Las creencias no definen tu calidad como persona

Las creencias no definen tu calidad como persona.

Los eventos de carácter público religioso, pueden recoger una cantidad masiva de personas en un espacio reducido, lo cual si bien, puede traer una experiencia inmortal en las vidas de aquellos que se encuentran de ese lado, puede ser agobiante para la otra parte; al tratarse de una ciudad con gran cantidad de población, que vive de trabajo sin cesar día a día, se ve expuesto a la tensión y el agotamiento continuo se encuentra en un estado de neurosis.

Una fecha que resuena por la Ciudad de México es el día 12 de diciembre, cuando miles de peregrinos se reúnen frente y a los alrededores de la Basílica de Guadalupe para agradecer y adorar a la Virgen, un evento inolvidable y lleno de momentos emotivos para aquellos que viajaron durante horas para llegar a su destino; sin embargo, también se presenta un caos desde días anteriores a la fecha mencionada y posteriores a ella, donde los valores éticos y morales pueden dejarse a un lado, donde el peso de la culpa del colapso de la ciudad, se encuentra sobre los hombros de ambas partes.

Sin encontrarme en contra de la religión, esta situación puede ser una experiencia con una carga de estrés impresionante, en la cual no puedes dar un paso sin pisar la cabeza de alguien o la tuya parece explotar luego de escuchar bocinas una y otra vez, mientras estas atascado con la única opción de ver por la ventana si ese color verde que tanto atrae la buena suerte se digna a aparecer.  

 Realidad que me recuerda a la obra “La autopista del sur” de Julio Cortázar, donde, si entrar en muchos detalles, varios personajes se encuentran atorados en un embotellamiento que los obliga a ver por el bien propio y común, con situaciones extremas que harían a cualquier persona de la ciudad desear huir y volver a la comodidad de sus hogares, aunque con la neurosis colectiva que el ser humano a recolectado a lo largo de su vida, esta sería su última acción, después de envenenar el aire con palabras. 

 Pero esta ultima respuesta no es única de las personas que ven alterada su calma, si no también de aquellos que llegan a irrumpir, donde a lo largo de los años, se puede observar el rastro de suciedad y destrozos que dejan una vez vuelven a sus hogares después de celebrar. Contradiciendo sus propios principios, y dando razones a cierta parte de la sociedad para quejarse (incorrectamente) de la religión, en lugar de su actitud como personas.

 Igualmente, el derecho civil debe guiar a las personas al bien común, evitando que se dañe la propiedad publica y se mantenga el orden, para prevenir que las vidas de cada individuo se vean afectadas y puedan realizar sus actividades con tranquilidad, por lo que no solo irían contra corriente de sus propios ideales, si no de los que por derecho se deben tener.

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