La vida del arzoobispo oscar Romerp

LA VIDA DEL ARZOBISPO OSCAR ROMERO Y SU RELACIÓN CON LA DOCTRINA SOCIAL CATÓLICA

La película, a menudo, nos muestra a un Óscar Romero que primeramente, aprecia la vida humana, que lucha por la justicia desde una actitud pacifista, sin aferrar las armas, eso sí sin miedo y confiando en el poder de Dios   para poder enfrentarse al poder, sin guardaespaldas cara a cara y con el pecho al descubierto, tal y como lo hizo nuestro redentor  Jesucristo ante las autoridades tiránicas de su época. Esta visión pacifista y amorosa encierra todas las temáticas o los principios de la doctrina social católica ya que sin amor no podemos realizar todo lo que deseamos por ejemplo: No podemos pedirles a los políticos que se preocupen de buscar los intereses del pueblo colombiano y no sus propios intereses, si ellos no tienen amor.

Rescato una escena de la película en la cual una señora le pide al arzobispo que le bautice a su hijo en una ceremonia privada, en la cual no se roce con las personas pobres ya que al ser de una clase social superior no debe codearse con los agricultores y demás personas humildes y le responde que no puede, que la ceremonia es conjunta y que si quiere que él  lo bautice debe ser así en conjunto con todas las demás personas, en esa actitud veo la  tenacidad y el valor de poder hacer valer la dignidad de las personas con la cual esa señora no se quiere rosar al sentirse superior de una u otra forma y de manera respetuosa le hace saber  que  La realización y plenitud de la persona se da en su relación y crecimiento junto con sus semejantes; en el avance a la perfección en la comunión universal humano-divina que es su verdadera felicidad.

Lo que nuestro mundo necesita hoy, más que nunca, es una ética de la justicia. Hemos de luchar por la justicia, porque, sin justicia, no habrá una paz y seguridad verdadera. Hemos de luchar por una justicia que esté impregnada de compasión y de solidaridad, para que todos esos pueblos olvidados sientan la presencia de Dios que clama cuando los pobres de nuestro mundo dejan oír su clamor. Y hasta que podamos clamar y llorar cada vez que escuchamos el clamor de los pobres, no viviremos esa indignación y esa pasión capaces de empujarnos a luchar por la justicia, a cualquier precio. En Jesús vemos claramente esa santa indignación, esa pasión, y la vemos todavía con mayor fuerza y claridad, cuando condena a los líderes espirituales de su tiempo, que ponían cargas insoportables sobre los hombros del pueblo, mientras ellos no movían un dedo para llevarlas.

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