia Mundial de Salamanca (1994), los profesionales viven un proceso
de desprofesionalización. Toda su formación y profesionalización bajo el modelo médico es
incompatible en el modelo educativo o en el paradigma social y de respeto a los derechos humanos
en la educación de los alumnos con discapacidad. Y así lo vive todo el equipo multiprofesional,
desde el profesor de Educación Especial, el psicólogo, el trabajador social y los terapistas
específicos, además del psiquiatra y el neurólogo, cuando intervenían en algunos casos.
Los Programas de formación inicial de los docentes en Educación Especial en América Latina
no han cambiado en la misma proporción al de la radicalidad que el modelo educativo impulsado
exige; siguen formando en la especialidad por discapacidad específica. Es en los Programas de
postrado donde se ha asumido el cambio, pero los que acceden a ellos son los menos, y son
quienes de antemano ya se convencieron de la necesidad del cambio de paradigma. Son los que ya
cambiaron en la práctica profesional y buscan un reconocimiento académico o una reafirmación;
incluso, encuentran en el posgrado un referente profesional que les permita no enfrentar el
cambio en forma aislada y en condiciones de vulnerabilidad profesional. No obstante, dicha
modificación en la formación profesional, se requiere en la formación inicial, ya que la atención a
las Necesidades Educativas Especiales no es una especialidad más entre otras, sino una atención
genérica de los docentes de Educación Especial, de acuerdo al cambio paradigma invocado en
Salamanca (1994).
Históricamente, la Educación Especial nace configurándose desde una perspectiva epistemológica
positivista. Los avances científicos en los diversos ámbitos de la discapacidad van trasminando la
organización de los servicios y se incorporan diferentes profesionales de la clínica médica quienes
basan su intervención en una buena anamnesis y el mejor de los diagnósticos. Resultaba obvio que
un buen diagnóstico conducía a un buen tratamiento. El expediente del alumno se iba abultando
año tras año y se iba transfiriendo de un plantel a otro. La biografía del alumno se escribía a través
de su historia clínica. Se cumplía aquella máxima de que “infancia es destino”1
, que empezaba
desde el alumbramiento. Había que dar cuenta si hubo hipoxia al nacer o algún sufrimiento fetal
por el cordón umbilical enredado al cuello del bebé. Desentrañar si el origen del problema era
prenatal, perinatal o postnatal, debido a alguna lesión cerebral, era básico; cuya causa podría ser
por falta de oxigenación, alguna infección contagiosa o por algún golpe con un objeto contundente
o caída accidental. De la anamnesis, seguía el electroencefalograma o el análisis en laboratorio del
líquido del bulbo raquídeo o medula espinal. Este era el parte médico pediátrico o neurológico.
Le seguía el estudio psicológico mediante test psicométricos y proyectivos para diagnosticar el
grado de inteligencia y los rasgos de personalidad del alumno. Como era contraindicado que las
sesiones de prueba duraran más de tres horas había que realizar de 3 a 4 sesiones por candidato
a ingresar a algún servicio de Educación Especial. Todo comenzaba con un buen raport para
entrevistar al alumno y obtener la información más confiable posible. Se hicieron indispensables
el test de Wechsler, el famoso WISC para medir la inteligencia infantil que provenía del WAISC
1 Es una frase del célebre psicoanalista mexicano, Santiago Ramírez
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