La Transmisión De La Fe En La España Actual
Enviado por Jesa1980 • 12 de Diciembre de 2013 • 1.260 Palabras (6 Páginas) • 226 Visitas
La transmisión de la fe en la España actual
Fernando Sebastián Aguilar
Arzobispo de Pamplona
Debemos tener en cuenta cuando hablamos de transmisión de la fe que no podemos considerar que se produce un transmisión en el sentido estricto del término, pues esta implica, además de la intervención del transmisor, la decisión personal de adhesión de quien recibe el mensaje. La fe por tanto implica una decisión personal absolutamente intransferible, ya que además de don de Dios es respuesta del hombre y aúna gracia divina y decisión humana.
Dentro de este proceso en que la fe se propaga se pueden distinguir diversos momentos:
1.- Hay que comenzar por recibir y escuchar la revelación del mismo Dios, necesitamos del anuncio y de la voluntad de escucharlo. “Creer en Dios es aceptar la atracción con la cual Él nos lleva hacia sí ineludiblemente como realidad fundante” (X. Zubiri, en EL hombre y Dios).
2.- Este anuncio debe ser lo más comprensible, atrayente y creyente que sea posible.
3.- Haber sentido la necesidad, las carencias, las aspiraciones que nos preparan desde nuestra propia condición humana para entender las promesas y los dones de Dios.
4.- La gracia impulsante de Dios.
5.- Esta realidad creída no son “cosas” aisladas o inanimadas sino que se refieren todas a Dios.
6.- Creer es aceptar la realidad de Dios y la salvación que Él nos propone.
7.- La aceptación de la llamada y las promesas de Dios afecta a la comprensión de la vida entera.
8.- Puede ser asimilada por el sujeto gradualmente a la vez que descubre los demás niveles de la realidad.
Una vez establecidas estas premisas podríamos hacer referencia a las dificultades en la España actual para creer en Dios.
1.- Incapacidad educadora de muchas familias cristianas
La familia ha perdido gran parte de su capacidad educadora. Falta presencia, comunicación y densidad familiar. Se vive una concepción errónea de la autoridad, de la educación, de la pedagogía, en donde ha calado la máxima del “no intervensionismo”. Y además sobre estas lagunas pedagógicas viene la gran laguna de la pedagogía cristiana.
Lo normal es que los niños y los jóvenes adquieran una visión del mundo privada de referencias religiosas, en la que Dios, Jesucristo, la Iglesia y las características de una vida cristiana y santa, son por lo menos, realidades de segundo orden, “opcionales”, no necesarias, ni plenamente reales, cuando no decididamente inexistentes y hasta perjudiciales.
2.- La fuerte influencia de una cultura antropocéntrica y materialista que nos envuelve
Estos niños y jóvenes que han crecido con una fe deficiente o con ninguna fe se abren a una cultura cuyos valores vigentes son el menosprecio práctico y a veces teórico de la religión, la Iglesia y los sacerdotes.
Su visión del mundo cristaliza en una visión atea, donde no hay Dios, ni Cristo, ni Iglesia, ni mandamientos, ni esperanza de la vida eterna.
Vivimos en un mundo pagano y paganizador, cuyos dioses reales son el bienestar, el dinero, la libertad, en definitiva uno mismo. Cada uno es dios para sí mismo.
Además, los usos, los comentarios, los criterios morales reflejan una visión de la realidad en la cual cada sujeto es el centro, medida y la norma de su propio mundo.
3.- Debilidad interior de la Iglesia
La secularización ha entrado dentro de la misma Iglesia, con las apariencias y falsos prestigios de llegar a ser una Iglesia actualizada y dialogante, con una falsa idea de renovación y adaptación.
Esto ocurre en un momento en que la Iglesia que tenía que ser misionera es una Iglesia debilitada y replegada sobre sí misma, y, por tanto, necesita revisarse, renovarse, cambiar de siglo y de continente cultural. En esta llamada a la renovación muchas veces se ve metida en situaciones de inseguridad, debilidad, tanteos y equivocaciones.
Se detecta además, una debilidad evidente en el vigor de la fe de los creyentes, un número decreciente de personas dedicadas a la evangelización. Con teorías precipitadas y equivocadas que enfrían el ardor y las convicciones propias de los posibles agentes misioneros. Con
...