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La Rebelión De Lucifer


Enviado por   •  23 de Octubre de 2012  •  4.458 Palabras (18 Páginas)  •  449 Visitas

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Los problemas de la rebelión de Lucifer

AL HOMBRE evolutivo le resulta difícil comprender plenamente el significado y captar el sentido del mal, del error, del pecado y de la iniquidad. El hombre es lento en percibir que la perfección y la imperfección contrapuestas producen el mal potencial; que la verdad y la falsedad en conflicto crean el error desconcertante; que el don divino de poder elegir mediante el libre albedrío conduce a los reinos divergentes del pecado y de la rectitud; que la búsqueda perseverante de la divinidad conduce al reino de Dios, en contraste con su continuo rechazo, el cual conduce a los dominios de la iniquidad.

Los Dioses no crean el mal ni permiten el pecado y la rebelión. El mal potencial existe en el tiempo en un universo que contiene niveles diferenciales de significados y de valores sobre la perfección. El pecado es potencial en todos los reinos donde los seres imperfectos están dotados de la capacidad de elegir entre el bien y el mal. La misma presencia contrapuesta de la verdad y de la mentira, del hecho y de la falsedad, constituye la potencialidad del error. La elección deliberada del mal constituye el pecado; el rechazo voluntario de la verdad es el error; la persecución insistente del pecado y del error es la iniquidad.

1. LA VERDADERA Y LA FALSA LIBERTAD

De todos los confusos problemas derivados de la rebelión de Lucifer, ninguno ha ocasionado más dificultades que la incapacidad de los mortales evolutivos inmaduros para distinguir entre la verdadera y la falsa libertad.

La verdadera libertad es la búsqueda de los siglos y la recompensa del progreso evolutivo. La falsa libertad es el engaño sutil del error del tiempo y del mal del espacio. La libertad duradera está basada en la realidad de la justicia —la inteligencia, la madurez, la fraternidad y la equidad.

La libertad es una técnica autodestructora de la existencia cósmica cuando su motivación es poco inteligente, incondicional e incontrolada. La verdadera libertad está progresivamente relacionada con la realidad y siempre es respetuosa con la equidad social, la justicia cósmica, la fraternidad universal y las obligaciones divinas.

La libertad es suicida cuando está divorciada de la justicia material, de la equidad intelectual, de la paciencia social, del deber moral y de los valores espirituales. La libertad no existe fuera de la realidad cósmica, y toda realidad de una personalidad es proporcional a sus relaciones con la divinidad.

La voluntad personal sin frenos y la expresión desordenada del yo equivalen a un egoísmo total, al súmmum de la impiedad. La libertad, sin una conquista asociada y cada vez mayor del yo, es un producto de la imaginación humana egoísta. La libertad motivada por el yo es una ilusión conceptual, un cruel engaño. La licencia disfrazada con los vestidos de la libertad es la precursora de una esclavitud abyecta.

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La verdadera libertad es la asociada de la auténtica autoestima; la falsa libertad es la consorte de la admiración de sí mismo. La verdadera libertad es el fruto del autocontrol; la falsa libertad es la pretensión de la reafirmación personal. El autocontrol conduce al servicio altruista; la admiración de sí mismo tiende a explotar a los demás para el engrandecimiento egoísta del individuo equivocado que está dispuesto a sacrificar una justa consecución a fin de poseer un poder injusto sobre sus semejantes.

Incluso la sabiduría sólo es divina y digna de confianza cuando tiene un alcance cósmico y una motivación espiritual.

No existe un error más grande que esa especie de autoengaño que conduce a los seres inteligentes a anhelar ejercer el poder sobre otros seres con el objeto de privar a esas personas de sus libertades naturales. La regla de oro de la equidad humana clama contra todos estos fraudes, injusticias, egoísmos y faltas de rectitud. Sólo una libertad verdadera y auténtica es compatible con el reino del amor y el ministerio de la misericordia.

¡Cómo se atreve la criatura obstinada a usurpar los derechos de sus semejantes en nombre de la libertad personal, cuando los Gobernantes Supremos del universo se apartan con un respeto misericordioso ante estas prerrogativas de la voluntad y estos potenciales de la personalidad! En el ejercicio de su supuesta libertad personal, ningún ser tiene el derecho de privar a otro ser de aquellos privilegios de la existencia otorgados por los Creadores y debidamente respetados por todos sus asociados, subordinados y sujetos leales.

El hombre evolutivo quizás tenga que luchar por sus libertades materiales contra los tiranos y los opresores en un mundo de pecado y de iniquidad, o durante los primeros tiempos de una esfera primitiva en evolución, pero esto no es así en los mundos morontiales ni en las esferas espirituales. La guerra es la herencia del hombre evolutivo primitivo, pero en los mundos donde la civilización progresa de manera normal, hace mucho tiempo que el combate físico, como técnica para ajustar los malentendidos raciales, ha caído en desprestigio.

2. EL ROBO DE LA LIBERTAD

Dios proyectó el eterno Havona con el Hijo y en el Espíritu, y desde entonces ha prevalecido el arquetipo eterno de la participación coordinada en la creación —el compartir. Este arquetipo del compartir es el diseño maestro para cada uno de los Hijos e Hijas de Dios que salen al espacio para emprender el intento de copiar en el tiempo el universo central de perfección eterna.

Toda criatura de todo universo en evolución que aspira a hacer la voluntad del Padre está destinada a convertirse en la asociada de los Creadores espacio-temporales en esta magnífica aventura de alcanzar la perfección por experiencia. Si esto no fuera así, el Padre difícilmente habría dotado a tales criaturas del libre albedrío creativo, y tampoco habitaría en ellas, llegando a asociarse realmente con ellas por medio de su propio espíritu.

La locura de Lucifer consistió en intentar hacer lo irrealizable: saltarse el tiempo en un

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