La Fe Mueve Montanas

Vivimos en una época en que la pérdida de la fe es bastante usual, sobre todo entre los jóvenes que actualmente se pierden y alejan del mundo espiritual, la mayoría entre críticas desmesuradas y generalizaciones satíricas. El tener fe no es símbolo de debilidad, ni de sometimiento al clero, no. El tener fe va más allá, más allá de una institución, más allá de lo palpable, de lo justo y de las religiones que suelen caracterizar a diferentes grupos humanos.

Los jóvenes están sedientos de verdad y a la vez se hunden en la desconfianza, y con razón, puesto que el poder y el consumismo se apoderan de las personas y organizaciones imponiendo el egoísmo. Pero ¿Por qué las personas pierden la fe?

La población, en la antigüedad, tenía vedados todo tipo de conocimientos y verdades, y era impuesta a creer y servir a la iglesia bajo argumentos como, por ejemplo “Porque Dios lo quiere así”. En ese período era notable el abuso del poder de las personas con altos cargos sociales, por lo tanto, comenzada ya la Edad Moderna, y junto con ésta, la corriente filosófica del humanismo, el ser humano se vio libre de ataduras, pudo optar a un libre pensamiento y a cuestionar todas las cosas buscando respuestas en lo lógico y en lo palpable. Junto con estos drásticos cambios de pensamiento, la iglesia se vio duramente atacada, y por ende, sin tener culpa alguna, también la fe, Dios y lo espiritual. Aquí se creó un punto de conflicto que hasta hoy en día sigue vigente; la búsqueda de la fe fuera de una religión o la pérdida de ésta en contradicción a la iglesia, acto de rebeldía, moda o falta de hechos científicos para comprobar el mundo espiritual y la existencia de Dios.

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